"Siempre que tuve la oportunidad de elegir, elegí Galicia". Emocionado, Feijóo comparecía a principios del pasado abril para anunciar que iba a repetir al frente del PP gallego para revalidar su mayoría absoluta en las elecciones a la Xunta de Galicia. Ahora, tras meses de incertidumbre por la fecha de los nuevos comicios, el telón cae y el que podría ser el futuro sucesor de Mariano Rajoy anuncia que serán el próximo 25 de septiembre, coincidiendo con las elecciones vascas.
Feijóo es el único presidente autonómico del PP que conserva la mayoría absoluta en un feudo tradicionalmente fiel a los populares. Ello fue posible por la aparición de el fraguismo, que se asentó con fuerza durante los quince años de mandato de Manuel Fraga, (1990-2004), quien hizo posible que Galicia se convirtiese en uno de los principales graneros de voto de los que ahora bebe el Partido Popular. Así ha sido hasta hace poco, concretamente hasta la irrupción de las mareas, la confluencia de partidos de izquierda y nacionalistas que hace peligrar, todavía en la incertidumbre en la que navegan actualmente, la reedición de esa mayoría absoluta que obtuvo Feijóo el pasado 2012.
La situación es comprometida para el presidente gallego, que ya anunció que solo le vale la llave de la presidencia en el Parlamento gallego para repetir y liderar la comunidad siendo una especie de seguro de vida de Rajoy. En ningún caso contempla quedae a su suerte mezclado en la oposición parlamentaria, lo que podría ser un aviso de su ansiado exilio a Madrid. Sin embargo, esa reválida del cargo que lleva ocho años ocupando no tendría por qué llegar de manos de una mayoría absoluta. Feijóo ya ha asegurado que no tendría ningún problema en llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas, como Ciudadanos (que luchará por entrar en el Parlamento Gallego por primera vez) o con un inestable PsdeG-PSOE que no se encuentra precisamente en sus horas más altas. "Si un gobierno gana y necesita de otro partido para conformar una mayoría, hágase", aseguró hace meses.
No obstante, es esa victoria la que le presenta como la mejor baza para postularse a la sucesión de un Rajoy que no acaba de encontrar apoyos entre los otros partidos de la oposición. Y Feijóo ha sido ensalzado en diversas ocasiones por representantes de otros partidos. No han sido cuatro años fáciles para el PP gallego. Ni mucho menos para su líder, que culmina un período del cual es preciso hacer balance con algunos de los hechos más remarcables.
1. Las amistades peligrosas
No bien comenzaba su segundo mandato cuando Feijóo se daba de bruces con su pasado. Su amistad con Marcial Dorado, un importante contrabandista de tabaco después encarcelado por narcotráfico, salía a la luz a través de unas fotos en las que se les veía disfrutar en el yate del propio Dorado al sol de las Islas Cíes, en el sur de la provincia. En Galicia, el conchabeo que años atrás se traían algunas personalidades del mundo y del narcotráfico era conocido, pero era un tema tabú desde hacía tiempo. Como una losa, el caso hizo rugir a toda la oposición, especialmente a Beiras, quien pidió sistemáticamente su dimisión como presidente de la comunidad.
Sin embargo, todo se fue difuminando. Feijóo compareció para explicar que en aquel momento Marcial Dorado no había sido juzgado de ninguno de los cargos que hoy le han llevado a la cárcel. El asunto, entre plenos subidos de tono que dejaron momentos como el puñetazo de Beiras en el escaño de Feijóo, se fue enfriando con el tiempo. El presidente de la Xunta se disculpó por su “torpeza” a la hora de establecer aquella relación con Dorado. Un año después, apenas se volvió a hablar del asunto.
2. La crisis
Cuando Feijóo supo que él y sus ministros seguirían sentándose cuatro años más en las mesas del gobierno de los salones del pazo de Raxoi, tenía una cosa muy clara: lo primero a lo que iba a tener que hacer frente era la crisis económica que en aquellos momentos acuciaba en toda España.
No son pocos los miembros del PP cercanos al presidente de la Xunta los que opinan que esta fue la parte más dura de su legislatura. “Ni las fotos del primer año, ni las mareas… Lo más duro de todo fue la crisis”, asegura un miembro de su propio gobierno.
Con la imagen de trabajador que le acompaña desde hace años, refrendada por muchos de sus más cercanos colaboradores, cuenta con la confianza de todos los miembros de su partido, que siempre han cerrado filas tras su líder. En este sentido, la gestión de la crisis es lo que algunos miembros de su gabinete piensan que se ha encarado en estos años.
3. La sanidad gallega
Hace poco más de un año, Vigo se echaba a la calle. Más de 200.000 personas se reunieron en una marcha por las calles de la ciudad para protestar por las incipientes deficiencias en el nuevo hospital de la ciudad. Con un modelo público-privado defendido a ultranza por Feijóo, el nuevo hospital de Vigo fue uno de los proyectos estrella del presidente. Sin embargo, no bien había abierto sus puertas los trabajadores se encontraron con algo que no esperaban: 660 camas menos de las anunciadas, 11 quirófanos menos de los anunciados, goteras, no había laboratorio, párking de pago a elevado coste…
Fue uno de los quebraderos de cabeza más importantes que ha tenido el líder de los populares gallegos en gestión sanitaria. Sobre todo, cuando se detectó un posible caso de aspergillus en uno de los pacientes que obligó a paralizar los traslados al hospital y que se llevó por delante la cabeza de la conselleira de Sanidad.
4. La corrupción
Tampoco el PP de Galicia se ha salvado del descubrimiento masivo de los casos de corrupción en las administraciones públicas. Y eso es algo con lo que Feijóo ha tenido que lidiar, con importantes personalidades imputadas en los últimos años. La trama Pokémon fue una de las más sonadas, con líderes históricos implicados como José Luis Baltar. Entretanto, en Santiago de Compostela 10 de los 13 miembros estaban imputados por corrupción. El alcalde de la ciudad, Ángel Currás, se vio obligado a dimitir como su predecesor, Gerardo Conde Roa. Ambos están ahora en la cárcel.
5. Las mareas
El 24 de mayo del año 2015, las alcaldías de tres importantes ciudades gallegas cambiaban de manos. Xulio Ferreiro, de la Marea Atlántica, se hacía con A Coruña; Jorge Suárez (Ferrol en Común), con Ferrol y Martiño Noriega (Compostela Aberta) con Santiago de Compostela. Tres feudos tradicionales del PP de Fraga y después de Feijóo.
Las tres victorias reflejaban el fenómeno que se produjo de forma simultánea en toda España: la irrupción de Podemos y de sus confluencias. Estos resultados otorgaron a los tres alcaldes un peso muy importante en la toma de decisiones dentro de la coalición. Hasta el punto de que su importancia será crucial a la hora de elegir el “candidato de consenso” para Galicia.
Sin embargo, los tres socios de las mareas se debaten ahora en diferentes conflictos internos. Por un lado, todavía no se han puesto de acuerdo para elegir el “candidato de consenso” que algunos reclaman. Por otro, Podemos Galicia se plantea ahora si romper la coalición e ir por su cuenta para obtener grupo propio y después aliarse en los pactos con las mareas. Los resultados ya se estancaron en las elecciones del pasado junio, cuando perdieron más de 60.000 votos. El reloj ha echado a andar sus manecillas. Y el tiempo juega en su contra.