El presidente de Vox, Santiago Abascal, este miércoles en una comparecencia.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, este miércoles en una comparecencia. Flickr

España

Vox capitaliza el triunfo de Trump mientras PSOE, Sumar y Podemos llaman a movilizarse contra la 'internacional ultra'

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El pasado 5 de julio, cuando se estaban conformando las nuevas alianzas en el Parlamento Europeo, Vox anunció por sorpresa que abandonaba la familia liderada por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, para integrarse en el nuevo grupo de derecha radical comandado por el húngaro Viktor Orbán

Meloni, quien había sido musa hasta ese momento de Santiago Abascal, se encontraba en pleno acercamiento hacia los partidos que forman el Grupo Popular Europeo, a quienes ahora la presidenta del gobierno italiano les parece una derecha con la que poder pactar

Mientras, Orbán había formado un nuevo movimiento llamado Patriotas por Europa, en el que se integran la francesa Marine Le Pen o el neerlandés Geert Wilders, de clara vocación prorrusa y cierta tendencia euroescéptica

Fuentes de Vox señalaban entonces que el giro se debía al triunfo del sector más cercano a Putin dentro del partido, comandado por el eurodiputado Jorge Buxadé, y que la formación se lanzaba a una estrategia contestataria que le permitiera abanderar un discurso antisistema alejado de las instituciones

Si había alguna duda, una semana después Vox rompió los pactos que mantenía con el PP en cinco comunidades autónomas, seccionando ese cordón umbilical que le unía a las responsabilidades de gobierno.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y Donald Trump, en 2018.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y Donald Trump, en 2018. Moncloa

Ese movimiento, no entendido del todo por algunos, cobra ahora sentido tras el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, que se produce en paralelo al auge de otros grupos ultraderechistas en Europa. 

Partidos como la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia o la AfD en Alemania crecieron al calor de la primera victoria de Trump en 2016 -al igual que otros movimientos en otras partes del mundo- y ahora pretenden afianzarse como las principales fuerzas en los dos países más importantes de la UE, donde sus respectivos gobiernos están muy debilitados. 

Su estrategia pasa por presentarse como la única alternativa al sistema y lanzarse así a controlar el propio sistema.

Así, Santiago Abascal fue el primer líder español en felicitar a Donald Trump. “Es la hora de los patriotas. Es la hora de la libertad”, tuiteó, junto a una foto con el presidente electo estadounidense y otra con su candidato a vicepresidente, J.D. Vance

Buxadé fue después el responsable de teorizar sobre el resultado al otro lado del Atlántico en una entrevista en Informa Radio, uno de sus medios afines. “Es una victoria contra el globalismo, desde las políticas woke, a las doctrinas sobre el cambio climático o la cancelación cultural. Y demuestra que, pese al dinero de la campaña demócrata, se puede ganar a cualquier enemigo”, afirmó. 

Vox se lanza así al terreno de la batalla cultural contra el progresismo, que tanto ha cultivado en los últimos tiempos, con la diferencia de que ahora se siente legitimado al tener como socio al líder más poderoso de Occidente. 

“Para seguir este camino no hacían falta nuevas alianzas a nivel europeo ni romper con el PP, porque Trump ya era un aliado”, responden ahora fuentes críticas de Vox que abandonaron el partido. “Se podía seguir luchando contra la cultura woke sin abandonar los gobiernos, pero la deriva pro Putin impuso su criterio”, añaden esas mismas fuentes. 

La izquierda cierra filas

Mientras, la izquierda tampoco rehúsa esa batalla cultural, que de su lado se llama “alternativa a la ultraderecha”. Pedro Sánchez felicitó a Donald Trump y su ministro de Exteriores, José Manuel Albares, mantuvo la institucionalidad al hablar del compromiso de España con la OTAN -a la que Trump tampoco dedica especial atención- y con Estados Unidos.

Aunque desde el PSOE sí que hubo mensajes orientados a movilizar a los suyos. Varios diputados, como Víctor Gutiérrez, Ignacio López o Elisa Garrido, se expresaron en este sentido. Si bien, los más solemnes llegaron desde Bruselas. 

La eurodiputada y presidenta del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo Iratxe García tuiteó que “es un día oscuro”. “Sabemos lo que significa el proyecto de Trump: autoritarismo, xenofobia y falta de oportunidades. Las fuerzas progresistas y democráticas en Estados Unidos y la UE debemos permanecer unidas en nuestra lucha por un futuro más justo, sostenible e inclusivo”. 

Aunque esas fuerzas progresistas son cada vez más menguantes. Porque Sánchez es ya uno de los pocos líderes socialdemócratas europeos, junto con el cuestionado canciller Olaf Scholz, lo cual aísla sus posturas en la UE pero también le permite presentarse como dique de contención ante la "internacional ultraderechista" a la que ha apelado en multitud de ocasiones.

Sumar y Podemos, a radicalizarse

En el día del triunfo de Trump, el partido de Gobierno debía mantener la diplomacia. El discurso de Podemos, sin embargo, suena más a trinchera. 

“Hay una lección importante para la izquierda española de las elecciones en EEUU. Pensar que funcionará el ‘Salvemos a Sánchez para que no gobierne el PP con VOX’ es regalarle el tablero de juego a la ultraderecha. Toca radicalizarse, no buscar un centro que no existe”, escribió en sus redes sociales Pablo Iglesias, cofundador de Podemos. 

Desde Sumar, Yolanda Díaz, se quedó a medio camino entre uno y otro. “La victoria de Trump es una mala noticia para toda la ciudadanía que entiende la política como la herramienta que mejora nuestras vidas, no que la intoxica de odio y desinformación. No nos quedaremos de brazos cruzados: Europa necesita asegurar urgentemente una voz propia y un lugar autónomo en el mundo”, tuiteó. 

La izquierda, por tanto, recoge el guante de esa internacional ultra a la que es previsible que apele de aquí en adelante para agitar el voto del miedo.

Así lo advierte Guillermo Fernández, doctor en Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid y experto en movimientos de extrema derecha: "Pienso que se puede esperar una radicalización del discurso de la izquierda, o al menos de una parte de la izquierda". 

"Partidos como Podemos entienden que vivimos tiempos de polarización y que en esos tiempos no sirven las propuestas tibias o moderadas pro establishment. Así que para combatir el auge de estas extremas derechas, podemos esperar que radicalicen sus políticas para enlazar con esos sentimientos de miedo o angustia que recorren la sociedad", señala el experto.