El Ayuntamiento de Madrid ha decidido talar más de 10.000 árboles tras testar la salud de 100.000 ejemplares. Las tumoraciones y putrefacciones han empujado la motosierra. Según los técnicos, no queda alternativa.
Un ejemplo de este saneamiento radical del arbolado es el Paseo de Pintor Rosales, que cambiará de cara en los próximos meses. Verá caer 213 árboles en menos de 60 días. Se replantarán algunos. Ahora cuenta con 569, que se quedarán en 455. Y lo de esta avenida es sólo la foto que ilustra lo que ocurrirá en el conjunto de la ciudad.
En septiembre del año pasado, y tras la muerte de tres personas debido a caídas inesperadas de ramas -dos en 2014 y otra en 2015-, Manuela Carmena decidió auditar el patrimonio verde de la ciudad. El resultado, recién conocido, ha sido este: talar 10.488 árboles. “Ya se ha intervenido en el 77%”, reseña Ahora Madrid.
En contrapartida, la alcaldesa ha anunciado que replantará 14.000 unidades entre febrero y abril, por lo que la masa forestal de la ciudad no tendría por qué verse resentida. Eso sí, paseos como el del Pintor Rosales cambiarán de aspecto y se quedarán huérfanos hasta que los troncos se estiren y alcancen las medidas de sus mayores, muchos a punto de ser sacrificados por sus enfermedades.
"Los dejan crecer demasiado"
El día 8 de febrero, el equipo de Carmena se reunirá con las asociaciones vecinales de Pintor Rosales para informarles de la inminente tala. Uno de los motivos esgrimidos para acometerla es la alta densidad de árboles. Apenas cuatro metros separan un tronco de otro, lo que resta seguridad.
Pilar y Carmen disfrutan del sol de invierno a media mañana. Pasean por aquí desde hace más de 40 años. “Los árboles han envejecido, como mi piel”, dice Pilar, poética ante las risas de su amiga. “Creo que los dejan crecer demasiado, soportan mucho peso y enferman”. “Aquí cerca hemos visto incluso aceras levantadas por culpa de las raíces”, apostilla Carmen.
Dos señoras pasean cogidas del brazo a unos metros. Se presentan: “Somos Pilar y Carmen”. Se llaman ustedes igual que aquellas dos de allá. “Es que somos muy mayores y antes casi todas éramos Pilar y Carmen”, se ríen. “Hace dos años se cayó una rama enorme, no nos golpeó de milagro. Afortunadamente, no pasó nada. Pero está claro que estos árboles no están bien. No hace falta más que mirarlos. Nos da pena que desaparezcan, pero si es una necesidad… Que lo dejen bonito, por favor”, piden estas vecinas.
"¡Que le corten a ella la cabeza!"
“Oiga, ¡esto es una vergüenza!”, se queja Paco. Pasea rápido, barra de pan en mano, gaznate embutido en bufanda y brazos que no paran quietos. “¡Que le corten a ella la cabeza!”, dice sobre Carmena. Hombre, lo dirá usted en broma. “Sí, sí, pero es que estos de Podemos no me gustan nada. Menos talar y más cuidar. Fíjate, ninguno de estos árboles está podado, es normal que enfermen”.
Paco lamenta el cambio de aspecto de la calle. Quizá no la vuelva a ver con árboles tan altos como ahora. “Depende de la especie que elijan. Si son chopos, irán rápido para arriba…”.
“En Las Vistillas han talado veinte y estaban sanos”. ¿Está seguro? “Bueno, igual había alguno enfermo, pero en general estaban bien. No hay derecho. No tienen ni puta idea, no sé quién les ha dado la carrera”, termina. “Adiós, adiós”, y se va con prisa, susurrando, con la barra de pan apuntando algunos de los árboles con los que se cruza.
A partir de febrero, esta secuencia será una constante: tala-extracción de raíces-cambio de sustrato-plantación.
El problema de los contratos
En cuanto a las deficiencias en la gestión, tal y como ocurre con las basuras, el equipo de Carmena refiere los contratos integrales suscritos por Ana Botella en 2013: “Se redujo el importe destinado en exclusiva al patrimonio verde”. Y es cierto. Antes de 2009, se dedicaban a este menester 103.838.751 euros anuales. Ahora, esta cifra no sobrepasa los 64.000.000, casi un 40% menos. Hay una barrera. Estos contratos no pueden rescindirse sin pagar una alta cifra a las empresas.
El pasado septiembre, al anunciar la auditoría forestal, la delegada de Medio Ambiente, Inés Sabanés, reconoció la existencia de 9.000 alcorques vacíos. Esto incluso llevó a Esperanza Aguirre a plantar un árbol con sus propias manos, pico y pala ante la mirada incrédula de los periodistas. Entre 2015 y 2016, el consistorio asegura haber rellenado 2.000 alcorques.
En los próximos tres meses, el Ayuntamiento de Madrid afrontará el desafío de la reforestación. Caerán más de 10.000 árboles. El objetivo, plantar 14.000.