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En la fachada del salón de plenos del Ayuntamiento del municipio de Alguer, en Cerdeña (Italia), cuelga una pancarta de Òmnium Cultural con una boca tapada en defensa de la “democracia”. Puerta con puerta está la Delegación del Govern de Cataluña, inaugurada en 2009 a instancias del entonces vicepresident, Josep Lluís Carod-Rovira, hoy cerrada tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Tanto Òmnium como los últimos gobiernos catalanes “han actuado unilateralmente, manteniendo una relación dominante con la Administración local y reduciendo el protagonismo que tenían las instituciones algueresas”, afirma Carlo Sechi, que fue alcalde del municipio. Según su denuncia, la estrategia seguida durante los últimos años ha tenido como fin “una ocupación del territorio”.
Sechi habla desde la oficina de la Obra Cultural, un organismo fundado por él mismo en 1985. La intención entonces era preservar el patrimonio del alguerés, una variante del catalán que existe en la ciudad desde que en el siglo XIV la Corona de Aragón conquistó el territorio, pero que había quedado reducido a una pequeña -y anciana-franja de la población. El president Jordi Pujol fue en aquel momento el encargado de reforzar esos lazos culturales con una urbe que el nacionalismo considera parte de los Países Catalanes.
Tras la cooperación cultural, la política
“En todo este tiempo hemos tenido excelentes relaciones con la Generalitat o municipios como Girona o Tarragona para acercar a los alguereses y a los catalanes”, añade Sechi, en un perfecto y pausado catalán. Cuenta que la Obra Cultural es parte integrante de un conglomerado de instituciones catalanas como el Institut d'Estudis Catalans o la Universitat Catalana d'Estiu, pero que pese a contar con el respaldo de ellas, el carácter identitario de la entidad siempre ha estado orientado a “la nación sarda”. Por eso, no es que rechace una doble colaboración política y cultural –como ha venido existiendo- sino que condena que los vínculos con Cataluña hayan sido utilizados para los intereses de ésta y no “en la batalla del pueblo sardo”.
Òmnium Cultural, la entidad que preside Jordi Cuixart, hoy en prisión, lleva desde los años 90 instalada en Alguer. En 2004 abrió en la ciudad una televisión llamada Catalan TV, gracias a un acuerdo de colaboración con la Corporació Catalana de Radiotelevisió (el ente al que pertenece TV3). La última en desembarcar fue la embajada de la Generalitat.
Los representantes de la oficina catalana rechazan hacer declaraciones. El alcalde, Mario Bruno -que gobierna gracias al apoyo de varios partidos de izquierdas- también ha sido contactado sin éxito. Desde Òmnium Cultural, por el contrario, reconocen que tras una primera etapa centrada en la difusión de la lengua, en los últimos años ha habido con el municipio “una mayor cooperación a nivel político”.
Firmas por la autodeterminación
El presidente de Òmnium en Alguer, Stefano Campos, dice representar a una agrupación cuyo propósito es acercar a ambos pueblos. Las últimas acciones, sin embargo, han sido “la recogida de firmas por el derecho a la autodeterminación de Cataluña, junto a grupos independentistas locales”, y la celebración de una manifestación a favor del procés en la plaza del Ayuntamiento.
“De parte de la Administración local siempre ha habido un apoyo a todo lo que ha sucedido en Cataluña. El sustento fundamental es estar con asociaciones como Òmnium, que representa a los catalanes, y que ha condenado la violencia, como la ocurrida el pasado 1 de octubre”, sostiene Campos.
El presidente de Òmnium en la ciudad mantiene que la oleada simpatía de las instituciones locales hacia el secesionismo catalán debería servir también como impulso a los independentistas sardos, con quienes colaboran a menudo. Sin embargo, actualmente pocos hablan aquí de un órdago al Estado italiano.
La realidad es que los nacionalistas ocupan sólo una cuarta parte del Parlamento de Cerdeña, a través de varios partidos de distinta ideología. La principal fuerza independentista tiene cinco asientos en una cámara de 60 diputados, aunque estos favorecen actualmente la mayoría en un gobierno comandado por el socialdemócrata Partido Democrático.
Carta por los "presos políticos"
Prueba de la buena sintonía del nacionalismo catalán con las autoridades locales es que cuando cerró la embajada de la Generalitat en el municipio, el alcalde, Mario Bruno, escribió una carta al Gobierno español, al Gobierno italiano y al Parlamento sardo para denunciar que con esa medida “se ponen en riesgo las relaciones sociales y económicas que han conseguido el gran esfuerzo realizado por los dos territorios”. Bruno también calificaba de “inaceptable” que haya “presos políticos catalanes en España”.
La semana pasada, el alcalde reunió a varios de sus antecesores para pedir de forma coordinada la reapertura inmediata de la sede del Govern. Siete de ellos le dieron su apoyo, mientras que otros como Enrico Loffredo o el propio Carlo Sechi -ambos gobernaron gracias al Partido Comunista y otros grupos de izquierda- rechazaron acudir a la cita para manifestar su disconformidad con la relación creada.
El fundador de Obra Cultural respondió a la invitación con una misiva en la que describe la embajada de la Generalitat en Alguer como un ente “creado por la voluntad política de ciertos personajes políticos catalanes y el servilismo cultural de ciertos ambientes alguereses, al margen de reales exigencias económicas o de otro tipo con Cataluña”.