Poco antes de las 2.00 de la madrugada, el secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, abandonaba España desde el aeropuerto de Pamplona en un avión civil francés fletado por Argelia, después de pasar 44 días ingresado en el Hospital San Pedro de Logroño.
A esa misma hora, en Rabat se guardaba silencio total. Y el rey Mohamed VI presidía en el Palacio de Fez un gabinete de crisis junto a sus hombres de confianza, el consejero personal Fouad Ali Himma, y el jefe de la inteligencia internacional, Yassine Mansouri; además de un alto responsable de las Fuerzas Armadas.
Rabat considera que España “ha facilitado la escapada” de Ghali a Argelia, pocas horas después de declarar en la Audiencia Nacional, y prepara la respuesta adecuada a esta decisión.
Según explican a EL ESPAÑOL fuentes de toda credibilidad, esa respuesta pasa por una invitación al embajador español para abandonar el país. Se trata de una decisión excepcional en diplomacia a la que seguirían otras medidas drásticas que no tendrían por qué implicar el cierre de legación ni la ruptura total de las relaciones.
La ruptura que planea en el aire tras la salida de Ghali en pocas horas y sin medidas cautelares afectaría a la diplomacia, sin extenderse a las relaciones comerciales. “Marruecos no tiene ningún problema con los ciudadanos españoles, los operadores económicos, los actores culturales y los turistas, que son bien acogidos como amigos y vecinos en el país”, manifestaba el Ministerio de Exteriores marroquí en un comunicado este lunes.
Precisamente, no se llamó a consultas al embajador en Madrid para rebajar tensión en la creciente escalada de la crisis, al considerar que es más fácil llegar a acuerdos con la diplomacia desplegada en el país.
Ghali, "un test"
Hay que tener en cuenta que Marruecos cataloga al Frente Polisario de “grupo terrorista”, y que a Brahim Ghali se le considera un “verdugo” y “criminal”. De esta manera, el país vecino ha llegado a la conclusión de que el ejecutivo español prioriza las relaciones bilaterales con Argelia y los “separatistas” saharauis en detrimento de las históricas relaciones con Marruecos y su pueblo.
Todo este enfado, a pesar de que la víspera del juicio, un comunicado del ministerio de Exteriores intentaba desvincular el caso Ghali de la crisis diplomática, y centrar el “problema de fondo” en la posición del gobierno de coalición respecto al Sáhara Occidental.
La embajadora marroquí en España, Karima Benyaich, había advertido en una de sus dos comparecencias públicas desde Rabat, que en función de cómo saliera Ghali de España sería un “test para valorar las relaciones de su país con España”.
Por ello, el gobierno comunicó a Rabat, por cauces diplomáticos, la vuelta de Ghali a Argelia. Además, desde el ministerio de Exteriores, se volvió a aclarar que “sale con la misma documentación a su nombre con la que entró en España -el 18 de abril-”.
12 horas tras declarar
Rabat se apuntaba una victoria en la mañana del martes, cuando el avión que salió de Argel con destino a Logroño para repatriar al jefe del Polisario se vio obligado a dar la vuelta por orden de los controladores militares.
Ese gesto en Marruecos, se interpretó como que el juez Santiago Pedraz le había impuesto arresto domiciliario en el hospital, le había retirado la documentación en cumplimiento de una decisión que prohíbe los viajes fuera de España y le había colocado una pulsera de localización, como solicitaba la acusación. Sin embargo, poco tiempo después, se conocía el auto favorable al líder del Polisario.
El magistrado consideró en el auto que “no ha lugar a decretar la prisión provisional ni otro tipo de medida cautelar personal contra Brahim Ghali”. El abogado Manuel Ollé, que le representó en la Audiencia Nacional, facilitó su domicilio y número teléfono personal a fin de estar localizado.
De esa manera, quedaba en libertad con permiso para abandonar el país. Y finalmente, consiguió irse de España el mismo día que declaró por las dos querellas con diferentes acusaciones, por presuntos delitos de genocidio, lesa humanidad y torturas en los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. Comenzó a testificar a las 10.00; y, en dos horas y media, el juez ya determinó que no había indicios de delito. Solo doce horas más tarde, despegaba rumbo a Argelia con los permisos correspondientes de los ministerios españoles de Interior y de Fomento.
Lo que se traduce en una clara disposición del Gobierno español a cerrar este episodio que desencadenó la crisis bilateral más grave con Marruecos desde hace 19 años. Como consecuencia de las malas relaciones diplomáticas, llegó la crisis migratoria.
Respuesta de Sánchez
Entre el 17 y 18 de mayo, Rabat permitió entrar a más de 10.000 ciudadanos a Ceuta, con la consiguiente respuesta “firme y contundente” del presidente Pedro Sánchez visitando en helicóptero las dos ciudades autónomas españolas.
Posteriormente, intentó rebajar la tensión, y destacó que España es el mejor valedor de Marruecos en Europa. Hasta este lunes, que respondió con contundencia a un agresivo comunicado del ministerio de Exteriores marroquí, que comprometía a España a tomar una posición sobre la territorialidad del Sáhara Occidental.
El auto, el magistrado y la justicia española han sido puestos en tela de juicio a lo largo de toda la jornada en Marruecos, por no haber aplicado las medidas cautelares y dejar a Ghali abandonar el país.
Su acogida “por razones humanitarias” no sólo ha generado la mayor crisis diplomática con Marruecos en las dos últimas décadas; si no que, según indicó Exteriores en uno de sus múltiples comunicados de estas semanas, “pone a prueba la credibilidad de la asociación bilateral”.