La Exposición Internacional “Agua y desarrollo sostenible” abrió sus puertas en Zaragoza en el verano del año 2008. Un éxito de tres meses que catapultó la imagen de Zaragoza, retrasó la incipiente crisis económica al valle del Ebro e impulsó actuaciones urbanísticas que modernizaron la ciudad. Durante noventa y tres días, la capital del Ebro atrajo a casi seis millones de personas y varios cientos de representantes internacionales de más de cien países.
Un lifting que situó a Zaragoza a la vanguardia de las capitales españolas, pero que ocho años después, desglosa una deuda multimillonaria para la capital aragonesa. Terminada la “fiesta”, sobrevoló una pregunta que muchos zaragozanos no querían hacerse hasta entonces: ¿y ahora qué?
La Expo supone un tercio de la deuda de Zaragoza
La construcción del recinto de la Expo, en el meandro de Ranillas, se presupuestó en 700 millones de euros siendo el mayor avalista de la operación el Gobierno de España con una aportación del 70%. Mientras, el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón aportaron el 30% restante a partes iguales.
El macroproyecto de la Expo estuvo acompañado de actuaciones urbanísticas ajenas a ella pero impulsadas también por las tres administraciones públicas involucradas en la puesta en marcha de la Expo 2008. Varias ejecuciones urbanísticas en el entorno del recinto Expo cuyo coste llegó a superar los 500 millones de euros y que posibilitaron la recuperación de las riberas del Río Ebro o la construcción del puente del Tercer Milenio y de la pasarela del voluntariado.
Sin embargo, la mala planificación de las infraestructuras construidas para la Expo han llegado a suponer más de 300 millones de euros de deuda para el Ayuntamiento de Zaragoza. A día de hoy, según datos oficiales, el consistorio zaragozano debe 266 millones de euros. Un agujero económico que supone casi un tercio de la multimillonaria deuda que atesora el Consistorio zaragozano. Si el Ayuntamiento no aumenta su deuda financiera, podrá devolver los créditos que contrató entre 2005 y 2008 para la adecuación de la Expo antes del año 2040, más de 25 años después de la Expo 2008.
La situación del consistorio está cercana al “colapso financiero”, según afirmó el concejal de Economía, Fernando Rivarés, hace pocas semanas. La Expo 2008 supone un tercio de los casi 800 millones que le imputa el Banco de España al Ayuntamiento zaragozano de deuda, excluyendo la deuda de la única línea de tranvía de Zaragoza. En caso de imputarle la deuda del tranvía, supondría una deuda de más 1.000 millones de euros.
Una empresa pública con 600 millones de pérdidas
Expo Zaragoza Empresarial –denominada Expoagua hasta 2009- fue creada en el año 2005, cuando Zaragoza se embarcaba en el proyecto de organizar una Exposición Internacional. Esta empresa pública, propiedad del Gobierno de Aragón en un 97,91%, nació con la previsión de rentabilizar a futuro las millonarias infraestructuras reconvirtiendo el recinto en una gran zona de negocios para inversores privados. El plan de negocio era muy optimista, pero ocho años después del cierre de la Expo se evidencia que el recinto está sobredimensionado y la todavía latente crisis inmobiliaria no impulsa la inversión privada.
Para evitar el fracaso político, los distintos gobiernos autonómicos han recurrido al rescate multimillonario de dinero en esta sociedad pública y a avalar los créditos que ha tenido que pedir a las entidades financieras.
En la primera etapa de vida de Expo Zaragoza Empresarial, desde su creación hasta el fin de la Exposición Internacional, las pérdidas acumuladas superaron los 500 millones de euros. El Gobierno de Aragón inyectó hace pocos meses 109 millones de euros en Expo Zaragoza Empresarial mediante un crédito participativo, para posteriormente ejercer una ampliación de capital. El mismo Gobierno de Aragón, solo en ampliaciones de capital, le ha inyectado a la empresa pública más de 11 millones de euros entre 2013 a 2015: 4,6 millones en 2013, otros 3 millones de euros en 2014, y 3,84 millones adicionales el pasado 2015.
Sin inversores privados
Ante la ausencia de inversores privados para el parque empresarial en el recinto de la Expo, el Gobierno de Aragón optó por autoalquilarse los espacios disponibles. Ya son varios los organismos públicos que pagan al Gobierno autonómico un alquiler de espacios en ese recinto. El caso más llamativo: la Ciudad de la Justicia. El Ejecutivo regional paga a la empresa pública, de la que es dueño, 7,5 millones de euros anuales en concepto de alquiler. De esta manera, el Gobierno aragonés ejerce de dueño y cliente, de casero e inquilino de gran parte del recinto de la Expo.
Pese al rescate que ejerce el Gobierno de Aragón sobre una empresa pública de su propiedad, los números rojos aumentan de manera alarmante. Las pérdidas han llegado a alcanzar en un solo año, en el 2011, los 43,1 millones de euros, lo que supone la cifra récord desde el inicio de la sociedad pública.
La empresa pública Expo Zaragoza Empresarial tiene una deuda viva con los bancos de más de 100 millones de euros. Y es precisamente la Ciudad de la Justicia, principal atractivo del recinto Expo, quien figura como garantía hipotecaria en el crédito de más de 100 millones que Expo Zaragoza Empresarial debe a los bancos.
Ocho años después, el recinto de la Expo ronda el 60% de ocupación gracias al traslado de diferentes entes públicos como la Consejería de Educación o el macrocomplejo de la Ciudad de la Justicia.
Edificios emblemáticos tejiendo telarañas
La Expo de Zaragoza supuso una revolución en la arquitectura de la capital del Ebro. Prestigiosos arquitectos y estudios de diseño centraron sus esfuerzos en modernizar y dotar de infraestructuras el recinto de la Exposición Internacional de Zaragoza. Sin embargo, la mala planificación de la “post-expo” evidencia el maltrato y olvido que sufren edificios emblemáticos.
El Pabellón Puente es considerado una joya arquitectónica de la España del siglo XXI. Diseñado por la arquitecta iraní Zaha Hadíd su estructura pretende imitar a un gladiolo tendido sobre el río Ebro. Formada por más de 17.000 piezas con una malla romboidal a modo de tela metálica y cubierta a su vez de vidrio permitiendo la visión del río Ebro. Consta de 270 metros de longitud. Es, sin duda, uno de los edificios más prestigiosos de la arquitecta iraní y un símbolo de la apertura a la modernidad de Zaragoza.
Antes de terminar su construcción ya se publicaba que el coste de la ejecución de la obra se estaba disparando por encima de lo presupuestado. En el momento previo a las obras de cimentación ya se había disparado su sobrecoste en 11 millones de euros. Este gasto adicional suponía un 30% del presupuesto inicial fijado en el concurso. Finalmente, por lo que se sabe tras ocho años después de su inauguración, el Pabellón Puente se presupuestó en 53,6 millones y costó 87 millones euros. Y, a día de hoy, cuesta anualmente a las arcas públicas un millón de euros.
La rentabilidad que se le ha podido sacar al Pabellón Puente es ínfima. Ha sido escenario de anuncios publicitarios de prestigiosas marcas de automóviles e incluso ha llegado a presenciar cenas de alto copete. La entidad financiera Ibercaja tiene la intención de transformarlo en un centro dedicado a la innovación y a la tecnología. Sin embargo, no hay una fecha definitiva para su reapertura.
La Torre del Agua y el Pabellón de España
Sucede lo mismo con otro de los buques insignia de la Expo de Zaragoza, la Torre del Agua. Un edificio hueco prácticamente en su estructura y dotado con una escalera a modo de caracol. El edificio continúa cerrado después de que Expo Zaragoza Empresarial se gastara más de 120.000 euros en recolocar una escultura que había sido retirada de manera poco justificada. La cesión del espacio para su uso corresponde a Ibercaja, la cual pretendía incorporar un centro de exposiciones pero se desconoce la fecha de su inauguración.
El Pabellón de España, único edificio de la Expo cuyo propietario es el Estado, pudo acabar siendo el Instituto Contra el Cambio Climático, según reconoció el expresidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, días después de la inauguración de la Expo. En el año 2009 recibió varios premios, entre ellos, el Premio Nacional de Arquitectura de España.
Desde que la Expo cerró sus puertas, hace ocho años, se encuentra vacío, inutilizado e inutilizable. Para poder otorgarle un uso habría que readaptarlo, ya que tal y como se construyó, no sirve. Como mínimo habría que invertir más de cuatro millones de euros.