Los afganos ‘españoles’ se aferran a la esperanza: "No nos han llamado aún, pero esperamos el avión"
Traductores y empleados afganos de la Embajada permanecen ocultos en sus casas, a la espera de una llamada que no llega, para abandonar el país.
18 agosto, 2021 02:00Noticias relacionadas
"No dejaremos a nadie atrás", anunció el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, para subrayar el compromiso del Gobierno de rescatar a los afganos que han colaborado con la Embajada y con las tropas españolas en aquel país.
Pero a algunos les resulta cada vez más difícil mantener la esperanza. Traductores y empleados afganos de la Embajada permanecen ocultos en sus casas desde el fin de semana, a la espera de una llamada que no llega, para tomar un avión con destino a España.
"Estamos todos en casa, tranquilos, esperando", explica a este diario Wakil, que durante los últimos nueve años ha trabajado en labores de mantenimiento de la Embajada española, "no entiendo dónde está el avión, no sabemos cuándo vendrá".
Wakil espera viajar a España junto a su mujer y sus cuatro hijos, de diez, ocho, tres y dos años. En conversación con este diario, recalca que la Embajada española está cerrada desde el fin de semana y todos los empleados permanecen en sus casas, a la espera de la llamada del Ministerio de Asuntos Exteriores para desplazarse al aeropuerto.
No dejaremos a nadie atrás
— Exteriores (@MAECgob) August 15, 2021
🇪🇸🇦🇫🇪🇺 https://t.co/fBuvoIZSsC
A continuación, Wakil pregunta al periodista si tiene noticias del avión que ha de acudir a su rescate, y se muestra desalentado al saber que las dos aeronaves militares A400M enviadas desde el aeropuerto de Zaragoza permanecen todavía en Dubái, a la espera de poder aterrizar en Kabul.
Wakil y el resto de empleados afganos de la Embajada española (varios de los cuales desarrollan labores de mantenimiento y limpieza) no se atreven a salir de sus casas porque los soldados talibanes ya patrullan las calles de Kabul: haber colaborado con una embajada extranjera les convierte automáticamente en sospechosos de ser "enemigos" del nuevo régimen islámico radical.
Pese a las promesas del Gobierno de Pedro Sánchez, dos factores hacen cada vez más difícil la evacuación de estos colaboradores afganos hasta España. Las nuevas autoridades del régimen talibán han anunciado una "amnistía" para todos los miembros del anterior Gobierno presidido por Ashraf Ghani, que el lunes abandonó el país entre acusaciones de corrupción.
Un portavoz de la Embajada de Rusia en Kabul sostiene que Ghani y sus más estrechos colaboradores abandonaron el país en cuatro vehículos y un helicóptero cargados, literalmente, de dinero en efectivo.
Pese a las promesas de amnistía, el nuevo régimen talibán parece menos dispuesto a perdonar la vida a los afganos que han colaborado con los países miembros de la coalición internacional liderada por EEUU. Los soldados talibanes controlan desde el martes los accesos al aeropuerto de Kabul: sólo permiten acceder al aeródromo al personal extranjero, pero no a los ciudadanos afganos.
Los colaboradores afganos de España tienen que sortear todavía otra dificultad. Las fuentes del Ejército consultadas por EL ESPAÑOL señalan que va a ser prácticamente imposible organizar un convoy militar protegido para recogerles en sus casas y trasladarles hasta el aeropuerto.
Por tanto, tendrán que atravesar la ciudad junto a sus familias, por sus propios medios, desafiando la presencia de los soldados talibanes. A diferencia del personal de la Embajada y los policías nacionales encargados de su seguridad, que permanecen concentrados en un lugar próximo al aeropuerto, a la espera de que lleguen los dos aviones de rescate.
Además de los empleados afganos, el Gobierno se ha comprometido a trasladar a España a los intérpretes que han asistido a las tropas españolas integradas, durante los últimos años, en la coalición internacional.
Un "panorama terrible"
Algunos de estos traductores fueron reclutados en España -tras un escrutinio previo de sus antecedentes realizado por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI)- pero la mayoría fueron captados en el propio país. Todos ellos se encuentran en la misma situación que Wakil, aguardando junto a sus familias la llamada que les indique que ya pueden dirigirse al aeropuerto para tomar el avión con destino a España.
El profesor de la Universidad de Comillas Ignacio Álvaro, que ha trabajado durante cinco años en Afganistán en labores de cooperación, constata que muchos afganos han comenzado a abandonar sus propiedades y buscan de forma desesperada abandonar el país, porque tienen un "miedo atroz" a las tropas talibanes.
"Es cierto que los talibanes han entrado en Kabul sin violencia", señala, "pero mucha gente se enfrenta a un panorama terrible. Si no, no se habrían vivido escenas como las del lunes en el aeropuerto, con gente subiéndose literalmente al ala de un avión para intentar huir".
Ignacio Álvaro trabajó durante tres años en Afganistán, entre 2005 y 2007, para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Luego continuó en el país a cargo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Secuestrados y extorsionados
"Algunos de nuestros colaboradores han sido secuestrados y extorsionados por los talibanes", relata a este diario, "durante los últimos años muchas mujeres seguían llevando velo o burka, pero tenían libertades que no van a poder seguir disfrutando. La situación es dramática".
El profesor de la Universidad de Comillas constata que los talibanes buscan ahora un cierto "reconocimiento internacional": han alcanzado un pacto de no injerencia con China y Rusia, porque a Vladímir Putin no le interesa que puedan desestabilizar a las antiguas repúblicas soviéticas vecinas como Tayikistán.
El nuevo régimen contará con cierta simpatía de las monarquías del golfo Pérsico -el nuevo líder del país, Baradar Akhund, ha estado refugiado en Qatar durante los últimos año- que no ven con malos ojos el nacimiento de una nueva teocracia islámica. Y muy probablemente, utilizará el tráfico de opio para financiarse como hizo durante años la guerrilla colombiana de las FARC con la cocaína, apunta Ignacio Álvaro.