Susana Díaz, esta semana en Sevilla.

Susana Díaz, esta semana en Sevilla. EFE

Política LA LUCHA POR EL PSOE

Díaz tasa en un 30% el apoyo de la militancia del PSOE a Sánchez

La recuperación de la Internacional y el puño en alto en los actos de los sanchistas causan perplejidad en el sector oficialista.

16 diciembre, 2016 00:31

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Desde que dejó el liderazgo del PSOE y su escaño en el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez ha sido la estrella indiscutible de dos actos. El primero, en Xirivella (Valencia) y el segundo en El Entrego (Asturias). Los dos acabaron igual: con la Internacional, el histórico himno de los trabajadores.

El gesto ha extrañado en los sectores que ahora mandan en el PSOE. La Internacional es un canto tradicional y todavía se escucha en los congresos del partido, aunque hace mucho tiempo que no se utiliza regularmente en otros actos.

Muchos militantes desconocen su letra, que este lunes, en un acto de afiliados que reclaman primarias ya en el partido, tuvieron que seguir por una pantalla. Algunos de los diputados del "no" levantan el puño derecho (utilizado generalmente por comunistas, no por socialistas) en vez del izquierdo y en ocasiones estiran el brazo hacia delante (en posición Superman) y no hacia arriba. Durante los más de dos años que Sánchez fue secretario general y dos veces candidato a La Moncloa, es difícil encontrar mítines que concluyeran con el famoso himno.

Este tipo de gestos denotan, para el entorno de Díaz, una falta de coherencia con su pasado más reciente. El análisis de su discurso y de la cantidad y perfil de los asistentes a estos actos, cuidadosamente seguidos por la Gestora, hacen pensar a la líder de los socialistas andaluces que el movimiento que quiere liderar Sánchez no tiene la fuerza pretendida. Junto a él apenas hay cargos del partido y él suele rodearse de los dirigentes locales y diputados del "no", algunos de ellos independientes.

"Si se presenta, no va a sacar más de un 30%", ha dicho Susana Díaz en conversación con distintos interlocutores del partido, según ha podido saber este periódico. La presidenta andaluza está convencida de que existe una mayoría silenciosa que no se manifiesta y de la que dependerá la elección del nuevo líder del PSOE en un proceso de primarias en el que estarán llamados a votar más de 180.000 afiliados. 

Los cálculos de Díaz se basan en tres factores: el poder orgánico ya movilizado en su favor; sus labores de costura y seducción de los dudosos y el tiempo. Según su teoría, retrasando el congreso se conseguirá que Sánchez se disipe como la niebla mientras brilla la oposición parlamentaria.

Díaz ha pacificado el partido en Andalucía tras lustros convulsos y confía en la movilización de su federación como garantía de su elección. No en vano, más de un cuarto de los militantes socialistas españoles provienen de Andalucía. Pero también cree que el apoyo será muy mayoritario en otras comunidades como Castilla-La Mancha,  Extremadura, parte de la Comunidad Valenciana y de Asturias, Aragón y Canarias.

Díaz se está esforzando en convencer a los líderes provinciales de Castilla y León, donde se ha desplazado y donde recientemente ha estado José Luis Rodríguez Zapatero, el expresidente que más apuesta por ella. En paralelo, la favorita para liderar el PSOE trata de contener a los críticos. Con el nuevo marco de relaciones entre el PSOE y el PSC pendiente, ha neutralizado por el momento a Miquel Iceta, el barón más mediático de los que apoyaba a Sánchez.

Aún está por ver si los 15.000 militantes catalanes podrán votar en las primarias. Depende de unas negociaciones que van lentas y podrían durar aún más de un mes. En caso de que mantuviesen el sufragio, Díaz no espera un apoyo significativo de los alrededor de 9.000 que podrían ejercer su derecho al voto. Más bien al contrario por la identificación de Díaz con el españolismo y con Rajoy, fomentado desde Cataluña y desde sectores del PSC. La andaluza tampoco cuenta con los socialistas baleares, cuyo apoyo a Sánchez tenía más que ver con convicciones ideológicas y la necesidad de tender puentes con el nacionalismo e independentismo que propugna la presidenta autonómica, Francina Armengol. 

La incógnita del "ni Su ni Sa"

Los diputados Zaida Cantera, Odón Elorza y Sofía Hernanz, este lunes en Madrid.

Los diputados Zaida Cantera, Odón Elorza y Sofía Hernanz, este lunes en Madrid. EFE

Díaz y su equipo ven con mucho escepticismo las más de treinta plataformas que se están constituyendo para reclamar primarias y un congreso del PSOE cuanto antes. La Gestora rebaja mucho las cifras de asistentes a sus actos que ofrecen los organizadores o el equipo de Sánchez. Creen que se irán apagando como el proceso de recogida de firmas iniciado por el alcalde de Jun (Granada), José Antonio Rodríguez, también implicado en estas iniciativas. 

"Hemos sobrevivido a 137 años de debates internos. Algunos a ver si sobreviven a 137 días", dijo esta semana Mario Jiménez, número dos de la Gestora y fiel aliado de Díaz. Pero no todos lo ven así en el PSOE, incluso entre los que apoyan a Díaz o creen inevitable su victoria.

"Antes, tener el poder orgánico te garantizaba el control sobre los militantes. Votaban mayoritariamente lo que decía el dirigente. Eso no es malo. Simplemente indica que esa persona a la que habían elegido previamente tenía ascendencia, era un líder. Pero la abstención rompió eso en muchos casos y ya no sabemos si los militantes se dejarán aconsejar. Están muy cabreados", explica un diputado con amplio conocimiento de las bases. 

Por ese motivo, es difícil determinar el comportamiento de los militantes tomando como referencia las expresiones de sus dirigentes y el rechazo a Díaz o el apoyo a la opción sanchista, sea con Sánchez como cabeza de cartel o como padrino, podría superar el 30%.

"Susana se ha quemado mucho en el proceso", explican fuentes de la Gestora, "pero es lo único que tenemos". Entre algunos sectores de la militancia ha empezado a calar la expresión "ni Su ni Sa", en referencia a Susana [Díaz] y Sánchez, poniendo de manifiesto el escaso interés por la vuelta de un líder chamuscado o la elección de una dirigente con muchos contras para levantar al partido.