Han sido cincuenta minutos de discurso en un tono conciliador, consciente de que el sábado el Parlamento le otorgará al fin la confianza. Mariano Rajoy escondió el hacha de guerra este miércoles, cuando pronunció su discurso de investidura y apeló constantemente al diálogo para que haya "un Gobierno que pueda gobernar, estable y sólido". Consciente de que es imposible gobernar en coalición con otro partido constitucionalista y que su gobierno solo contará a priori con el apoyo de 137 parlamentarios, el candidato del rey confesó en la tribuna: "Tengo asumido que cada día tendremos que construir una mayoría para gobernar".
El líder del PP agradeció al PSOE la abstención que le permitirá gobernar pero evitó hacer sangre sobre la grave crisis interna que atraviesa el partido precisamente por apoyar su investidura. Rajoy también puso en valor durante su intervención el pacto que firmó con Ciudadanos en agosto, a cambio del sí de su grupo parlamentario a su investidura. "No exagero ni un ápice si afirmo que la inestabilidad política se ha convertido a los ojos de cualquier observador en el mayor riesgo para nuestra economía", insistió.
Rajoy se comprometió ante los 350 parlamentarios que conforman la Cámara Baja a poner en marcha la agenda reformista en cuanto forme el nuevo Ejecutivo, si finalmente consigue sacar adelante su investidura. "Si esta Cámara me da su confianza convocaré a los interlocutores sociales". El líder del PP volvió a rescatar los grandes pactos de Estado (pensiones, educación, diálogo social, financiación y corrupción) que ya propuso en su anterior investidura y que entonces fueron rechazados.
El líder del PP hizo poca autocrítica, aunque se comprometió a ejecutar las medidas en materia de lucha contra la corrupción que planteó en el anterior debate de investidura. "Hoy los ciudadanos pueden comprobar que en España no existe la impunidad para la corrupción", aseguró. Rajoy pidió a los diputados el apoyo para evitar ir a terceras elecciones. "Esto no supone que se fuerce la voluntad de nadie ni que nadie tenga que renunciar a sus principios. La excepcionalidad de las circunstancias exige que se dejen a un lado todas las confrontaciones ideológicas y se sumen los esfuerzos, de manera excepcional, porque se trata de una situación inédita que no conoce precedente".
El candidato reconoció ante la Cámara que ninguno de los acuerdos "será sencillo. Exigirán un gran esfuerzo, no inferior a la dimensión de las tareas ni menor que su importancia para el bienestar de los españoles". Y volvió a hablar sobre Cataluña. "Nadie, ni el gobierno, ni las Cortes Generales, ni ningún otro poder del Estado, ninguno, puede privar al pueblo español de su derecho exclusivo, repito, exclusivo, a decidir sobre su futuro ni sobre su territorio".
Que el Partido Popular ha ganado dos veces consecutivas las elecciones es un elemento que también quiso dejar encima de la mesa el candidato. "Los españoles han mostrado en dos ocasiones su clara preferencia por el Partido Popular. No quiero hacer ostentación de los mismos. Pero parece razonable que en democracia gobierne aquella formación política que tiene más apoyos entre los ciudadanos. Y me parece más razonable si la diferencia con la segunda fuerza política supera en votos los dos millones y medio".
Un gobierno basado en acuerdos
El Gobierno que el candidato quiere poner en marcha es un gobierno "basado en acuerdos, porque así lo exigen los resultados electorales y porque nos enfrentamos a desafíos a los que ningún partido político puede hoy responder en solitario. Esto, cuando no se dispone de una mayoría parlamentaria, exige o bien un gobierno de coalición o al menos algunos acuerdos que eviten una legislatura estéril", argumentó.
El empleo y el mantenimiento de los pilares del estado del bienestar son los dos objetivos básicos "inseparables" que contiene el proyecto político del líder del PP. Para argumentarlo, volvió a tirar de cómo estaba el empleo cuando llegó al poder en 2011, cuando "se destruían 1.400 empleos al día" y cómo está ahora, "que se ha invertido la situación. Hemos cambiado la tendencia, pero no podemos abandonar el objetivo".
Antes de tender una vez más la mano a sus rivales políticos, Rajoy reconoció que "no sé qué dificultades surgirán en el camino del futuro gobierno. No serán pocas ni pequeñas. Mi grupo, mi partido y yo mismo estamos dispuestos a afrontarlas y a soportarlos sacrificios que sean necesarios. No sé si es lo que más nos conviene como grupo o lo que más nos perjudica. No sé si nos convendría más aguardar mejores coyunturas. No me interesan estas consideraciones. Me basta con saber que España lo necesita ya".
La sesión plenaria se cerró hasta mañana las nueve de la mañana, cuando comenzará el turno para los partidos de la oposición y la réplica del presidente del Gobierno en funciones.