Javi López: "Es muy difícil defender que Cataluña cabe en España si el PSC no cabe en el PSOE"
Entrevista al eurodiputado y miembro de la nueva ejecutiva del PSC: "Reconozco que es incoherente participar de una votación y después no acatar el resultado, como en el Comité Federal"
6 noviembre, 2016 01:46Noticias relacionadas
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Javier López, o Javi, como se presenta y le conocen, nació en Madrid, tiene 30 años y metió en la cartera su carné socialista en 2003. Entonces vivía su mayoría de edad manifestándose contra la guerra de Irak. Para él, a diferencia de muchos dirigentes y votantes socialistas, no hay “Felipe” sino “González”. No entra en un éxtasis místico al hablar de la Transición y reconoce abiertamente que en la izquierda catalana y española hay “un cierto divorcio”. Por una parte, entre los dirigentes socialistas y los votantes, pero también con los militantes. Cree que para recuperar la credibilidad, la socialdemocracia española y europea debería ir más allá de la defensa de los servicios públicos y abordar profundamente un debate sobre la redistribución de la riqueza para acabar con la desigualdad.
El otro abismo se explica a través del tradicional cainismo entre partidos de izquierdas, especialmente entre el PSOE y Podemos. En el Congreso de los Diputados está más teatralizado que nunca, pero en el ámbito autonómico y municipal hay ya ejemplos de colaboración existosa. El ejemplo perfecto para el PSC es el consistorio de Barcelona, donde Ada Colau comparte gobierno con los socialistas liderados por Jaume Collboni.
Ahí no se acaban los retos. Uno urgente y explosivo está sobre la mesa. En el PSOE hay sectores que apuestan por romper con el PSC en favor de una relación bilateral entre ambos partidos. En la práctica, podría privar al PSC de voz y voto en los órganos federales, como los congresos o la Ejecutiva. La gota que colmó el vaso de la paciencia de la Gestora y algunos dirigentes territoriales es el "no" a Rajoy decidido en bloque por el PSC tras haber participado en la reunión del Comité Federal que decidió la abstención. El temor a la ruptura ha sobrevolado el congreso del PSC que termina este domingo.
Javi López, eurodiputado desde 2014, sale del cónclave como una de las figuras destacadas como responsable de las políticas europeas en un cargo que dependerá directamente del líder del partido, Miquel Iceta.
¿Es este el último congreso del PSC como partido hermano del PSOE?
Espero que no. En el PSC hay una voluntad unánime de mantener unos lazos fraternales con el PSOE y de participar de sus decisiones. La historia de las relaciones entre el PSC y el PSOE es de éxito para Cataluña y para España. El PSC ha sido clave para vertebrar el proyecto español del PSOE y lo ha sido dentro de Cataluña para ser un puente fuerte entre Cataluña y España. Las mayorías electorales de González y Zapatero no se entienden sin el PSC. El éxito electoral del PSC en el ámbito local e incluso en varios momentos en la Generalitat no se entiende sin el PSOE.
Reconozco que es incoherente participar de una votación y después no acatar el resultado, como en el Comité Federal del "no" y la abstención
Pero el PSOE decidió abstención, conjuntamente con el PSC, y después los socialistas catalanes decidieron unilateralmente un "no".
En algunos momentos ha habido incoherencias en nuestras relaciones. Reconozco que es incoherente participar de una votación y después no acatar el resultado, como en el Comité Federal del "no" y la abstención. Pero tenemos que gestionar conjuntamente esas incoherencias porque la relación es compleja entre el PSOE y el PSC y entre España y Cataluña. Hay que poner las luces largas. El PSC dentro del PSOE hace al proyecto final más representativo y lo hace más capaz de vertebrar España.
Hay quien habla de una relación bilateral, como en Alemania la CDU de Angela Merkel y la CSU de Baviera.
Pero en Baviera la mitad de la población no se quiere independizar. Es muy difícil defender que Cataluña cabe en España si el PSC no cabe en el PSOE. Y cambiar la relación entre ambos dificultaría a los dos volver a ser partidos ganadores.
En su congreso han debatido sobre la manera de mirar a En comú Podem y otros actores de la izquierda. ¿Veremos algún día una candidatura conjunta con Ada Colau?
No. El PSC siempre ha sido muy favorable a cooperar y estrechar lazos con otros partidos de izquierda, en parte porque en Cataluña la izquierda siempre ha sido mucho más plural que en España. Nosotros ponemos en valor esa cultura de pactos de las izquierdas.
Podemos ha vivido durante el último año, después de las primeras elecciones, como si estuviera en el tiempo de la competición, obsesionados con ella, cuando lo que había que hacer era formar Gobierno
¿Con Ada Colau hay que aliarse o hay que derrotarla?
Hay tiempo para la competición y para la colaboración. Podemos ha vivido durante el último año, después de las primeras elecciones, como si estuviera en el tiempo de la competición, obsesionado con ella cuando lo que había que hacer era formar Gobierno. Nuestro proyecto es diferente del de Podemos. Sin ambages. Ellos adolecen de un gran dogmatismo y simpleza, dan soluciones muy fáciles a problemas muy complejos. Pero cuando llega el momento es bueno ponerse de acuerdo. Podemos no lo han entendido, pero nosotros sí. Gobernamos en las cuatro capitales de provincia catalanas con pactos diferentes. En Barcelona con Colau, en Girona con Convergencia, en Lleida en minoría con Ciudadanos, por ejemplo.
"El 'no' a Rajoy ya es pasado"
Javi López ha perdido dos apuestas en el último mes. Apoyó a Núria Parlon, la alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, en las primarias que acabó ganando Miquel Iceta, reelegido líder de los socialistas catalanes. Como dirigente del PSC, también perdió en su empeño por que el grupo parlamentario socialista votase “no” a Mariano Rajoy en la sesión de investidura. Un Comité Federal decidió lo contrario por mayoría y contra un 40% de los que creían que unas terceras elecciones podrían ser menos malas que otorgar plenas funciones a Rajoy.
Según él, lo que necesitan los socialistas es "contraste" con los populares.
Cuando alguien tiene muy claro sus principios y cree que lo más importante es acabar con la crisis institucional, no debería ser tan importante un "contraste" estético.
Creemos que al PSOE le interesa mostrar ese contraste con el PP y la abstención puede hipotecar el papel de oposición que nos toca. Por eso preferíamos rechazar la investidura de Rajoy aún sabiendo que llegaríamos a unas terceras elecciones. Por lo que representa, por la corrupción, y porque creemos que los españoles optaron en términos generales por una mayor sensibilidad social y por la regeneración de la vida política e institucional. Pero eso ya es pasado. Ahora tenemos que seguir colaborando.
Colaborar con el centroderecha en la gobernabilidad es un círculo vicioso para la socialdemocracia.
En Europa y en el Parlamento Europeo, donde hay una gran fragmentación política, este tipo de decisiones se adoptan mucho antes de repetir elecciones.
Merece la pena pensar en lo que está pasando en el resto de Europa porque se trata de un debate que no sólo tenemos aquí. Durante la primera década de este siglo, España era una excepción en Europa. Tenía dos grandes partidos que concentraban el 80% del voto con un porcentaje que superaba el 40%. En el resto de Europa, a partir de los años 90 se fueron configurando sistemas multipartidistas. La fragmentación ha empujado al centroizquierda a colaborar con el centroderecha en pro de la gobernabilidad. No lo comparto, pero lo comprendo. Pero se trata de un círculo vicioso para la socialdemocracia.
La fragmentación del electorado se produce precisamente porque no ha habido o no se ha percibido suficiente contraste entre las dos grandes opciones
¿Por qué?
Porque la fragmentación se produce precisamente porque no ha habido o no se ha percibido suficiente contraste entre las dos grandes opciones. Cuando no hay suficiente contraste, aparecen actores que hacen una enmienda a la totalidad. Así que cuidado: la cooperación puede ahondar en la fragmentación al hipotecar nuestro papel de oposición. Por suerte, en España no tenemos partidos de extrema derecha como el Frente Nacional de Francia, con más del 30% de voto según todas las encuestas. Hay otra diferencia entre España y otros países. El PP está en una situación que no es homologable con la de otros partidos de centroderecha.
¿No?
No, porque lo que ha pasado en España en cuanto a la corrupción hubiera tumbado a cualquier presidente europeo. Hay ministros en Alemania que han dimitido por fragmentos copiados en sus tesis doctorales.
¿Hay un divorcio entre la militancia y el partido?
Mi percepción es que la mayoría de la militancia del partido no ha compartido la abstención.
¿Y los votantes?
Lo que dicen los análisis es que el electorado está partido entre los que lo entienden y los que no. Pero a mí además me preocupan mucho los votantes potenciales. Sinceramente, creo que los electores que hemos ido perdiendo durante los últimos 8 o 10 años no compartirían una decisión como esta.
¿El 15-M del PSOE?
Hay quien cree que el PSOE queda herido de muerte durante años.
El tiempo lo dirá, pero la socialdemocracia no nació ayer ni acabará mañana. En España ha habido una crisis de la representación y sus mecanismos. El sistema no representaba de forma justa las preferencias de los ciudadanos. Es la raíz del 15-M. Me preocupa que ahora veamos también en el PSOE un fallo de los mecanismos de representación.
No ayuda el derribo de un secretario general elegido en primarias.
Hay un choque de legitimidades. El PSOE y el PSC, como otros partidos europeos, tenemos unas estructuras orgánicas muy fuertes y no funcionamos por tendencias, como el socialismo francés. Nos parecemos más a la socialdemocracia alemana, con una estructura orgánica y territorial que ha funcionado bien. Hemos introducido un nuevo sistema de primarias que es como un injerto en una planta diferente. Las primarias provienen de los sistema de plataforma electoral, como por ejemplo los americanos, que no tienen nuestro sistema de toma de decisión.
¿Debería haberse preguntado a la militancia sobre la abstención?
Entendíamos que si habíamos consultado antes sobre un acuerdo de Gobierno con Ciudadanos iba a ser extraño no consultarlo en este caso. A la vez soy consciente de que que los partidos lleguen a acuerdos son positivos y que las soluciones binarias o referendarias esconden problemas más complejos.
Es evidente que hoy el PSOE no tiene la capacidad y la fuerza para construir una mayoría
¿Ha superado el PSOE lo que pasó entre el "¡no nos falles!" que le gritaron a Zapatero en la noche electoral de 2004 y el "no nos representan" del 15-M en 2011?
Es evidente que hoy el PSOE no tiene la capacidad y la fuerza para construir una mayoría que tenía en otros momentos. La Gran Recesión afectó a toda Europa, pero en los países del sur se ha cargado el bienestar construido en las décadas previas, en el caso español desde 1978. De la Transición nos quedaron cuatro consensos: que la hicimos bien y era un buen pacto, el estado de las autonomías, dos opciones mayoritarias que alternaban y la monarquía parlamentaria. Esos cuatro consensos se han resquebrajado.
"Los consensos de la Transición, resquebrajados"
¿Se siente hijo de la Transición?
Respeto mucho lo que se hizo en este país en el que somos muy ciclotímicos. Pasamos de decir que es la mejor transición del mundo a denostarla. Se hizo lo mejor que se pudo. El progreso económico y político del país muestra un balance enormemente positivo. Pero también hay unas nuevas generaciones que no nos sentimos emocionalmente vinculadas a ese pacto. De los consensos básicos resquebrajados, el que se ha reconstruido mejor es el de la monarquía parlamentaria porque hizo un esfuerzo para reformarse. Lo percibió.
La lucha contra la desigualdad
Javi López trabaja en la Eurocámara fundamentalmente en la comisión de Empleo y Asuntos Sociales, en la que es ponente de un informe sobre la desigualdad, un problema que debería ser la obsesión actual de la socialdemocracia, según él. "Es el principal reto que tiene España como país", explica. A medida que ésta ha crecido, el peso de los socialdemócratas en los parlamentos ha bajado. En la Eurocámara "no hay mayoría socialdemócrata desde los 90", recuerda, y los partidos democristianos siguen siendo mayoritarios. A la socialdemocracia le ha costado digerir la globalización, la fuga de la soberanía en favor de estructuras como la Unión Europea y otras mucho más líquidas, como las económicas. Las protestas contra acuerdo de libre comercio como el TTIP o el Ceta son para el eurodiputado un buen ejemplo de que hay costuras que están reventando porque "las clases medias del primer mundo son las que se sienten más afectadas".
Da la sensación de que el diagnóstico está muy claro, pero no las soluciones. ¿Cuáles son esos nuevos grandes consensos, esas nuevas banderas que debería empuñar la socialdemocracia?
Desde el respeto a la valía de la Transición, deberíamos ser audaces para iniciar un proceso de reformas que haga partícipe a los que no la sentimos en primera persona como propia. Desde la Segunda Guerra Mundial, la socialdemocracia tuvo dos patas teóricas: [John Maynard] Keynes y [William] Beveridge. El primero por sus teorías sobre la expansión, la demanda y las herramientas monetarias. Y Beveridge por su famoso informe, que desde el Reino Unido puso las bases del sistema de bienestar. Hoy, un país del euro no puede hacer por sí solo política keynesiana y el sistema del bienestar se diseñó para una sociedad que hoy no existe porque demográficamente es diferente y el mercado laboral ha cambiado y ahora tenemos mucha temporalidad y pobres trabajando. Hay que cambiar de modelo.
La desigualdad no sólo es un problema político o ético. Hemos visto que ahora supone un problema democrático que pone en jaque a las instituciones.
¿Cuál es el suyo?
Tenemos que gastar más, especialmente en países como el nuestro. La presión fiscal es baja, pero muy centrada en impuestos sobre el trabajo y no sobre el capital. Nuestro sistema no es redistributivo. También hay que gastar mejor y regular más para proteger a los consumidores de los oligopolios. La socialdemocracia tiene además que pensar no solo en la redistribución sino en la predistribución, en generar un crecimiento económico menos desigual, con una economía menos especulativa y más social, con menos peso del sector financiero y más de la industria. Ya no se trata sólo de proveer oportunidades en el ámbito de los servicios públicos. Por mucho que tengas una buena provisión de oportunidades, si las desigualdades son galopantes el sistema no funciona. ¿Por qué en Europa tenemos 119 millones, uno de cada cuatro, de personas pobres o en riesgo de exclusión social? La desigualdad no sólo es un problema político o ético. Hemos visto que ahora supone un problema democrático que pone en jaque a las instituciones.
En España el problema es además territorial.
Y el modelo ya ha conocido sus límites. En Cataluña en concreto hay una gran pulsión de cambio para hacer una reforma territorial en sentido federal que es la evolución natural del Estado de las autonomías.
Pero eso parece que solo lo quieren ustedes. Y sus resultados en Cataluña y en el conjunto de España son muy pobres.
El federalismo tiene una larga tradición, a veces escondida. El federalismo no es ahora sólo una cuestión de convicciones sino de necesidad y de evolución natural. Que hay dos millones de personas que en Cataluña votan a favor de la independencia es una evidencia. No comparto ese proyecto. No creo que sea la solución a los problemas del siglo XXI, pero la España plural que hoy tenemos necesita de un mayor reconocimiento para afinar los mecanismos del Estado y hacer más partícipes a las comunidades que los conforman.
En el modelo territorial está parte de la explicación de sus malos resultados electorales, según muchos.
Tiene que ver, claro. El PSOE siempre fue muy hábil en escuchar y en tomar el pulso a la España plural. Ahora es evidente que no tenemos el pulso tomado.
En un día, el de las elecciones, España puede cambiar el sistema de partidos, pero no la cultura política
¿Cómo pueden acometerse todas las reformas, la constitucional incluida, cuando España tarda casi un año en tener Gobierno? ¿Sería la Transición posible en el mundo de hoy?
En un día, el de las elecciones, España puede cambiar el sistema de partidos, pero no la cultura política. Eso requiere la adaptación de todos: de los partidos, de los políticos y de los medios de comunicación. Y requiere pactos, siempre vistos en España como una traición y una cesión. No creo que todas las soluciones pasen por una reforma constitucional sino que hay antes una lista enorme de cosas que se pueden cambiar. Pero no hay varitas mágicas. Cuando alguien aparece con una suele ser fuente de grandes problemas a medio plazo.
Podemos y el 'sorpasso'
¿Cuántos socialdemócratas conoce de 31 años? Hay quien dice que el PSOE es un partido de viejos. Cuando mira a Podemos, ¿ve a un enemigo o a un potencial aliado, a un proyecto sólido o a una burbuja?
Yo milito en una idea que es valiosa y ha contribuido mucho en este país durante los últimos cuarenta años. Conozco mucha gente de nuestra edad que comparte esos principios y valores. La pregunta es: ¿por qué gente que comparte esos valores y esas ideas no ha visto como instrumento útil al PSC o al PSOE? Y no estamos hablando sólo de jóvenes sino en realidad de los menores de 45 o 50 años, de las clases medias urbanas, del electorado en comunidades del norte y el Levante de Españ. En la izquierda estamos en una dinámica ultracompetitiva. Esa dinámica forzó las segundas elecciones. Podemos veía en ellas la oportunidad histórica de un sorprasso al PSOE que acabó en fracaso. Ahora deberíamos entrar en una etapa de menos competición y más de gestión de nuestros resultados y espacios políticos.
¿Cuál es el proyecto político de Podemos?
Respeto la pulsión que hay detrás.
Durante los últimos dos años, Podemos ha cambiado mucho y continúa haciéndolo. Cambia tanto que a veces cuesta seguirles
Pero eso es un sentimiento.
Creo que hay mucha gente que se siente identificada con esa especie de revuelta, con la incomodidad frente a las injusticias. Tengo simpatía por ese sentimiento, pero no ha sido bien gestionado por un partido con cinco millones de electores. Durante los últimos dos años, Podemos ha cambiado mucho y continúa haciéndolo. Cambia tanto que a veces cuesta seguirles. Bascula entre la griega Syriza y el movimiento Cinco Estrellas de Italia. Tienen el permanente debate sobre si quieren ser un movimiento transversal, un movimiento popular o la oposición a las élites.
La socialdemocracia va a tener que reconocer que no está sola. Hemos hecho política con las mismas coordenadas durante 40 años y ahora tenemos que cambiarlas
¿Es difícil entenderse con un interlocutor tan diverso?
En cualquier caso, tenemos que aprender a hablar. Y ya se está haciendo, en el Ayuntamiento de Barcelona y en muchas comunidades autónomas, por ejemplo. Los dos actores tienen que reconocer que no va a haber alternativa de la izquierda sin la socialdemocracia. La obsesión por acabar con la socialdemocracia lo que hace es debilitar a un aliado. A la vez, la socialdemocracia va a tener que reconocer que no está sola. Hemos hecho política con las mismas coordenadas durante 40 años y ahora tenemos que cambiarlas. Así están las cosas.
Dice que en Podemos tienen un debate sobre qué quieren ser. No sé si en el PSOE ese debate es aún más urgente.
Es normal que digamos cosas diferentes. En Cataluña, con Podemos confluyen sectores como el de Iniciativa per Catalunya. En el resto de España no existe, pero ellos hemos cooperado y gobernado aquí sin mayor problema. Comparo ICV y Podemos Andalucía y creo que se parecen muy poco. Por eso entiendo que en el socialismo español existan opiniones matizadas sobre Podemos, porque es francamente diferente dependiendo del sitio.