Tras muchos meses de precampaña y varios años de refriega interna, ha llegado la hora de la verdad. Los tres candidatos al liderazgo del PSOE están a punto de disponer de una primera medición de sus fuerzas antes del desenlace final de las primarias, el 21 de mayo. Este jueves se conocerá el número de avales de cada candidatura. Los avales son en realidad un requisito para eliminar aspirantes con muy pocas posibilidades. Es una primera vuelta en la que ninguno de los candidatos clave se quedará fuera, pero tanto Pedro Sánchez como Susana Díaz se lo han tomado como una gran competición para mostrar músculo y desmoralizar al contrario.
En Andalucía, la candidata lleva semanas haciendo un trabajo pormenorizado a través de sus compañeros en un partido que controla cómodamente. En 2014, sólo desde Andalucía llegaron 14.389 para el entonces favorito, Sánchez. Tan solo con los de Andalucía ya superaba con creces el mínimo de 9.000 necesario para poder presentarse. La federación quería aupar a Sánchez. Entonces, era un candidato desconocido y apoyado por Díaz. Ahora la que se presenta es la presidenta de la Junta de Andalucía y por eso aspira a dejar boquiabiertos a sus competidores, logrando el aval firmado de más de la mitad de los militantes de toda la comunidad. Ya lo hizo en 2013, cuando sucedió a José Antonio Griñán en Andalucía con 21.179 muestras de adhesión de un censo de alrededor de 45.000.
Andalucía es un territorio clave, también en los votos. Con un cuarto de los militantes de toda España, Díaz sabe que una gran victoria allí reducirá al máximo el riesgo de derrota en el resto de España. Aunque Díaz conoce bien su tierra, casi la mitad de mítines de la aspirante en el mes de abril han sido allí. Dos de ellos han sido en Sevilla (Camas y La Rinconada), una provincia que por sí sola puede neutralizar a la comunidad autónoma donde Sánchez espera tener un trampolín para su victoria: Cataluña. La provincia de Sevilla tiene en torno a 10.000 militantes frente a los 14.000 que podrán votar en toda Cataluña. En Sevilla, Díaz prevé arrasar frente a López y Sánchez. En Cataluña puede perder, pero probablemente coseche varios miles de votos.
Díaz, confiada en su victoria
Ejemplos como estos son los que hacen que Díaz esté confiada en su victoria. Si Andalucía responde, el resultado será satisfactorio, creen en su entorno. Sin embargo, en los últimos días Díaz ha tenido problemas para llenar algunos recintos fuera de su comunidad. Por ejemplo, en Cantabria. El viernes la acompañaron alrededor de 50 personas ("más de un centenar", según su equipo) en un acto en Ferrol, aunque su entorno lo justificó porque el gran mitin tuvo lugar más tarde en A Coruña. Su poder de convocatoria parece sensiblemente menor al de Sánchez, cuyos actos están siempre a reventar.
Sólo en la provincia de Sevilla hay 10.000 militantes, frente a los 14.000 que podrán votar en toda Cataluña.
La explicación que dan los partidarios de Díaz es que Sánchez se ha convertido casi en una estrella del rock que arrastra autobuses de otras comunidades y ciudadanos que no son afiliados y, por tanto, no podrán votar. Los partidarios de la presidenta de la Junta advierten de que nadie como ella conoce el partido y que su calculadora no falla. El sector sanchista cree que la calculadora de Díaz está rota y que en sus cuentas da por hecho el apoyo de miles de militantes sólo porque sus dirigentes de referencia la apoyan. Apelan al voto oculto y al vínculo supuestamente roto entre la militancia, mayoritariamente opuesta a la abstención ante Rajoy, y sus principales barones, que la respaldaron.
La primera pesadilla de Díaz es perder las primarias. Durante semanas, sus partidarios abogaban por una "candidatura de unidad" y creían que al partido le vendría bien que sólo hubiese un candidato, apoyado por toda la organización. Pero esta pesadilla es pasajera y a Díaz no le quita el sueño. Cree que va a ganar.
Perder fuera de Andalucía
El segundo de sus tormentos es un buen resultado de Sánchez y que su victoria dependa exclusivamente de Andalucía. Una victoria por la mínima de Díaz podría abocar al partido a una prórroga de la división y el enfrentamiento, que se reproduciría fácilmente en la disputa por los liderazgos regionales que se dirimen justo a continuación del nacional.
Si Sánchez tiene un excelente resultado en Cataluña y se impone en la Comunidad Valenciana, Madrid y Galicia (federaciones muy disputadas y con un volumen considerable de militantes), sólo le haría falta un suelo alto en algunas comunidades susanistas (Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón o Asturias, con presidentes partidarios de la andaluza) para ganar en el conjunto de España una vez descontada Andalucía. En ese caso, Díaz estaría en Ferraz, pero su liderazgo nacería muy tocado por la falta de apoyos más allá de su comunidad de procedencia.
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