Carmen, una empresaria de frutos rojos de una finca de Huelva, lo tiene todo preparado para la llegada este mismo miércoles de Fátima, Haiti, Hadda y de otras 20 mujeres marroquíes que trabajarán en su negocio familiar.
Todas han sido contratadas en origen para trabajar en los campos onubenses y llevan unos ocho años haciéndolo. Durante toda la campaña está previsto que lleguen 14.000, 6.000 menos que las aprobadas la pasada temporada por la situación sanitaria marcada por la Covid-19.
Sin embargo, el coronavirus ya impidió la llegada de unas 10.000 trabajadoras el pasado mes de marzo. Esto dificultó las previsiones de los empresarios, que acabaron con una reducción del 20% en la producción, y la vuelta de otras 7.000 temporeras. Estas se encontraron durante largas semanas en un país que no era el suyo por el cierre de las fronteras, sin trabajo y sin dinero para volver.
La situación tensó tanto la cuerda que, incluso, el sector llegó a plantearse suspender las contrataciones en origen para esta campaña. Fueron la Junta de Andalucía y el círculo cercano al rey Mohamed VI los que desbloquearon el asunto y éstas pudieron regresar a su país. Eso sí, con una PCR negativa que abonó el Gobierno andaluz, la misma que ahora les exigen para su entrada en España, por cuenta de las autoridades sanitarias marroquíes.
Las primeras 500
Este miércoles llegan las primeras 500, han informado a EL ESPAÑOL desde la Interprofesional de la Fresa y los Frutos Rojos de Andalucía (Interfresa). Lo harán en ferry, donde sólo viajarán ellas, hasta Algeciras. Desde allí serán trasladadas a Huelva en autobuses organizados por las distintas entidades agrarias y siguiendo el protocolo Covid establecido por el Gobierno andaluz. Saldrán dos barcos por semana.
La fresa no entiende de retrasos burocráticos, de crisis migratorias, ni de Covid-19. Es muy delicada y cuando llega su momento óptimo tiene que ser recolectada para que llegue en perfecto estado al consumidor.
Para ello hace falta una gran cantidad de mano de obra en los campos onubenses, tierra por excelencia de este oro rojo, como fue bautizado hace unos años, aunque desde el sector miren con recelo este sobrenombre. Hasta 90.000 puestos de trabajo se ofrecen cada temporada.
En los últimos años, la mitad de este cupo se ha cubierto con mano de obra española y de otros países de Europa del Este, el resto con trabajadoras de nacionalidad marroquí que son contratadas en origen. El perfil es el de una mujer, de entre 20 y 45 años, con cargas familiares y con el compromiso de la vuelta a su país cuando culmina la campaña.
Este sistema reglado se formaliza cada campaña entre el Gobierno central con el Reino de Marruecos. La primera vez fue hace más de 20 años ante la escasez de la mano de obra para ocupar todo este volumen. Este año cuenta con unas circunstancias especiales: la Covid-19 y la crisis migratoria del país vecino tras la llegada a las islas Canarias de cientos de personas en situación irregular.
A principios del pasado mes de diciembre, la comisaria de Interior de la Unión Europea (UE), Ylva Johansson, viajaba a Rabat acompañada del comisario de Vecindad, Olivér Várhelyi.
"La Unión Europea quiere mejorar la cooperación con Marruecos para el retorno de sus migrantes irregulares y discutir la facilitación de visados al mismo tiempo", anunció en una rueda de prensa al comienzo de esa visita oficial en la capital marroquí. En este caso, la petición del Reino alauí pasaría por tener más visados para aumentar las entradas legales, a cambio de que cesen las ilegales.
Todo preparado
A final de la campaña anterior la Junta de Andalucía elaboró una guía de recomendaciones, en la que especifica la pautas a seguir por los temporeros para evitar que la Covid-19 se propague. Entre ellas, están los principios básicos de prevención personal, limitación de contactos, limpieza, ventilación y gestión de los casos. De las 7.000 que quedaron atrapadas en la provincia el pasado mes de julio, no se registró ni un solo caso positivo.
Para la elaboración de esta guía los empresarios plantearon limitar las viviendas a grupos de seis y ocho temporeros para crear grupos burbuja, que trabajarían en el mismo invernadero. Aunque coincidirán con otros, marcarán una distancia de seguridad y trabajarán con guantes y mascarillas.
Además, cada empresario tiene preparadas sus instalaciones en las fincas. Es el caso de Carmen, a cuya explotación de unas 80 hectáreas de fresa y arándanos llegarán unas 200 para toda la campaña, pero de manera más ralentizada. En su finca trabajan unas 500 personas entre la plantación y la recolección y tiene preparada una vivienda vacía por si se produjera algún positivo, tener un lugar habilitado donde pasar la cuarentena.
También la Junta de Andalucía ha puesto a disposición un centro de evacuación dirigido a acoger a posibles temporeros afectados por Covid-19. Se trata de las instalaciones del Albergue Inturjoven de la localidad de Punta Umbría.
A su vez, estos trabajadores cuentan con los consultores del Plan de Responsabilidad Ética, Social y Laboral (Prelsi), que habilitó hace dos años Interfresa para atender sus necesidades y ayudarlos con el idioma y demás. Este servicio lo abonan los propios empresarios aunque recientemente han alcanzado un acuerdo con la Junta de Andalucía.
Esta empresaria onubense lleva 32 años en el negocio y mira con incertidumbre esta campaña, asegura en conversación con EL ESPAÑOL. "El año pasado, lo pasamos muy mal porque faltaron kilos, pero tememos los posibles retrasos de las trabajadoras porque esta fruta no espera".
"Hasta que no están aquí no te quedas tranquilo", señala. Carmen también mira con preocupación la situación de los principales destinos de su fruta, como Alemania e Italia, muy afectadas por la Covid-19.
Más españoles
Esta temporada puede ser distinta también por otra cuestión. Podría verse marcada por la presencia de más españoles entre estos trabajadores. Las hectáreas cultivadas apenas van a sufrir variación, pasando de las 11.751 de la campaña pasada a 11.630, y cuando llegue el momento habrá que recolectarlas.
A mediados de noviembre el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) lanzó una oferta de alrededor de 9.500 puestos de trabajo para cubrir parte de estas necesidades. En ellas se han inscrito más de 4.500 personas, según los datos del servicio. Se trata de una cifra notablemente superior a las 1.000 solicitudes recogidas el año anterior.
Sin embargo, hay mucha mano de obra local fidelizada de otros años y otros que se personan directamente en las fincas para trabajar. La Covid propició la campaña pasada que muchas personas, en cuyos planes no entraba recoger fresas, acabaran en el campo.
La previsión es que este año ocurra lo mismo teniendo en cuenta la situación del sector turístico y la falta de eventos la próxima primavera en Andalucía, como ferias y celebraciones. Esto le ocurrió a los jóvenes sevillanos Guillermo y Jorge, de 23 y 33 años, por la repentina recesión que golpeó especialmente a la hostelería y el turismo.
El primero cursaba un grado bilingüe en dirección de hoteles y el segundo perdió su trabajo de director comercial en un gimnasio de Sevilla. No obstante, la Covid no pudo con sus ganas de ganarse la vida.