Valencia

Las sesiones de sexo con drogas, conocidas como chemsex, son "seguras" siempre y cuando se desarrollen de forma responsable. Es el mensaje que ha lanzado la Generalitat Valenciana a través de una campaña promovida por el del Instituto Valenciano de la Juventud (IVAJ), una entidad que depende de la conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas que dirige la vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra (Compromís).

La campaña, difundida a través de redes sociales, razona que "la práctica de chemsex siempre tiene ciertos riesgos asociados". Ahora bien, "como sabemos, las prohibiciones no evitan que haya gente que lo practique. Por eso os explicamos algunas recomendaciones para reducir riesgos en esta práctica".

En teoría, el chemsex promete ir un paso más allá en las relaciones sexuales, pues los efectos de las drogas mejorarían la experiencia sexual. La Conselleria de Igualdad ha defendido este jueves la iniciativa del Ivaj y ha asegurado a EL ESPAÑOL que se trata de una "campaña de reducción de riesgos" que también han puesto en marcha otras instituciones como el Ayuntamiento de Madrid. 

El Ivaj es el organismo encargado de coordinar la política de juventud en el ámbito territorial de la Comunidad Valenciana. La propuesta de Igualdad incluía una charla en el canal de Twitch del Ivaj con un psicólogo del servicio Orienta, la oficina integral LGTBI de la Generalitat Valenciana. La charla todavía se puede encontrar en el canal de Instagram de la institución

Así, lo primero que recomienda el Gobierno valenciano es conocer al camello que te proporciona las sustancias estupefacientes para mantener relaciones sexuales. Es decir, se te vas a drogar, antes infórmate.

"Conocer a la persona que te proporciona las drogas puede darte cierta seguridad de que sean lo más puras posible", explica. Además, pide "establecer límites antes de consumir como palabras de seguridad para que la práctica sea segura para ti y el resto".

En este sentido, la campaña añade que "un entorno seguro con gente que conoces te puede garantizar que cuiden de ti en cualquier situación". Y recuerda su "mantra": "Todo está bien siempre que esté controlado. En el momento en que se pierde la conciencia, deja de ser una práctica segura".

El desafío del chemsex

Según afirma el Ministerio de Sanidad en un informe elaborado en 2020, "el chemsex se ha definido como un uso intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un período largo de tiempo entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres".

En España, según el Ministerio, "su práctica es más frecuente en ciudades grandes como Barcelona y Madrid, y en destinos de turismo gay como Maspalomas, Torremolinos y Sitges". 

Igualmente, alerta de la "preocupación creciente por este fenómeno, ya que la práctica intensiva y continuada de chemsex puede facilitar no solo la transmisión sexual del VIH y otras infecciones, sino también ocasionar otros problemas y complicaciones para la salud física, mental y social de las personas que lo practican".

Diversas sustancias y fármacos se han asociado a la práctica del chemsex, incluyendo GHB/GBL, cocaína, mefedrona u otras catinonas, poppers, metanfetamina o ketamina, además de fármacos para favorecer la erección, entre otras, y siendo muy frecuente el policonsumo y la mezcla con alcohol.

Algunas de estas sustancias proporcionan "el subidón asociado al incremento del deseo sexual y desinhibición buscadas durante las relaciones sexuales", reconoce el Ministerio.

El informe del Ministerio detalla que "el desarrollo de parte de la cultura gay y sus expresiones ha estado significativamente vinculado a las formas específicas de relación, ocio y erótica de los hombres gais". En la actualidad, "la industria del ocio dirigido a los hombres gais ofrece alternativas o formatos altamente sexualizados y conectados con determinados estereotipos".

Al mismo tiempo, los expertos lamentan la invisibilización de "otras formas alternativas de ser hombres gais y personas sociales que, con frecuencia, no aparecen representadas". Por ello, recomienda a las instituciones promover otro tipo de ocio para "reducir riesgos" y no tratarlo como una práctica segura.

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