El grupo parlamentario del PP se está preparando para una “legislatura de guerra”, marcada por la escasez de diputados. Esto obligará a modificar profundamente la cultura del partido. Históricamente, los populares siempre han permitido que aquellos diputados que fueran elegidos para ser ministros conservaran su escaño. Esto ya no ocurrirá, o al menos si ocurre será un hecho excepcional, aceptado por su cuenta y riesgo por el presidente del Gobierno, ya que el grupo parlamentario no puede perder un solo voto porque un ministro esté en una cumbre o en otro tipo de compromiso.
Esta incompatibilidad práctica se ha puesto de manifiesto ante la investidura que podría convocarse a finales de octubre. El Rey ha citado a los partidos a consultas y ha anunciado que viajará a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado en Cartagena de Indias (Colombia), que se celebrará el 28 y 29 de este mes. En la selección del “ministro de jornada” -el miembro del Gabinete que debe acompañar al Rey en sus actos oficiales- ya se ha planteado la situación: el candidato natural, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, no puede acompañarlo porque es diputado y su voto es imprescindible para contabilizar los 170 con que cuenta Mariano Rajoy.
Por lo tanto, el ministro que acompañará a Felipe VI a Colombia será Pedro Morenés o Luis de Guindos, que no ocupan escaños en el Parlamento.
Secretarios de Estado sin escaño
La tradición parlamentaria del PP hasta ahora pasaba por respetar el escaño a los diputados designados ministros de Estado. En cambio, si un diputado era nombrado secretario de Estado, se le obligaba a renunciar porque se supone que el cargo requiere una dedicación exclusiva a su departamento (de hecho, los secretarios de Estado no están en funciones). La única excepción se hacía con el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, por motivos obvios. Desde la X Legislatura también se permitió este privilegio al director del Gabinete de Presidencia del Gobierno, Jorge Moragas.
La decisión de obligar a los secretarios de Estado a prescindir de su escaño se respetó incluso en épocas en las que el PP gobernó con mayoría absoluta y tenía diputados de sobra para sacar leyes adelante.
Si la XII legislatura arranca, se prevé que será muy compleja y el Gobierno va a necesitar hasta el último voto. Por eso, el grupo parlamentario del PP quiere minimizar al máximo los imponderables. “Nuestros 137 diputados son imprescindibles. Tendrán que estar disponibles todo el tiempo. No pueden causar problemas gratuitamente. Estos ya nos los ocasionarán los diputados de otros grupos”, reflexionaba ayer un veterano parlamentario popular.
Enfermedad repentina
La escasez de votos a favor del Gobierno puede crear situaciones nuevas, por las que la política española no ha transitado. La enfermedad repentina de un diputado, por ejemplo, puede frustrar la aprobación de una ley importante.
En el parlamentarismo español no existen tradiciones que en otros hemiciclos son habituales y hasta están regladas, por ejemplo la práctica de mantener los equilibrios parlamentarios obligando a los distintos grupos a retirar diputados del hemiciclo para mantener las proporciones. En los parlamentos autonómicos se han dado casos de “cortesía parlamentaria” en los que la oposición ha retirado un diputado para compensar que otro del oficialismo se hallaba ausente por razones de fuerza mayor.
Tampoco se da en España la figura del diputado sustituto presente en algunos sistemas parlamentarios y todavía se recuerda la polémica que se suscitó en torno al voto telemático para los diputados, que se produjo a raíz de la modificación del Reglamento del Congreso en junio de 2011. Varios constitucionalistas objetaron la posibilidad de votar a distancia.
Engorroso protocolo
Al final, se acordó que la Mesa del Congreso pueda autorizar la votación telemática de un diputado de baja por enfermedad grave o por embarazo y maternidad, y sólo en puntos que no sean susceptibles de modificación ni de fragmentación durante el Pleno. Si en la sesión plenaria se incorporan enmiendas transaccionales o de adición, el diputado ausente no puede tomar parte en la votación. La diputada popular gallega Olga Iglesias fue la primera en ejercer el voto telemático en el Congreso de los Diputados en junio de 2012, pero las restricciones le permitieron pronunciarse sólo sobre dos de los seis asuntos votados ese día.
El protocolo del voto telemático es muy escrupuloso y fue aprobado en mayo de 2012 por la Mesa de la X legislatura. Para votar a distancia, el diputado ausente debe hacer constar a través de la intranet del Congreso su voluntad de participar a distancia en una votación. Con este paso se comprueba la identidad del parlamentario mediante un certificado digital.
Una vez expresado el voto, se comprueba el sentido del mismo mediante una llamada telefónica de la presidenta del Congreso previa a la votación. La presidenta añade el voto al final del escrutinio. La actual Mesa del Congreso podría plantearse modificar este protocolo.