Hace 8 años José Antonio López Tamarit, policía y psicólogo, empezó a recopilar junto a Roberto y Rafael, dos amigos (también agentes como él) destinados en Galicia, noticias y publicaciones sobre suicidios en el cuerpo de la Policía Nacional. Pronto se percataron de que todos los meses aparecía un nuevo caso de un compañero que se quitaba la vida. La inmensa mayoría con su arma reglamentaria.
Llevaba dos décadas en el cuerpo. José Antonio había podido comprobar cómo entre el 2000 y aquel entonces, 2014, 119 se llegaron a quitar la vida. Algunos muy cercanos. Era ya un problema que les preocupaba, pero sobre el cual existía mucho miedo a hablar por temor a resultar estigmatizados. Omitiéndolo, se quería evitar el efecto llamada, y así se actuaba tanto entre los agentes como en la dirección general del cuerpo.
Sin embargo, tal y como cuenta este policía, muchas veces la solución consiste precisamente en hablar: "Ya simplemente el hecho de conversar y que esa persona se sienta escuchada, que se dé cuenta de que le estás ayudando activamente, genera unas expectativas muy positivas".
La inquietud que les generó a estos tres policías les llevó a abrir por su propia cuenta y riesgo -y a modo de voluntariado- un gabinete psicológico, el primero en la Policía, con el fin de prevenir la lacra de los suicidios en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ser ese oído que escucha al otro lado del teléfono, el hombro en el que apoyarse y el ancla, cuando todo va mal, a la que uno puede agarrarse.
Como los agentes pertenecían al Sindicato Unificado de Policía (SUP), fue desde este colectivo donde se gestó el programa ViveCNP, el cual los tres fundaron para prestar asesoramiento psicológico a sus compañeros de forma gratuita, anónima y confidencial.
-¿Se podría decir que habéis salvado muchas vidas?
-Sí, no sé si muchas, pero alguna sí que hemos salvado. Hemos salvado vidas. Muchas veces cuando alguien se quiere suicidar no quiere terminar con su vida, solamente quiere dejar de sufrir. Cuando veas una persona que se ha quitado la vida lo que hay que pensar es que tenía desesperanza con respecto al futuro, no veía alternativas.
Dice José Antonio que si a esa persona se le da la posibilidad de una solución al problema, si eres capaz de abrirle un poco los ojos y la mente, muchas veces consigues sacarle del pozo del que muchos ya nunca salen. "Nosotros eso lo hemos conseguido en algunas ocasiones -explica-. Como dice la OMS, el suicidio es un problema multicausal de salud pública, algo que se puede prevenir".
Tan solo 12 meses después, en 2015, Vive CNP echó a andar y se puso a disposición de los agentes de toda España. No solo eso: los tres compañeros comenzaron a recopilar sus propias estadísticas sobre esta lacra que todavía hoy preocupa y mucho tanto en el cuerpo como en el Ministerio del Interior.
La influencia de la Covid-19
Los suicidios en el seno de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es algo que preocupa y mucho en Interior, sobre todo en los últimos años. Seguramente gracias a agentes como estos se esté empezando a abordar esta problemática con sosiego.
Sin embargo, 2021 arrojó la cifra más elevada desde que se recaban estadísticas sobre este particular. El año pasado se quitaron la vida 17 agentes de la Policía Nacional y 17 efectivos de la Guardia Civil. El número superaba ampliamente el de 2020, cuando se suicidaron 22 funcionarios de ambos cuerpos.
José Antonio cree que ahora es cuando realmente se está empezando a acusar todo lo vivido durante los 12 meses anteriores, los del año 2020, cuando comenzó la pandemia provocada por la Covid-19. " Es ahora cuando estamos viendo los efectos con respecto al año en que empezó todo. Los confinamientos, los cambios normativos, las presiones laborales y familiares...".
Ser policía es una profesión de riesgo, dada la tarea que tienen asignada. "Somos una profesión esencial pero el trabajo tiene unos riesgos laborales muy particulares: usamos armas, trabajamos con personas, tenemos turnos, estamos en contacto con sustancias químicas, armamentísticas...". El acceso a todos esos elementos (armas de fuego, pesticidas u otros medios letales) resulta un elemento facilitador y de consumación efectiva del suicidio, según apuntan los artífices de esta iniciativa.
Fruto de esas actividades y de esa labor iniciada ocho años atrás, el SUP terminó trasladando la iniciativa de estos tres compañeros a la Dirección General de la Policía. Fue así como vio la luz en 2017 el primer protocolo de prevención de la conducta suicida en el seno de la Policía Nacional. Fue elaborado por el Área de Prevención de Riesgos Laborales. No existía, hasta la fecha, un protocolo en ese sentido.
De Galicia a España
Los tres cuentan casi desde que empezaron con esta labor de voluntariado con un correo electrónico al que les escriben centenares de agentes. Más o menos reciben dos o tres correos electrónicos a la semana con compañeros que les transmiten sus inquietudes. Se los leen, les contestan, conciencian a los enlaces sindicales para sensibilizarles con el problema. Garantizan discreción y anonimato.
"La salud mental es un tema estigmatizado, y si eres policía todavía más. Si los compañeros quieren una asistencia desvinculada y no quieren tener contacto con la administración, pues nos llaman a nosotros", dice José Antonio.
Lo primero que hacen cuando reciben un caso nuevo es comprobar si el problema de ese policía proviene del ámbito laboral o personal. Le preguntan si tienen algún problema físico, o de salud mental. Luego tratan de derivarlos a psicólogos expertos en la materia que puedan prestar una buena atención a esos compañeros que lo están pasando mal.
Lo que empezó como un proyecto de tres colegas de trabajo preocupados por una lacra que afecta especialmente a su sector terminó dando el salto a otras provincias a nivel nacional. Ahora trabajan en Murcia, Andalucía, Aragón, el Levante, Madrid.
Ya no son solamente tres. Ahora cuentan con 12 policías para ayudarles. "Tienen que cumplir una serie de requisitos: ser licenciados en psicología o ser técnicos en prevención de riesgos laborales". Y así inician su labor de asesoramiento. Además, siempre en contacto con 7 psicólogos dispuestos a atender a los agentes que lo necesiten.
Todos ellos perciben una tendencia positiva en comparación con décadas atrás. Y es que cada vez hay más compañeros concienciados sobre esta problemática. Se habla más de todo: "La gente cada vez es más sensible. Ahora ventilas más los problemas. La sociedad avanza, y por ello la policía también".
La última gran noticia, después de tanto tiempo de trabajo de prevención en materia de suicidios, la recibieron el pasado 10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio. La Secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales abrió el número corto gratuito 024 a modo de servicio en línea de ayuda a las personas con riesgo de conducta suicida.
Se ha recorrido mucho camino, pero aún resta. Por eso desde el SUP, desde Vive CNP y desde otros colectivos como la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) exigen externalizar el servicio de atención psicológica, de manera que los facultativos no pertenezcan a la escala de mando y se pueda contar también con especialistas ajenos al Cuerpo. Esto facilitaría que los agentes pudiesen tratarse sin miedos.
Exigen que se incremente el número de psicólogos adscritos a las Unidades de Prevención de Riesgos Laborables. Piden también una garantía de que las bajas psicológicas no repercutan en la vida profesional del guardia civil y pueda manchar así su expediente personal. Queda, por tanto, mucho por hacer.