Desde Madrid, con amor. A Fernando Arrabal le llamaron para contárselo. Estuvo a punto de no coger, pero creyó que era la reina Sofía. Sin anestesia: "Oiga, van a borrar su nombre de una de las Naves de teatro de Matadero". También el de Max Aub. Entonces, buscó en el baúl de lo raro y halló una postal de la Cibeles, un tanto africana, de verano. Anotó el código postal, firmo "arrabalaicamente" y estampó la dirección de Manuela Carmena. Es su queja, críptica. Sólo aparcaría el surrealismo para clamar: "Purgados, fulminados, rematados".
Pero fue un instante, quizá la desidia. Ya en conversación con este periódico, dispuesto a la entrevista, ha vuelto a calzarse el halo extraterrestre que enamoró a Andy Warhol y Salvador Dalí. Sigue su carril, el del tipo que ha fundado su propio partido anarquista. "Tiene un sólo miembro y a veces me echo a mí mismo".
¿Cree que le responderá la alcaldesa?
"Claro que me contestará. Prefiero que lo haga a mano. Como me escribió siempre Tierno Galván. Me dicen que todos se hicieron un selfi conmigo. ¿No se atreven a poner la foto? No lloran, piensan en sus maquillajes".
Ahí lo más inteligible de la patafísica -"lo que está alrededor de lo que está más allá de la física- cita de Arrabal con EL ESPAÑOL. "¿Por qué no me dejan hablar? ¿Por qué no me dejan hablar?", repetía el cineasta envuelto en una chaqueta amarillo chillón el 5 de octubre de 1989 en un plató de Televisión Española. Sánchez Dragó, moderador de aquella tertulia, trataba de domarlo sin éxito alguno. Arrabal incluso volcó la butaca y fue al suelo. "¿Por qué no me dejan hablar?". Esta vez, como tantas otras, ocurre lo contrario y se le pregunta.
¿A qué cree que se debe la retirada de su nombre?
"Si se cortan los brazos de los que tienen fiebre, no les baja la temperatura".
Es la borrachera de lo abstracto, como la de aquel día en TVE, quizá la más vista desde entonces. Ha presumido varias veces de que su ebriedad televisiva tuvo más impacto que la de Charles Bukowski. Este lunes se enteraba de que Arrabal y Aub cambiarán por un par de números si todo sigue según lo pautado por el Gobierno de Carmena.
¿El cambio de nombre es purga e ideología?
"No se asemeja al aceite de ricino. Con sardinas. Ir ida y vuelta a Ciudad Rodrigo, en mulo, ¿con Lady Gaga o con paparazzi? Por cierto, Google: ¡kaput!".
Arrabal llegó a París el siglo pasado. Allí se quedó. La "desgraciada suerte" de la tuberculosis cuando meditaba volver. En ese salón repleto de tesoros de la Historia del XX, adornado incluso por un garrote vil y por el que pasan "los hombres más poderosos del mundo", el premio Nabokov zarandea el Ejecutivo de la alcaldesa con un relato indescifrable.
¿Qué tienen usted y su obra que pueda incomodar a Carmena?
"Los dramaturgos son casi tan desconocidos como los poetas. Salvo los que viven solos en selvas de like. ¡Y sin kleenex!".
Arrabal ama el ajedrez con devoción jesuítica. En febrero celebró el mundial femenino, celebrado en Irán. Esta vez, como siempre, su estrategia es disparatada. Excéntrica, como la postal que ya va camino de Madrid.
Franco lo encerró en la lista de los tipos más peligrosos, al lado de Pasionaria. Ahora la izquierda también despeja su nombre, lo borra.
¿Conoce a la alcaldesa? ¿Se han visto alguna vez?
"¿Fui novio de su papá? Es un rumor estrafalario, pero su fuente no es fiable".
¿Qué pierde Madrid si se queda sin Max Aub?
"Su encanto más castizo. Como el de los loros hablando sin acento en volapük. ¿Es cierto que la gente en Madrid no se atreve ya a decir que tiene un Samsung?".
Es el superviviente con más pedigrí del surrealismo. Se sabe único, casi en peligro de extinción. Por eso habla del "volapük", una lengua artificial creada por un sacerdote alemán a finales del XIX. Quién sabe, quizá su postal a Carmena vaya escrita en este idioma.
Es el exponente estrafalario de un tipo que ha llegado a decir que a veces no entiende lo que escribe. Sí, ya. "Lo sabe, lo sabe", dicen aquellos a los que les toca ser diana.
¿Qué ocurre con el cambio de nombres en Madrid? El debate ha prendido en llamas. La discusión política entre Carmena y el resto de fuerzas es dura.
"Las inauguraciones son tan horrorosas que parecen vaqueros del año próximo. En Corea del Norte sólo vienen militantes que no existen. Y como hace menos frío la gente se quita sus calcetines rosa bombón".
Ha pasado mucho tiempo desde que Arrabal llegó a París haciendo autoestop para ver una obra de teatro. Ahora, si levanta el dedo para regresar a Madrid, se encontraría su apellido inerte, asesinado en Matadero. Junto al de Aub.
De esto, de lo otro, quizá escriba teatro. O versos. Puede que pinte. Se confiesa creador de "poemas plásticos".
¿Qué obra de teatro escribiría sobre Podemos y Carmena?
"Me excitan los partidos políticos: es todo lo que me emblandece. ¡Los mandos tienen cóleras elegantes! Según me dicen los helicópteros. ¡No son tan caros!".
¿Cuál es su apuesta para la Memoria Histórica?
"Nunca supe nada de ella. Ni ella de mi padre. Ni mi padre de Jackie Kennedy. Ni Jackie del proceso creativo. Ni los creativos de los sushi. Ni los sushi de la memoria esa. Más o menos".
Fernando Arrabal se bebe Francia. Todos los días. Llegó a pedir la nacionalidad, pero quería conservar su españolismo. Le pusieron en un brete. "Elija". Entonces le asesoró el rey Juan Carlos I. Le hizo caso porque se llevan bien. España, Madrid, le ha pegado un rejonazo. Sin nombre en la Nave de Matadero. Lo critican PP, PSOE y Ciudadanos.
¿Por cosas como ésta le gusta viajar?
"Viajo menos que lo debido y más de lo que quisiera. Puesto que allá sólo comen Coca Zero. Con un encanto de Rihanna en posición fetal".