Si alguna vez la causa independentista tuvo las simpatías de parte de Europa y Occidente, los sucesos de este último mes en Cataluña han acabado con ellas. La Generalitat ha roto todos los códigos diplomáticos en su intento a la desesperada por lograr la mediación de algún actor internacional relevante en el conflicto. Pero lo que más ha molestado a la mayoría de países es la manipulación y las filtraciones interesadas que ha hecho el Govern de unas gestiones que siempre se manejan con discreción. El uso de la mediación como arma arrojadiza contra el Gobierno ha indignado a numerosas cancillerías europeas, que se han visto obligadas a salir al paso de informaciones malintencionadas y en muchos casos falsas.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ha asistido entre atónito y preocupado a los llamamientos internacionales de la Generalitat, que los ha habido, para la mediación. Las autoridades catalanas han llamado a las puertas de los Gobiernos de medio mundo y también a esa lucrativa industria de la mediación internacional, en la que premios Nobel y ex jefes de Estado y de Gobierno ofrecen sus servicios a cambio de considerables sumas de dinero. El caso de ETA es de sobra conocido en España.
El tuit de Tusk
En Cataluña, por ejemplo, se ha hecho creer que una mediación discreta provocó el tuit del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, horas antes del pleno del martes en el Parlament. Se ha sugerido además que el mensaje de Tusk (a favor del diálogo y en contra de la unilateralidad) motivó un cambio de última hora que se tradujo en la ambigua declaración de independencia de Carles Puigdemont.
No. La realidad es que Tusk, Jean-Claude Juncker -presidente de la Comisión- y la Unión Europea en general están hartos del bombardeo de mensajes diario de Julian Assange y los terminales mediáticos habituales de la propaganda rusa. Tampoco entienden el apoyo a este proceso de líderes como el eurófobo británico Nigel Farage. Son los mismos altavoces que, según Bruselas, se dedican sistemáticamente a dañar a la UE, sus instituciones y a sus Estados miembros.
"Frente a ese relato falso, nosotros no tenemos que inventar nada, nos basta con mostrar al mundo lo que somos: un Estado democrático y social de derecho ampliamente descentralizado y que garantiza el diálogo dentro de la ley", dijo este jueves en el Congreso el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, a una pregunta de Ciudadanos. "Frente a la estrategia del fake news -noticias falsas-, el Gobierno informa".
Después de las cargas policiales del 1 de octubre y las portadas de la prensa mundial, la Generalitat se lanzó a la búsqueda de una mediación internacional que atase las manos a un Gobierno noqueado por las imágenes nefastas de la jornada del referéndum. No funcionó. Es cierto que los embajadores, en algunos países más que en otros, tuvieron que emplearse a fondo ante una opinión pública europea impactada por lo que ocurría en Barcelona.
Pero España es un país con una sólida imagen internacional y un peso muy relevante en Bruselas, tal y como ha quedado demostrado estos días. La secuencia ha sido casi idéntica en las últimas semanas. Cada país al que se dirigían las autoridades catalanas, se ponía a continuación en contacto con la embajada española para informar de lo ocurrido y rechazar la mediación.
¿Se han producido salvedades? Sí. Fue el caso de Suiza, que efectivamente -haciendo honor a su tradición histórica- se planteó la posibilidad de iniciar algún tipo de mediación. Sólo pidió una cosa: discreción. La Generalitat se apresuró a filtrarlo a los medios catalanes. La cancillería helvética, molesta por lo ocurrido, se desmarcó por completo al considerarse utilizada por el independentismo.
Las dudas de Francisco
El otro episodio, sobre el que todavía no se conocen todos los detalles, fue el del Vaticano. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, el Gobierno envió una protesta escrita al Vaticano por la polémica carta de los obispos catalanes a favor del referéndum. La tibia respuesta de la Conferencia Episcopal Española a la carta hizo pensar que el papa Francisco, a través de su nuncio en España Renzo Fratini, estaba dispuesto a liderar un diálogo. Los tejemanejes de la Iglesia y la secretaria de Estado vaticana en los días posteriores al 1-O no están claros. Unas supuestas reuniones de Rajoy con los obispos de Madrid y Barcelona -nunca confirmadas ni desmentidas- y la negativa oficiosa de Francisco a implicarse en la mediación hacen pensar que la diplomacia española advirtió a la Iglesia católica por todos los conductos oficiales y extraoficiales de que no lo toleraría.
A partir de ahí, Cataluña no ha conseguido nada. Los nombres que esgrime una y otra vez el independentismo -Kofi Annan, Ban-Ki Moon y otros- participan habitualmente del lucrativo negocio de la mediación. La Generalitat, en un intento de confusión intencionada, ha vendido como propuestas de mediación los llamamientos genéricos al diálogo de estas personas.
Muchos de ellos forman parte de estos organismos que se ofrecen para las más diversas mediaciones. EL ESPAÑOL informó, por ejemplo, que la Liga de Derechos Humanos de Francia, encargada de supervisar el supuesto desarme de ETA, recibió más de 755.000 euros en subvenciones públicas.
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