El miedo atenaza a buena parte de los colaboradores afganos de España que se "quedaron atrás" en Afganistán el pasado mes de agosto. También a sus familias, y razón no les falta: a lo largo de las últimas semanas, los talibanes, que dominan ahora el territorio desde la conquista culminada el pasado verano, remueven las principales ciudades del país para dar con aquéllos que en otro tiempo colaboraron durante años con las fuerzas internacionales.
Su intención no es otra que la de asesinarles, como ya han hecho con algunos de ellos. Por eso, todavía hoy la mayoría permanecen ocultos a los ojos de propios y extraños, temerosos de que cualquier rostro conocido les pueda descubrir e identificar.
Pero la ruta alternativa terrestre de evacuación ya comienza a dar sus frutos. Tras suspenderse los vuelos de evacuación desde Kabul el pasado 27 de agosto y después del abandono de las tropas estadounidenses el 31 del mismo mes, sólo 10 días después, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, viajó a Islamabad para negociar una vía de salida.
Como informaba EL ESPAÑOL este sábado, un numeroso grupo de colaboradores y sus familiares ya espera en suelo paquistaní. En pocos días saldrán hacia España en un vuelo español de evacuación, con el trabajo conjunto de Margarita Robles, en Defensa.
En menos de un mes, la labor diplomática española se ha desplegado por medio mundo para lograr este primer éxito. Albares se comprometió a "seguir trabajando" para continuar con la evacuación, pero de "un modo discreto". En estas apenas cuatro semanas, el titular de Exteriores ha viajado a Pakistán y a Catar, para reunirse al más alto nivel con sus homólogos, con el primer ministro paquistaní, Imran Khan, y con el emir catarí, Tamim bin Hamad al Zani.
En ambas plazas abrió también negociaciones políticas. Cerró una cumbre al más alto nivel antes de que acabe el año entre Pedro Sánchez y el jefe del Gobierno de Islamabad, por un lado. Y reforzó los lazos económicos de España y Catar para evaluar oportunidades de inversión.
A los pocos días, el 23 de septiembre, Albares ya estaba en Nueva York, entrevistándose con el ministro de Exteriores de Irán. Hossein Amir Abdollahian le ofreció ayuda para proceder a la evacuación de Afganistán de sus colaboradores que aún permanecen en el país, según confirman fuentes del Palacio de Santacruz.
"No hay intención de tener contacto, conversación ni reconocimiento del gobierno talibán. Ni la UE ni la OTAN", explican fuentes del Gobierno, remarcando que el único contacto que tendrá España con los talibanes será "el operativo".
A la espera de poder culminar la primera operación de rescate desde el fin de agosto, en Defensa son cautos y piden "prudencia para no arruinar los trabajos emprendidos". Una portavoz del equipo de Robles aclara que el afán del Gobierno español es "no tirar la toalla" y cuidar la relación con los países implicados "para salvar todas las vidas posibles".
Atrapados en Afganistán
Y es que las vidas de los colaboradores y sus familiares corren más peligro que nunca. Según ha podido conocer EL ESPAÑOL de primera mano de estos antiguos colegas de las Fuerzas Armadas que aún no han podido salir del país asiático, los hombres del nuevo emirato han intensificado en estas semanas los controles de los teléfonos móviles de todos los que pasan por la calle.
En distintas e importantes ciudades han montado numerosos 'checkpoints' en los cuales registran los terminales de cuantos pasan por allí para tratar de descubrir a viejos cooperadores de las potencias de la OTAN. Entre ellos, a los traductores afganos que trabajaron con España.
Esas revisiones llegan hasta tal punto que muchas de las fuentes consultadas para este reportaje han tenido que borrar los contactos de sus familiares. Han suprimido los números de sus teléfonos. También se han tenido que deshacer de las conversaciones y de los historiales de llamadas.
"Ya han matado a algunos y hacen todo lo posible por reconocer a los demás. Nos están buscando. También a nuestras familias", explica uno de ellos, que ya ha abandonado el país, pero cuya familia se ha quedado atrás. Ahora este ciudadano afgano está removiendo cielo y tierra para poder sacarlos de allí.
"Los talibanes están pidiendo ayuda a la gente de allí", insiste, "y también otros extremistas les están ayudando". Tanto es así que en muchos puntos del país estarían yendo puerta a puerta por las casas que tenían localizadas, gracias a los vecinos, para acabar cuanto antes con sus vidas.
Otra de las personas todavía atrapadas en territorio afgano -cuya identidad, sexo y ubicación también omitiremos por razones de seguridad- augura un futuro cada vez más aciago y diagnostica un presente que empeora conforme pasan los días. "La situación va cada día a peor. Hoy han puesto una bomba que ha matado a mucha gente a la hora del rezo. Las niñas ya no pueden ir al colegio, las mujeres ya no pueden trabajar, y a los jóvenes los obligan a alistarse para la guerra".
El rescate
Según confirman a este periódico fuentes militares, diplomáticas y de inteligencia, Defensa y Exteriores llevaban semanas moviéndose y diseñando el plan para esta segunda fase de rescate de los colaboradores que no lograron salir a través del masificado e impracticable aeropuerto de Kabul el pasado mes de agosto.
El Gobierno español continúa su esfuerzo para evacuar al resto de cooperadores de ambos departamentos y a sus familiares. Fuentes del Estado Mayor de la Defensa confirman a EL ESPAÑOL que, para ello, se está tomando como base un listado conjunto que se actualiza cada día.
Para la identificación de las personas a evacuar, el Ministerio de Defensa realizó un listado que se unió al que había confeccionado el de Asuntos Exteriores, encargado de ponerse en contacto con dichos colaboradores a través de la Embajada en Afganistán. Ahora muchos de esos nombres reclaman que se les ayude a abandonar el país tras la imposibilidad de hacerlo hace cuatro semanas.
España rescató en diez días, del 18 al 27 de agosto, a 2.206 afganos. La mayoría (1.677) eran personas que habían trabajado para las Fuerzas Armadas y la cooperación española durante los dos últimos decenios, con sus familiares. También había 333 antiguos empleados de la UE, 131 de Estados Unidos, 50 de la OTAN y 21 de Portugal.
Tal y como reveló este periódico, en Afganistán permanece un nutrido grupo de históricos colaboradores (o familiares de estos) pertenecientes a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que canalizaba la ayuda humanitaria de nuestro país hacia la ya caída república islámica, ahora convertida en emirato.
El operativo
La discreción es ahora la principal arma del Gobierno y de sus diferentes estamentos a la hora de culminar el rescate de quienes no lograron subirse a los aviones en Kabul. La cifra de gente a la que rescatar todavía es relativamente incierta, dado que muchos de ellos tratan, como es lógico, de incluir a la mayor cantidad posible de familiares en los listados de los ministerios involucrados en esta operación.
En total, 130 militares estuvieron desplegados durante la operación en el aeropuerto de Kabul y en Dubái, base intermedia del puente aéreo establecido para la evacuación. El mayor peso recayó en el Ejército del Aire, con 17 rotaciones del avión de transporte A-400M (Dubái-Kabul- Dubái) y 11 vuelos Dubái-Torrejón, de ellos 10 de Air Europa fletados por Defensa y uno primero del A-400M.
También intervinieron diversas unidades del Ejército de Tierra. El Mando de Operaciones trabajó 24/7 y reforzó su Estado Mayor por las circunstancias cambiantes en la capital afgana. Los Grupos Especiales de Operaciones (GEO) y las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional cumplieron también un crucial trabajo en esas labores de rescate.
El objetivo de esta operación conjunta de las Fuerzas Armadas era salvar la vida del máximo de afganos que han colaborado con España y otros países y organizaciones internacionales. Ese trabajo todavía no ha finalizado. Desde que el último avión se marchó, Defensa y Exteriores continuaron trabajando en diseñar esa estrategia que ahora empieza a fructificar y que servirá para rescatar al resto de los afganos que colaboraron con España.
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