Bárbara fotografió aquella carta. Las croquetas de Lavapiés, más caras que las del barrio Salamanca. Sabía que era la prueba del delito. La imagen que delataba el empujón de Rihanna a Raphael, la victoria de la discoteca frente al chotis y el destierro del anís en favor del gin-tonic. La muerte del barrio para quienes temen que la invasión de las viviendas turísticas se consume. El encarecimiento del día a día, reflejado en las cervezas, las croquetas y los alquileres, ilustra la génesis de un fenómeno que ya ha sido bautizado como "turistificación".
El 14 de la Plaza de Tirso de Molina es el escenario en miniatura que reúne a todos los protagonistas de lo que algunos llaman "tragedia" y otros "negocio". En el último año, han florecido ocho viviendas turísticas en estas cuatro paredes. Sin avisar, de repente. Bárbara abre la puerta tras una breve conversación de telefonillo. Antes, otro vecino confirma las sospechas: "Sí, yo vivo aquí, pero no puedo atenderle, me voy de viaje. Lo siento, no sé a quién puede timbrar, todo son turistas, no conozco a nadie". Minutos después, un grupo de veinteañeras catalanas se atasca en la puerta, granate y de madera, porque ninguna encuentra "les claus" -las llaves-.
La rueda que "echa a los vecinos"
Pasadas las maletas, sin atropellos, Bárbara aparca su tesis y desmiga en un rellano blanco y rosáceo su experiencia en esta Galia que todavía resiste al fish and chips.
La rueda empieza en 2015: Madrid acoge más de 15 millones de turistas, superando a Barcelona. Los propietarios, a sabiendas de que el inquilino ocasional es mucho más rentable, improvisan alojamientos y los comercializan vía internet. Se lanzan con todo los fondos y grandes empresas que compran espacios para alquilarlos de esta manera.
Los Airbnb -este portal presta su nombre al conjunto de estas viviendas- pasaron de 10.000 a 20.000 en el último año, según un informe de Exceltur, y el precio del alquiler estable se ha disparado en casi un 15%. A tenor del citado documento, más del 50% de los pisos turísticos están al margen de la ley y no constan en el registro pertinente. Una actividad económica que, además, no se ve sometida al pago de impuestos. Unos datos también han sulfurado a la Asociación Empresarial Hotelera, por una "competencia fraudulenta" que les deja "indefensos". "¿Por qué nosotros pagamos impuestos y ellos no?".
"Uff, no sabes la energía que me saca esto. Nos estamos quedando sin barrio. Yo, de momento, tengo suerte porque los turistas que han venido no han armado follón y están siendo educados", empieza Bárbara, que lleva en el 14 de Tirso más de doce años.
"Nos estamos quedando sin barrio", repite un par de veces más. Lamenta que esta "dinámica voraz" esté engullendo el Madrid añejo, que todavía conserva el saludo a la vuelta de la esquina, la conversación con el panadero y la puesta en común de la predicción del tiempo a última hora de la tarde.
La manifestación de las sombrillas
Como ella, son muchos los que han protestado. Hace una semanas, decenas de vecinos se disfrazaron de turistas para caricaturizar su "invasión". Recorrieron Lavapiés armados con bañadores y sombrillas.
Mientras Bárbara se desquita, aparecen un par de vecinos. "¡Qué casualidad, ellos tampoco son turistas!", bromea. Pedro y Rafa se unen a esta charleta de rellano. Uno con la compra, otro con el perro. Falta Emilio, el portero que arbitraba estas lides en "Aquí no hay quien viva".
Rafa coincide con Bárbara en que la velocidad de la turistificación es estratosférica. "Si aquí han sido ocho pisos en un año, el año que viene tendremos otros ocho...". Ya serían dieciséis, más de la mitad del bloque. "Si se pueden poner medidas, es ahora", apunta.
Las claves de una "economía sumergida"
Se refiere al descontrol de las Administraciones, "que miran hacia otro lado". La Comunidad de Madrid, autoridad competente, asegura que en el registro constan 2.000 viviendas. El informe de Exceltur habla de 20.000, el Consistorio las llegó a cifrar en 10.000. "Su rentabilidad hace que los propietarios hagan todo lo posible por echar a los inquilinos y dedicar su espacio al turismo". En la misma plaza, el edificio de la derecha ya se dedica en exclusividad al turismo.
"¡Oye, yo nunca había tenido que reservar en los restaurantes de Lavapiés, ahora está a la orden del día", le dice Bárbara. Rafa contesta que es "cierto", pero reitera que el barrio está "mucho mejor" que hace diez años.
Rafa es el presidente de la comunidad de vecinos. Revela que en la última reunión se abordó este "problema". "¿Sabes por qué no denuncian? Aunque no se cumpla la normativa, muchos callan porque están pensando en hacer lo mismo en cuanto dejen su vivienda".
El incumplimiento de la normativa en este caso y también en otros muchos es flagrante. El decreto obliga a inscribir la vivienda en un registro y a colocar una placa distintiva en la puerta. Ni rastro. También impide que los pisos turísticos se utilicen como residencia permanente, cuando una de las dinámicas en boga es la de quien alquila su propia casa cuando le toca viajar.
"Que hagan algo, pero que lo hagan ya, luego será tarde", coinciden Rafa, Bárbara y Pedro antes de coger el ascensor.
El Ayuntamiento: "Ni sancionan ni tienen intención"
Jorge García Castaño es el concejal del distrito Centro. Describe este fenómeno como "común a todas las capitales europeas", pero se refiere a Madrid como la "más atrasada" a la hora de poner medios para convertir este fenómeno en algo racional.
"Las competencias las tiene la Comunidad de Madrid, pero el decreto no se cumple ni hay régimen disciplinario", dice en conversación con EL ESPAÑOL. "En este tema, es como si no hubiera normas, la inseguridad jurídica se ha generalizado". García Castaño alerta de que, en la mayoría de los casos, "son grandes empresas y fondos las que compran viviendas y las estructuran así".
El edil de Ahora Madrid insta al Gobierno de Cifuentes a "delegar" estas funciones si se ve "incapaz". "No entiendo su parálisis".
La CAM: "Estamos trabajando en una reforma normativa"
El pasado marzo, sobre este punto, Cristina Cifuentes dijo en el Parlamento madrileño estar trabajando en una modificación normativa: "Tenemos la intención de regularlo". A continuación acusó a Podemos de contemplar el turismo como "una maldición". "Nosotros no vamos a implantar tasas turísticas y tampoco fomentaremos los chivatazos entre los vecinos".
Carlos Chaguaceda, director general de Turismo de la Comunidad de Madrid, asegura que "algunos grupos agitan este problema para enfrentar vecinos con turistas". En cuanto a una nueva posible normativa, apuesta por "un marco nacional".
La vida que queda en el 14 de Tirso
Bárbara, Rafa y Pedro cambian de vecinos casi como de ropa interior. De momento sin molestia, con curiosidad. Es el azar, a ver quién toca. Otros denuncian situaciones insostenibles: la basura sin tirar, las botellas de ginebra derramadas en el rellano, las fiestas, los gritos a medianoche...
Las viviendas turísticas ya cubren el 14 de Tirso como una enredadera. También la plaza. El ruido de las maletas ya es la banda sonora de Lavapiés, el Barrio de las Letras y Malasaña. Los vecinos de este particular "Aquí no hay quien viva" quieren turismo, pero con medida.