Coslada: la tercera vida de Rivera, la primera de Ciudadanos
Izquierda y derecha han convivido en Ciudadanos gracias a un bien superior: la lucha contra el nacionalismo.
6 febrero, 2017 01:04Noticias relacionadas
A veces un correo electrónico puede cambiar la historia de un partido político. Ocurrió en 2006, poco después del congreso fundacional de Ciudadanos. Félix Pérez Romera, uno de los 15 firmantes del manifiesto de los intelectuales, escribió un email a Félix Ovejero y Francesc de Carreras preocupado por las maniobras del sector más conservador del partido. Pérez Romera se equivocó de dirección y lo envió a una lista de varios destinatarios. Cuentan que Arcadi Espada montó en cólera. A Pérez Romera no le quedaron ganas de seguir vinculado a Ciudadanos por la cantidad de puñales que le clavaron.
El ambiente estaba muy revuelto en Ciudadanos, que desde su nacimiento siempre encontró dificultades para conciliar la vida de sus dos almas: la de derechas y la de izquierdas. El punto de equilibrio se encontró en una definición salomónica del Ideario: "Ciudadanos se nutre del liberalismo progresista y el socialismo democrático". Había un bien superior a la ideología, la lucha contra el nacionalismo.
En la Asamblea General de 2007 en Hospitalet del Llobregat, Albert Rivera, que tenía 27 años y había llegado a la presidencia por el azar del orden alfabético, gastó su primera vida como líder de Ciudadanos. El sector conservador presentó como candidato alternativo al profesor de Ciencias Políticas Luis Bouza-Brey. Dicen que el muñidor en la sombra era Arcadi Espada. En el ala progresista, las fuerzas se aglutinaban en torno a la figura del entonces secretario general, Antonio Robles. Rivera, en medio y casi sin posibilidades.
La izquierda salvó a Rivera
Robles sondeó su propia candidatura, pero finalmente desistió. No le gustaba la correlación de fuerzas que le podía llevar a la presidencia. Su apoyo y el de la militancia de izquierdas fue decisivo para que Rivera derrotase a Bouza-Brey. Quizá Rivera nunca supo que Robles estuvo a punto de descabalgarle. El centro izquierda ganó la batalla. Un buen número de afiliados y militantes destacados decidió entonces vincularse al proyecto naciente de UPyD. Rivera fue líder gracias a la socialdemocracia que acaba de tumbar.
La coalición con el grupo de ultraderecha Libertas, promovida por el irlandés Declan Ganley, para las elecciones europeas del 2009 fue el otro punto de inflexión en el liderazgo de Rivera. Ciudadanos tenía ya tres escaños en el Parlament de Cataluña. Robles, su mano derecha, se enteró por la llamada de un periodista. Dimitió inmediatamente y dejó su acta de diputado. Pepe Domingo, el tercer diputado, abandonó el grupo pero no el escaño.
La alianza con Libertas fue un sonado fracaso electoral que desgarró Ciudadanos. En solo un año, el partido pasó de casi 5.000 afiliados a sólo 600. Rivera sobrevivió al envite con un examen de conciencia y un propósito de enmienda. Ya en 2010, algunos catalanes comenzaron a sentir que el nacionalismo cruzaba fronteras impensables hacía solo unos años. Libertas se olvidó rápido porque había otras urgencias. Y Ciudadanos era la única voz que representaba a un amplio sector de catalanes no nacionalista.
Nuevo Ciudadanos
El crecimiento de Ciudadanos desde entonces ha sido imparable, y no sólo, pero también sobre todo, en Cataluña. El partido que ha reunido su IV Asamblea General en Coslada (Madrid) no tiene nada que ver con el de hace diez años. Rivera ha empezado su tercera vida como presidente sin oposición interna, representación institucional en casi toda España, viento favorable en las encuestas y las manos libres para diseñar el Ciudadanos que quizá soñó hace tiempo.
Pero para una parte de la militancia en Cataluña, el congreso ha sido traumático emocionalmente. Su hasta ahora pequeña familia ha crecido, se ha mudado de ciudad y ha cambiado de piel. No reniegan de la expansión, pero dudan. La renuncia al traje socialdemócrata, que un día ayudó a Rivera a sobrevivir, es sólo un síntoma de que para ellos se está rompiendo una cierta armonía. El partido se ubica ahora más cerca del centro derecha, pero con un apellido progresista que le permite distinguirse de los partidos tradicionales.
La travesía ha sido larga y compleja. Los resultados del cambio tanto a nivel orgánico como electoral, inciertos. De aquellas peleas de los orígenes todavía sobreviven un puñado de testigos como José Manuel Villegas. Otros no conocieron las batallas. Ciudadanos ha bautizado en Coslada su primera vida como organización política nacional. A Rivera todavía le quedan cuatro.