José Manuel Albares ha iniciado su 'gira por la paz' este miércoles en Kiev con una ofrenda floral a los ucranianos caídos por la patria, recibido por el presidente Volodymyr Zelensky, el primer ministro, Denys Shmyhal, y su homólogo ucraniano, Dmytro Kuleba. El Gobierno de Kiev está "agradecido" por el apoyo de Occidente en esta escalada de la crisis, pero insatisfecho por su desarrollo, porque reclama que la UE y la OTAN "impongan ya sanciones a Rusia".
Albares viajaba este martes por la tarde, atendiendo la invitación de Kuleba, para participar de la "diplomacia de alta intensidad" que centra los ojos (y las tensiones) de Europa en Ucrania desde hace semanas. En ese sentido, ha intercambiado información con el primer ministro Shmyhal y ha mantenido una hora de reunión "al más alto nivel" con el presidente Zelensky en el Palacio Mariyinski, que le ha agradecido el "compromiso de España con la soberanía y la integridad territorial" de Ucrania.
El ministro español acudía en menos de una semana a Kiev, tras la invitación telefónica de hace unos días por el ministro ucraniano. Antes de verse con los jefes del Gobierno y del Estado, Kuleba y Albares comparecían en una rueda de prensa conjunta. Según fuentes de Exteriores, el ambiente ha sido de "reconocimiento" por el "compromiso de España con la integridad territorial y la soberanía" del país, amenazado por Rusia, con una escalada de concentración de tropas rusas "a pocos kilómetros de la frontera".
Sin embargo, y a pesar de la sintonía en los mensajes de ambos jefes de la diplomacia, la corta rueda de prensa ha dejado clara la sensación de disgusto de Ucrania con la posición tomada por los socios de la Unión Europea y los aliados de la OTAN. Según ha expresado claramente Kuleba, "hay motivos para haber sancionado ya a Rusia, que lleva años incumpliendo los compromisos del Acuerdo de Minsk".
El ministro ucraniano, con buenas palabras, ha insistido ante su homólogo español, en que "Moscú sigue entregando masivamente pasaportes rusos a los ciudadanos que habitan en las regiones temporalmente ocupadas de Donetsk y Lugansk", en el este de su país. Y eso, según aclaró, es una "violación" de los acuerdos adoptados en el formato del cuarteto de Normandía, cuando Rusia, Ucrania, Alemania y Francia formaron una 'task force' de urgencia, tras la invasión de Crimea en 2014.
De aquella ronda de conversaciones salió un compromiso que ya daba por consolidada -aunque no aceptada- la anexión de la península ucraniana en el Mar Negro a Rusia. Pero establecía una serie de condiciones para la pacífica convivencia en la región que Ucrania da por vulneradas.
"Hemos hablado del paquete de sanciones ya adoptado por la UE", ha apuntado Kuleba, "que son disuasorias por si hay una nueva agresión militar de Rusia a Ucrania. Agradecemos que ya estén sirviendo para contenerla, pero debemos aclarar que ya debería haberse aplicado un castigo a Moscú por estos incumplimientos".
Por su parte, Albares ha insistido en que "nadie se está preparando para una guerra". Ése es el mensaje principal de su misión de estos días.
Y éste es sólo el inicio de una gira que lo llevará, en la tarde de este mismo miércoles, a Lyon, donde se reunirá con el ministro francés, Jean-Yves Le Drian, y el jueves a Bruselas, para mantener sendos encuentros de trabajo con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el Alto Representante de la UE, Josep Borrell.
"Rusia quiere revancha"
La cita con Le Drian, en los márgenes de la reunión informal de ministros de Exteriores de la Unión, les servirá a ambos para informarse mutuamente, recientemente, en presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, fue recibido por Vladímir Putin en el Kremlin, y por Volodymyr Zelensky en Kiev. El titular francés de Exteriores informará a Albares de las conclusiones de ambas reuniones. Hará falta que aclare los avances, pues las versiones son confusas, después de que Macron diera por establecidos ciertos pasos de entendimiento y acuerdo desmentidos al día siguiente por Moscú.
"Sin duda, Rusia trata de tomar revancha de su pérdida del imperio de la URSS", ha proclamado Kuleba en la comparecencia telepática junto a Albares. "La única salida es la contención de Moscú desde la disuasión". Kiev ha celebrado el paquete de sanciones económicas, políticas y financieras que ha preparado la Unión, a partir de una especie de guion que entregó a Bruselas "el pasado mes de noviembre", cuando ya temía la invasión y había detectado los movimientos de tropas rusas en su frontera.
Aquel listado de castigos ya incluía algunas propuestas "inmediatas", a propósito de los incumplimientos rusos, pero la UE y la OTAN optaron por la política de "las cuatro D", como insistió Albares: "Diálogo para que haya espacio para la diplomacia, lo que hace necesaria una desescalada... y precisa de medidas de disuasión".
No habrá armas para Kiev
El ministro español ha sido preguntado también por la disposición de Madrid a surtir de armamento a Kiev. Pero Albares ha negado esta posibilidad, ni en la actualidad como ya están haciendo otros países de la UE, ni ha dejado la puerta abierta a que en caso de agresión esto vaya a suceder.
"Ya es suficientemente tensa la situación, no debemos añadir elementos que la podrían convertir en una profecía que acabaría autocumpliéndose", ha advertido. "La unidad de los socios y de los aliados está en el escenario del diálogo, y se cimenta también en la unidad en la disuasión. Pero hay que insistir en que es un escenario que no deseamos, y que ni debemos anticipar ni fomentar... pero que nos mantiene unidos".
Para España, un actor menor en esta crisis pero que está tratando de jugar un papel clave en los diálogos cruzados, el objetivo es "defender la seguridad de todos los Estados europeos en las bases de la legalidad internacional: la soberanía, la integridad territorial y la prohibición del uso y la amenaza de la fuerza", es decir, las bases del Acta Final de Helsinki, de 1975.
Pero lo cierto es que el escenario hoy es muy distinto. Rusia cuenta con las armas convencionales en las puertas de Ucrania, con las injerencias híbridas que desestabilizan a Europa, con el apoyo explícito de China, con unos EEUU replegados en intereses nacionales y con la llave del gas en pleno invierno: más del 40% del suministro a la UE de esta fuente de energía procede de sus reservas.
Y eso debilita la posición de los Estados miembros de la Unión que, además, siguen sin tener una sola voz -Borrell ha quedado relegado, una vez más en una crisis internacional que implica a Europa-. Bruselas, inmersa en un eterno debate sobre su "autonomía estratégica", echa en falta una estrategia común y, por supuesto, un ejército que disuada al gigante (y vecino) ruso.