A Mariano Rajoy no le importaría que Miquel Iceta fuera el próximo presidente de la Generalitat. El discurso del líder del PSC gusta a buena parte del Gobierno. Y disgusta a otra. El presidente y su entorno más cercano creen que Iceta es el único candidato que puede reconciliar al constitucionalismo con un nacionalismo moderado que abrazó la vía independentista y ahora está desencantado. Además, Iceta puede competir con Ciudadanos, que según apuntan todas las encuestas está conquistando mucho terreno electoral al PP gracias a su discurso sobre Cataluña y el tirón de Inés Arrimadas.
Moncloa sabe lo difícil que lo tiene Xavier García Albiol el 21-D. El PP se ha marcado como objetivo no ser la última fuerza del arco parlamentario. Rajoy se va a involucrar en la campaña para impedirlo. El presidente tiene intención de defender el 155 y la salida electoral como únicas soluciones a los desmanes del separatismo. Rajoy participará en al menos tres mítines y lo más probable es que acompañe a Albiol en el cierre del 19 de diciembre.
Hacienda catalana
El Gobierno, sin embargo, se está poniendo de perfil en algunas de las propuestas de Iceta. El candidato del PSC ha asumido reivindicaciones históricas del nacionalismo catalán antes de su giro independentista. Además de solicitar una quita de la deuda, la petición de una Hacienda propia que gestione todos los tributos es lo más parecido a un reconocimiento foral como el del País Vasco. Iceta lleva de número tres en su lista a Ramón Espadaler, ex líder de Unió. Josep Antoni Duran i Lleida ha anunciado que votará al PSC.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, descartó un "cupo catalán", pero dijo que tendrá en cuenta las "especificidades" de Cataluña en la reforma de la financiación autonómica. El Gobierno está dispuesto a favorecer esa vía, que hoy por hoy representa Iceta. En privado, Rajoy cree más en el discurso del PSC que en el del propio Albiol y el de Ciudadanos. En su opinión, lo prioritario ahora es reconstruir puentes y abandonar la polarización entre un bloque separatista y otro constitucionalista. Y entiende que el regreso de una nacionalismo moderado leal a la Constitución puede desinflar el independentismo poco a poco. El entorno del presidente está convencido de que la distensión contribuirá a apaciguar los ánimos.
Esta especie de política de apertura de espacios al nacionalismo no convence a determinados sectores del PP y del propio Gobierno, que ven como tras la tensión vivida en Cataluña el discurso netamente antinacionalista de Ciudadanos -como ha ocurrido con el cupo- funciona electoralmente. El eje España sí-España no en el que sigue instalado por ejemplo Carles Puigdemont beneficia a Arrimadas.
María Dolores de Cospedal, sin ir más lejos, exigió al PSC esta semana definir "si está de un lado o de otro". Las encuestas dicen que sólo Iceta puede disputar a Arrimadas el liderazgo constitucionalista en Cataluña. La fotografía de los sondeos indica que lo tiene muy difícil. El avance del partido naranja en toda España preocupa a Rajoy.
Pero el convencimiento del presidente del Gobierno de que una Generalitat presidida por Iceta es lo más conveniente no es sólo político, sino también personal. Iceta fue una figura clave durante la crisis catalana. El líder del PSC mantuvo una interlocución fluida con Rajoy, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el Rey. Y el agradecimiento a la lealtad de Iceta en Moncloa y la Casa Real es total. El apoyo del PSC y el PSOE a la aplicación del 155 salvaguardó la unidad constitucionalista ante una medida inédita en la historia democrática de España.
Simpatía empresarial
Hay partidos que andan mosqueados por la sobreexposición mediática del dirigente socialista. Es una operación Iceta, que atribuyen también a la simpatía que despierta su candidatura en ámbitos empresariales. Ciudadanos ha aprovechado la ventaja de las encuestas para presionar al PSC con las alianzas postelectorales. Después de algunas dudas, Iceta encontró una fórmula para escapar del marcaje naranja: se compromete a evitar nuevas elecciones si depende de sus votos. Es una manera elegante de decir sin decirlo que podría apoyar a Arrimadas.
En Ciudadanos no quieren ni oír hablar de la solución Borgen, celebrada serie de televisión. Es decir, la investidura de un candidato que no ha ganado las elecciones para desbloquear la formación de Gobierno. "Lo que no puede ser es que gane Susana Díaz, Rajoy o Cristina Cifuentes y nosotros tengamos que apoyarles y que si gana Arrimadas los partidos tradicionales no nos apoyen a nosotros", dicen fuentes de la dirección naranja.
Noticias relacionadas
- A dónde va Iceta con Duran Lleida y la Hacienda catalana, pero sin Felipe González ni Zapatero
- Cospedal pide al "extraviado" PSC que "deje claro si está de un lado o de otro"
- Rivera, a Iceta: "No hay que condonar deuda a Cataluña, hay que gastar mejor"
- "Rivera lo está haciendo de puta madre": alarma en el Gobierno ante su opa sobre el electorado del PP