Nadie en la dirección nacional de Génova quiere aventurarse a pronosticar una fecha aproximada de investidura. Mariano Rajoy está empeñado en que el PSOE le ceda la abstención antes de dar el siguiente paso: concretar con Ana Pastor la fecha de la sesión de investidura para poner en marcha la legislatura. Once días después de que Felipe VI propusiera como candidato al líder del PP, ni la presidenta del Congreso ni el presidente del Gobierno en funciones han aclarado cuándo tienen previsto reunirse para marcar en el calendario la jornada del pleno. En la legislatura fallida, el entonces presidente de la Cámara Baja, Patxi López, se reunió con el candidato Pedro Sánchez trece días después de que fuera designado por el monarca y fijaron la sesión plenaria para dos semanas después.
Rajoy y su Gobierno han repetido en numerosas ocasiones desde que es el candidato oficial que lo prioritario es formar gobierno, no celebrar una sesión de investidura. Una afirmación que choca frontalmente con lo que los conservadores opinaban en la legislatura fallida, cuando se echaban las manos en la cabeza porque Patxi López tardó casi dos semanas en fijar la fecha en la que Pedro Sánchez acudiría a pedir la confianza a la Cámara. Ahora los tiempos deben ser otros y hay que dar un "tiempo razonable" al candidato, sostiene la presidenta del Congreso.
La oposición en bloque critica la postura del candidato oficial, que se resiste a pedir la confianza a la Cámara si es para perderla. Sin embargo, toda la presión recae sobre Ana Pastor, que es la única persona que constitucionalmente tiene potestad para fijar el día de la investidura. "Tiene secuestrado el reloj y lo maneja al antojo del candidato, que es el líder de su partido", aseguran desde la bancada socialista, que quiere revisar si jurídicamente "es legal tener secuestrado el Parlamento a su antojo". La exministra de Fomento, íntima amiga del candidato oficial, sorteó como pudo a los periodistas que le preguntaban en el Congreso y se limitó a decir que "es el tiempo de que el candidato dialogue con el resto de partidos para que pueda haber un gobierno lo antes posible".
Los expertos constitucionalistas ya destacaron a EL ESPAÑOL que la figura de la presidencia del Parlamento la debería ostentar "una persona neutral e independiente" precisamente para evitar que se postule a favor del candidato o en contra, dependiendo de si es de su mismo partido o no. Desde el 28 de julio, cuando Felipe VI encargó a Mariano Rajoy formar gobierno, mucho se ha especulado sobre cuándo podría celebrarse la hipotética investidura. Al principio se marcó la primera semana de agosto, el 2 o el 3 para la primera votación y 48 horas después para la segunda. Un calendario imposible de cumplir con el bloqueo institucional que existe.
Los siguientes pronósticos apuntaban a la semana del 23 de agosto como posible, pero de nuevo los escasos avances en las negociaciones hacen inviable que pueda producirse en esos días. Tras el Consejo de Ministros de este viernes, la vicepresidenta del Gobierno en funciones decía que "sería poco prudente fijar una fecha. Las cosas se construyen desde abajo. Si cerramos un acuerdo, la fecha sería inmediata".
En los últimos días, dirigentes del PP han apuntado la última semana de agosto o la primera de septiembre. Javier Maroto, vicesecretario del área sectorial del PP, es el que más lejos ha ido y no descartó que las elecciones pudieran celebrarse tras las vascas y gallegas, que serán el 25 de septiembre. Un escenario inviable para Mariano Rajoy, ya que confirmaría su imposibilidad para llegar a acuerdos y ya sería imposible cumplir con los plazos de Bruselas, que tiene que remitir los Presupuestos a la Comisión Europea antes del 15 de octubre.
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