El arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, ha pedido a los gobiernos que participan esta semana en la cumbre del clima de Glasgow (Reino Unido) "actuar ya" contra el calentamiento global.
"Aumento del nivel del mar. Olas de calor. Fenómenos meteorológicos extremos. Sequía. Enfermedades. Inestabilidad económica. Mayor pobreza", ha descrito como consecuencias del cambio climático Juan José Omella este viernes en su perfil de Twitter.
"¿En qué estamos convirtiendo La Tierra, el regalo que nos hizo Dios con tanto amor? ¿Qué más necesitamos para actuar ya COP26?, se pregunta el cardenal.
Desaparecida ya la euforia por el histórico Acuerdo de París (2015), el planeta encara desde el pasado domingo una de esas cumbres climáticas para las que habría que inventar nuevos adjetivos y que solo se pueden definir en términos de amenaza existencial.
La COP26 acoge las negociaciones entre casi 200 países por mantener viva la aspiración que se marcaron en París de limitar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.
Como punto de partida existen dos consensos unánimes: el primero, que las cosas van mal para alcanzar el objetivo; el segundo, que aún se está a tiempo de enderezar el rumbo y además se sabe cómo hacerlo.
Según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, los actuales compromisos de los países por reducir emisiones llevarán a un calentamiento global de 2,7 grados al final de este siglo.
¿Y eso qué significa? Sencillamente, que el cambio climático tendrá consecuencias "catastróficas" sobre la humanidad y el planeta. Ni siquiera hará faltar esperar hasta entonces para constatar que los fenómenos climatológicos extremos son ya "la nueva normalidad", como ha revelado esta semana la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en un estremecedor informe presentado.
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