La renovación en el PSOE tiene, de momento, algunas canas y arrugas. Varios de los nuevos altos cargos socialistas son experimentados referentes del partido. El nuevo portavoz en el Senado, Vicente Álvarez Areces, tiene 73 años. El presidente de la Gestora, Javier Fernández, 68. El portavoz en la Eurocámara, Ramón Jáuregui (San Sebastián, Guipúzcoa, 1948), los mismos.
El eurodiputado dice estar "de paso", pero la fractura en el seno del PSOE es tal que le ha llevado a él y a otros a dar un paso adelante para tratar de coser el partido, expresión de moda entre los socialistas. Para los afines a Pedro Sánchez se trata de un golpe de Estado, de una revuelta de viejos coroneles. Ellos defienden que lo que están haciendo es contribuir a salvar el prestigio de una organización centenaria y prepararla para una "remontada".
Muchas crisis convergen en la actual situación del PSOE: la del liderazgo, la del proyecto para España y sin duda las dificultades de la socialdemocracia europea para ofrecer soluciones atractivas en tiempos de la globalización. De ello le gusta hablar a Jáuregui para combatir la crisis del nacionalismo y el populismo que ve como grandes peligros para Europa. La victoria de Donald Trump en EEUU es una muestra más que le hace estar preocupado.
Mi preocupación es sobre lo que destrozará el populismo si tiene la capacidad de gobernar. Porque que caerá es seguro. El problema es el daño que nos hace mientras tanto
"Estos populismos plantean una respuesta falsa y mentirosa a unos sentimientos razonables. Le Pen le dice a los franceses: "Si salimos del euro, nuestra economía crecerá". ¿Quién lo ha dicho? ¿Dónde está escrito? "Cerremos las fronteras y no habrá terrorismo". Pero en Francia hay seis millones de personas procedentes del mundo árabe y a saber lo que le puede ocurrir mañana. Lo triste es que haya un 40% de franceses, de franceses nada menos, que le crean a esta señora. Mi preocupación es sobre lo que destrozará el populismo si tiene la capacidad de gobernar. Porque que caerá es seguro. El problema es el daño que nos hace mientras tanto", augura.
Jáuregui cree "se acabó para el PSOE el monopolio de la izquierda y no volverán los tiempos del 40% de apoyo electoral", según ha escrito en un artículo reciente. El eurodiputado cree que la aparición de Podemos no debe llevar al PSOE a competir por la izquierda sino a recuperar el centro-izquierda sociológico.
Cuanto más rivalicemos por la izquierda, más débil será la izquierda. Podemos nunca ganará a la derecha. Jamás. Jamás.
¿Cómo debe mirar el PSOE a Podemos? ¿Como un aliado o como un rival?
Tenemos que ser el partido ganador a la derecha. ¿Que eso se comparte con otra izquierda? Lo acepto. Pero tenemos que ser los socialistas los que ocupemos un centro-izquierda sociológico español imprescindible para ganar a la derecha. Sin eso, seremos dos minorías de la izquierda que estaremos condenadas al testimonialismo. Hay cinco millones de españoles que votan indistintamente a partidos distintos, incluyendo de derecha y de izquierda. Hay que ganar ese centro sociológico. Yo no quiero rivalizar con Podemos sobre quién es más de izquierdas. Cuanto más rivalicemos por la izquierda, más débil será la izquierda. Podemos nunca ganará a la derecha. Jamás. ¡Jamás! Se está convirtiendo en la vieja izquierda comunista. Y digo vieja con toda la intención, porque no hay propuestas nuevas y tienen tentaciones muy peligrosas en relación con la Constitución, con la Transición, con la reconciliación española, con el sistema territorial federal español… Esa izquierda no ganará nunca y por eso asumo el reto de ser la representación de un centro-izquierda capaz de ganar a la derecha y capaz de pactar con ellos. Pero desde mi victoria, no desde mi rivalidad con ellos, que nos llevará a dos izquierdas pequeñas.
El PSOE tiene, para Jáuregui, muchos problemas. Entre ellos, el de no ayudar demasiado a los jóvenes con talento que se acercan al partido. "Tenemos que cambiar más cosas para atraer a más jóvenes que no sólo se sientan socialistas sino que además sientan la oportunidad política e incluso carrera personal", explica. "El partido tiene una necesidad imperiosa de abrirse en ese terreno y de ser un partido atractivo". Esa será parte de su función como uno de los responsables de preparar la enésima renovación del proyecto socialista. En 2013 fue el coordinador de la conferencia política del PSOE impulsada por Alfredo Pérez Rubalcaba, que perseguía actualizar al partido para el siglo XXI. Para los cercanos a Pedro Sánchez, este nuevo intento es sencillamente una manera de ganar tiempo por parte de Susana Díaz y de tratar de neutralizar al ex líder para que, fuera del Congreso y de los resortes del poder, su figura se vaya apagando.
Soy partidario de abrir la deliberación a sistemas online. Tenemos que permitir que la militancia no tenga que ir a la Casa del Pueblo para decir lo que opina
Jáuregui cree que "las prisas no son buenas consejeras" y que hay que trabajar mucho en el concepto de participación política dentro del partido, pero enfocado a la deliberación. "Las bases nos eligen para que decidamos. La democracia representativa no es una democracia depauperada sino más depurada. Soy partidario de que el conjunto de las decisiones las tomen los órganos federales y los elegidos para ello", explica frente a quienes defendían que la abstención ante Rajoy se decidiese en una consulta a la militancia. Pero antes de la decisión hay debate. "Soy partidario de abrir la deliberación a sistemas online. Tenemos que permitir que la militancia no tenga que ir a la Casa del Pueblo para decir lo que opina, que tenga mecanismos de participación deliberativos, que el partido tenga un dinamismo más frecuente desde el punto de vista de la participación, siempre a cambio de que luego la decisión la tomen los órganos, o los diputados o el Comité Federal que corresponda", explica.
Según Jáuregui, los militantes pueden dejarse llevar por el sentimiento, pero los dirigentes tienen la obligación de ofrecer pensamiento. Él ha reconocido que estuvo demasiado tiempo callado ante lo que pasaba en su partido y que sólo desde octubre comenzó a hacer pedagogía de la abstención en serio.
Ha habido más un sentimiento que un pensamiento. Durante estos meses hemos educado a nuestra militancia en una posición anti-PP y anti-Rajoy con muchas razones, pero nos ha faltado un razonamiento político consecuente
¿Existe un divorcio entre los militantes y los dirigentes del PSOE?
En relación con lo que ha sido la abstención en la formación del Gobierno, sí. Yo, que he estado bastante alejado del debate hasta el mes de octubre, cuando me incorporé porque me pareció que tenía una opinión que dar, me encontré con que la militancia no me entendía y que me reprochaba en las redes mis puntos de vista. Para mí es consecuencia de que no ha habido un razonamiento político. Ha habido más un sentimiento que un pensamiento. Durante estos meses hemos educado a nuestra militancia en una posición anti-PP y anti-Rajoy con muchas razones, pero nos ha faltado un razonamiento político consecuente. Cuando hemos tenido que explicar que nuestro sentido democrático nos obliga a que si no tenemos una alternativa, tenemos que permitir que el partido ganador pueda gobernar, la gente no nos ha entendido. Inclusive cuando hemos explicado que esto era malo para España y también para el PSOE, la gente no nos entendía porque estaba en el sentimiento. Ahí hemos fallado.
El PSC y el próximo congreso
Jáuregui se moja sobre dos aspectos sobre los que hay en estos momentos muchas dudas. El primero es la relación entre el PSOE y el PSC, muy dañada por el "no" de los siete diputados catalanes tras haber participado su partido en la reunión que decidió la abstención. Para Jáuregui, también el PSOE tiene que hacer un esfuerzo por entender la realidad catalana, donde el PP es el quinto partido en el Parlament. "Tenemos que seguir siendo el mismo partido, tanto allí como aquí. Tenemos que adecuar algunas cuestiones en el marco de las relaciones: más lealtad por parte del PSC con el PSOE y más comprensión del PSOE de lo que ocurre en Cataluña", explica.
Este lunes, Javier Fernández y el líder del PSC, Miquel Iceta, acordaron crear una comisión para estudiar la relación entre dos partidos jurídicamente distintos pero políticamente muy vinculados. Según no pocos en el PSOE, si el socialismo español no tiene poder de decisión en asuntos del PSC, el partido catalán no debería estar representado en la Ejecutiva federal o votar en los congresos para elegir al líder. Para Jáuregui, los 18.000 militantes del PSC, el segundo territorio con más afiliados, deberían seguir participando en la elección del secretario general.
Jáuregui también defiende que en el próximo congreso no haya dos candidaturas distintas sino un solo proyecto de unidad. Para él, Sánchez no es el futuro del partido.
¿Qué le parece que Sánchez haya anunciado una campaña por toda España para tratar de recuperar el PSOE? ¿Debería asumir que es el pasado?
Personalmente, creo que sí. Es muy poco razonable que Sánchez vuelva a ser líder del partido. Fue un honor para él, pero ya pasó. Tenemos que proyectarnos al futuro de otra manera y con otras personas.
¿Cuándo debería ser el próximo congreso del PSOE?
Calculo que será antes del verano, pero las prisas no son buenas consejeras. Hay que cerrar heridas, resituar al partido y reflexionar sobre cuál es el partido que queremos para la España que tenemos.
Como socialista vasco que es usted, si Patxi López se presenta, ¿le apoyará?
No tengo ninguna opción sobre personas. Yo lo que quiero es un acuerdo orgánico serio. Me gustaría que hubiese un solo candidato. Si lo hay, yo lo apoyaré. El partido necesita un acuerdo orgánico en torno a un líder.
Usted defendió en 2014 apoyar Juncker para la Comisión Europea y ha abogado abiertamente la abstención que ha dado el Gobierno a Rajoy. ¿Está a favor de negociar y acordar con el PP los presupuestos?
No lo veo fácil. El PSOE no está de acuerdo con los parámetros de la austeridad y de la reducción del gasto. Estamos de acuerdo con cumplir con Europa, pero no de la manera en la que lo va a hacer el PP. No veo al PSOE pactando los presupuestos, pero sí le veo pactando cosas importantes para España en las cuales la convergencia con el Gobierno es, en mi opinión, imprescindible.
¿De dónde se deben recortar esos 5.000 millones que exigen los compromisos europeos?
Hay que ingresar más. En el año electoral del 2014 el PP hizo una rebaja de impuestos con la clara intención de recuperar popularidad fiscal. Eso es lo que nos ha castigado con el déficit. Lo que hay que hacer es reequilibrar en los ingresos, no en el gasto.
Según Jáuregui, el principal objetivo económico de la socialdemocracia europea tiene que ser domar la globalización frente a los que la quieren sin reglas y los que simplemente la rechazan, algo que para él no es realista. Y buena parte del trabajo ha de hacerse fuera de España. "El problema de la socialdemocracia es que sus propuestas están contempladas en el estado-nación y hoy ya nada se decide ahí", explica. Así, de paso, se recuperará apoyo al proyecto europeo.
¿Cómo se puede reconectar a los jóvenes y los desilusionados con Europa de nuevo?
Europa necesita como el respirar un alza de los salarios para que haya una capacidad de demanda interna mayor y para combatir la desigualdad que se ha producido en estos años. ¿Eso cómo se hace? Con un pacto de rentas y con una política que estimule esa idea. Hay que duplicar o triplicar la política keynesiana de inversiones. Tenemos que darle un poco más a la maquinita [los estímulos monetarios desde el BCE] y la Reserva Federal tiene que comprometerse más. Tiene que hacerse la unión bancaria, el mercado de capitales, la unión energética, la agenda digital...Tiene que hacerse un pilar social potente con un subsidio para los parados de larga duración, un salario mínimo más alto… Y luego hace falta un discurso proeuropeísta que conecte con los jóvenes que ya no pueden creer que Europa es la esperanza de la paz porque la paz es su horizonte. Tenemos que resolver la incertidumbre, porque estamos en una época en la que se acabaron las certezas. Las certezas de mi vida juvenil eran que mejoraba mi salario cada año, compraba mi piso, hacía mi familia, tenía un trabajo relativamente seguro, me formaba pero progresaba… Esas certezas se han acabado y estos efectos de la globalización descontrolada son los que tienen que formar parte de un discurso más europeísta para que una Europa más potente haga democratizar la globalización.