Un día, Toni Roldán Monés (Barcelona, 1983), diputado de Ciudadanos, contó a unos amigos quién era el profesor que más le había marcado en su vocación política. Había mucho donde elegir. Roldán es hijo de dos economistas políticos: Santiago Roldán y María Antonia Monés, ex directora de Economía del gabinete de Felipe González. También ha tenido decenas de buenos profesores porque ha estudiado en la Universidad Autónoma de Barcelona, en la Universidad de Sussex, en la de Columbia y en la London School of Economics. Además, es el discípulo más destacado de Luis Garicano. Pero su respuesta dejó descolocado a los legos: “El chileno Andrés Velasco”.
Velasco (Santiago de Chile, 1960) es hijo de Eugenio Velasco, un político expulsado de Chile por la dictadura de Augusto Pinochet. Economista, Andrés se formó en algunos de los mejores centros de EE.UU.: Yale, Columbia y el MIT. En 2006 fue designado ministro de Hacienda en el primer gobierno de Michelle Bachelet y ha pasado a la posteridad como uno de los grandes ministros chilenos por su seriedad y su rigor presupuestario. Entre sus méritos está haber sorteado la crisis del 2008 sin que la economía chilena sufriera un largo castigo.
¿Cómo llegar a ministro?
El curso que tanto impresionó a Roldán se llama “La economía política de la política económica” y Velasco lo ha dictado en Columbia y en Harvard desde 2011. Sus estudiantes le han dado un nombre corto: “How to be a minister?” (¿Cómo ser ministro?). De hecho, en la primera clase, Velasco se presenta así: “Soy economista, fui ministro de Hacienda de mi país y en este curso vamos a estudiar todas aquellas cosas que, cuando me nombraron ministro, me hubiese gustado que me hubieran enseñado en la universidad”.
Dos veces durante siete semanas, Velasco expone brillantemente desde cómo forjar una alianza en el Parlamento para aprobar una ley de presupuestos hasta los mejores ejemplos de la retórica política capaces de empujar un proyecto de ley. Todo convenientemente aderezado con sus experiencias personales y con múltiples ejemplos desde Chile a Sudáfrica pasando por Polonia.
No es raro que “How to be a minister?” se haya convertido en uno de los cursos más populares de Columbia y Harvard. Y tampoco es raro que haya despertado vocaciones políticas como la de Toni Roldán. De hecho, Andrés Velasco es una de las referencias económicas de Ciudadanos. Es un hombre de centro, partidario del liberalismo templado que propugna Ciudadanos, amigo personal de Garicano y otros economistas españoles, y el verano pasado estuvo en Madrid invitado por la escuela de verano del partido de Albert Rivera.
Candidato a senador cubierto de polvo
No cabe duda de que Andrés Velasco forma parte de la élite de la política y la academia mundial. Sus artículos en Project Syndicate son muy comentados y replicados. Los foros más importantes del planeta lo invitan a hablar. Por eso resulta tan sorprendente encontrarlo vestido con pantalones vaqueros y cubierto de polvo, recorriendo las calles sin pavimentar de la región más rural de Chile -la región del Maule, a 250 kilómetros al sur de Santiago-, donde lucha por un puesto de senador.
Velasco conoce bien los sinsabores de la política. En 2013 aspiró a la Presidencia de Chile, pero perdió en las elecciones primarias de la Nueva Mayoría, una coalición de centroizquierda. Apenas logró el 13% de los votos frente al 73% de Michelle Bachelet. Pronto, el divorcio con una radicalizada Bachelet se hizo evidente. Velasco, que había sido el guardián de la ortodoxia económica y el santo patrón de las políticas públicas en el primer gobierno de la presidenta socialista, fue alejado de su vista. En privado, Bachelet se quejaba de que Velasco no le había permitido “ser todo lo socialista que ella hubiera querido”, según refieren varias fuentes que los han tratado a ambos.
Los problemas del Ciudadanos chileno
El exministro fundó un partido en 2013: Fuerza Pública, al que rebautizó como Ciudadanos en 2015. En él acogió a militantes del ámbito socialdemócrata y democristiano. Sin embargo, tuvo dificultades para superar la estricta reglamentación chilena. El Servicio Electoral disolvió la formación en abril de 2017 por no tener el número mínimo de militantes en tres regiones contiguas u ocho separadas de las 15 regiones de Chile. Velasco recurrió a los tribunales y ganó, pero sólo se le permitió existir legalmente en cinco de las regiones. El daño reputacional ya estaba hecho y Ciudadanos no logró levantar el vuelo a nivel nacional.
Esta es la principal razón por la que Velasco ha terminado siendo candidato al Senado por la Región del Maule, una de las cinco donde el Ciudadanos chileno es un partido legal. Esta región, que con poco más de 1 millón de habitantes es la cuarta más poblada de Chile, es el corazón agrícola del país. Aquí se encuentra la poderosa industria frutícola y algunos de los viñedos más prestigiosos. Su capital es la ciudad de Talca (264.000 habitantes), pero a pocos kilómetros está la localidad de Curicó (244.000 habitantes), donde tiene su sede Miguel Torres-Chile, la filial sudamericana del famoso viticultor catalán.
En la tierra de los 'huasos'
La del Maule es la región más rural de Chile (un 33,6% de su población vive en el campo). “Es tierra huasa”, dicen los lugareños. El “huaso” es el campesino chileno tradicional. Duros y desconfiados, Velasco ha tenido que forzar sus cerraduras mentales para hacerles llegar su mensaje. Lo hace en un lenguaje llano, tratando con familiaridad a las personas y despojándose de su cosmopolitismo. Se maneja igual de bien con el locutor de una radio popular de Talca -que se obstina en regalar los oídos de sus oyentes con cumbias colombianas y rancheras mexicanas-, que con las mujeres artesanas de un club que elabora pequeñas muñecas con crin de caballo y sacos de arpillera, o con los profesores de la Universidad de Talca, que no ocultan su admiración por la trayectoria de la eminencia que tienen delante.
Un hecho familiar más que un cálculo político predispuso a Velasco para competir en el Maule. Su padre se presentó aquí a una elección como senador en 1973 por el Partido Radical. Los analistas creen que el ex ministro debió fijarse en otros factores porque, entonces, Eugenio Velasco perdió. Los viejos del lugar recuerdan que sacó en torno a un 3% de los votos y fue derrotado por Patricio Aylwin, quien más tarde seria Presidente de la República.
En aquella elección también fue elegido senador el democristiano Andrés Zaldívar. Esto le pone picante a la actual batalla electoral por el Maule, porque Zaldívar, ahora con 81 años, quiere permanecer en al Senado, cámara en la que lleva desde el restablecimiento de la democracia en 1990.
Batalla entre dos exministros de Hacienda
“Por qué los mismos políticos de siempre van a hacer ahora lo que han estado sin hacer durante tantos años”, les dice Velasco a los maulinos. Zaldívar se ha sentido ofendido y le ha acusado de hacer una campaña con “mala política”. Pero el aspirante ha logrado que un vídeo que le muestra discutiendo con Zaldívar cuando viajaba en su coche oficial, se convirtiera en viral. Las imágenes dejan en mal lugar a Zaldívar, que sube la ventanilla del coche cuando Velasco intenta argumentar. Se da la circunstancia, además, de que Zaldívar también fue ministro de Hacienda, pero en 1968, durante el gobierno de Eduardo Frei padre.
Las encuestas no favorecen a Velasco especialmente. En el Maule, los candidatos al Senado de la derecha van a arrasar, favorecidos por la popularidad de Sebastián Piñera, que es el candidato presidencial favorito. Podrían sacar hasta tres de cinco senadores que están en juego. El centroizquierda, el actual oficialismo, podría lograr los otros dos escaños. Para que Velasco tuviera éxito tendría que atraer suficientes votantes de centro, arañando a ambos bloques, como para meterse entre ellos. Para eso necesita sacar el 16% de los votos. Hace unas semanas, la mayoría de las encuestas lo situaba en el 7%, pero su esperanza radica en que él es el único candidato que subía cada semana.
Tecleando en redes y pateando la calle
Que uno de los mejores economistas del mundo, mimado en los salones de la intelectualidad global, intente conquistar a un electorado rural y agrario que no ha oído hablar del Foro Mundial de Davos no deja de ser una extravagancia. Pero Andrés Velasco ha asumido la prueba como un corredor de fondo. Ha combinado la innovación -usa profusamente las redes sociales y hasta contrató una casa rodante que ha convertido en cuartel móvil de su campaña- con la entrega en mano de pasquines a los ciudadanos. Su eventual derrota privará al Senado de uno de sus políticos mejor preparados de Chile y quizá ponga fin para siempre a sus aspiraciones políticas.
A 250 kilómetros de distancia, en Santiago, están la esposa y los tres hijos de Velasco. Los niños han colaborado en algún vídeo de campaña cuando han tenido vacaciones escolares. Pero su esposa, Consuelo Saavedra, una popular periodista, no ha podido acompañarle esta vez. Ella tiene la obligación de presentar todos los días el principal telediario de la cadena de TV estatal. Y tiene muy claro lo que pasará si Velasco no gana: “Él no estará contento, pero yo estaré feliz de recuperar a mi marido”.