Nada más conocerse los resultados de la consulta a las bases de Podemos sobre el sistema de votación de Vistalegre II, tanto Pablo Iglesias como Íñigo Errejón apelaron al diálogo para intentar llegar a un acuerdo que evite una batalla a cara de perro en la Asamblea Ciudadana. Sus palabras, sin embargo, han chocado con la cruda realidad de un partido dividido en facciones. Entre los más cercanos al secretario general reniegan de un pacto con el secretario político y consideran que es mejor confrontar proyectos.
En el referéndum a las bases, unos y otros midieron sus fuerzas reales de cara a las negociaciones previas a Vistalegre II. Pese a que la corriente de Errejón saliera reforzada en la consulta, entre los colaboradores de Iglesias han hecho sus cálculos. Y argumentan que si bien es cierto que les sorprendió ganar por tan poco margen, no es menos verdad que, aliados con los anticapitalistas, superarían con creces a los errejonistas en una hipotética pelea en la Asamblea Ciudadana. Los pablistas y los anticapis ya se unieron en la batalla de Madrid que enfrentó a Ramón Espinar y Rita Maestre. La jugada les salió a la perfección.
Preferencia por un pacto con 'anticapis'
La reedición de ese pacto es, para los afines a Iglesias, mucho más factible y apetitosa que un acuerdo con Errejón. Aunque los pablistas tengan que ceder en algunas cuestiones organizativas ante los anticapitalistas, juntos podrían imponerse sin demasiada dificultad, según estiman. El sistema de votación creado por Pablo Echenique y que se impuso en la consulta premia a las listas mayoritarias y, sobre todo, las posibles alianzas. Por tanto, el camino está preparado ya para que pablistas y anticapis liquiden a los errejonistas.
Iglesias no para de decir que quiere ser “el secretario general de todos”. Apela a llegar a un acuerdo porque es “lo que nos piden los inscritos”. Y asegura que se va a “dejar la piel” para “integrar a todos” en la dirección del partido. Pero, más allá del discurso, están las posibilidades reales de evitar la pelea.
Los más cercanos al secretario general no solo ven difícil un acuerdo con Errejón, sino que también consideran que sería perjudicial. Ellos prefieren entenderse con los anticapis y acabar con la dualidad entre Iglesias y Errejón con una victoria refrendada por las bases. Y, tal y como ya han declarado Carolina Bescansa o Irene Montero, lo mejor sería que quien tenga otro proyecto distinto al de Iglesias, presente batalla en Vistalegre II o calle para siempre. Un reto que está lanzado y que, si como parece no hay acuerdo, Errejón tendrá que aceptar.
La división que no cesa
Los acontecimientos de las últimas horas apuntan a que habrá reto. En los días posteriores a la exhibición de fuerza de los errejonistas en la consulta a las bases, han acontecido dos hechos que evidencian cómo los ánimos no se han apaciguado entre las diferentes corrientes del partido morado. Primero, el pablista Ramón Espinar, secretario general en Madrid, fulminó al errejonista José Manuel López como portavoz en la Asamblea regional. Una decisión que se entendió en clave de purga por Errejón y los suyos. Tanto es así que el propio secretario político criticó lo sucedido en las redes sociales.
Al día siguiente llegó el segundo hecho que demuestra que la pelea, lejos de remitir, continúa más viva que nunca. Los más cercanos a Iglesias arremetieron en tromba contra Errejón por sus críticas a Espinar. El secretario de Organización, Pablo Echenique, inició el ataque. Continuaron la jefa de Gabinete de Iglesias y coportavoz en el Congreso, Irene Montero, el responsable de Relaciones con la Sociedad Civil, el diputado Juanma del Olmo, la eurodiputada Estefanía Torres o el propio Espinar. Acusaron al número dos de Podemos de “dividir”, “confrontar”, “enfangar” o “utilizar a los medios”. Unas acusaciones que han irritado a Errejón y los suyos. Otro capítulo en una división que no cesa.
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