El presidente del Gobierno ha empleado la tarde del miércoles a terminar de preparar su intervención para advertir en la tribuna del peligro que supondría para España la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa. Mariano Rajoy ha tomado las riendas personalmente de las negociaciones con el PNV y ha hablado con su presidente, Andoni Ortuzar, para convencerle de lo necesario que es para la estabilidad del país que sus cinco diputados del Congreso no apoye la moción de censura. A pesar de la aparente tranquilidad que el equipo del presidente quiere transmitir, Mariano Rajoy llega este jueves al Parlamento sin tener el aval irrefutable de que el socialista fracase en su intento de tumbarlo y de que lo desaloje de La Moncloa.
Mariano Rajoy es el primer presidente del Gobierno de la Democracia que puede caer por que prospere una moción de censura. Sánchez todavía no tiene amarrados los 176 votos que necesita para convertirse en jefe del Ejecutivo, pero la fragmentación del Parlamento ha provocado que pueda sacarla adelante con el apoyo de todos los nacionalistas. Los catalanes ya han anunciado su respaldo y todo depende de qué harán finalmente los vascos, que se reúnen este jueves para analizar la delicada situación y analizar todos los escenarios posibles.
El Ejecutivo trabaja a contrarreloj para convencer al PNV de los beneficios que traerá para el País Vasco la aplicación de los Presupuestos Generales del Estado que acaban de aprobar. Si finalmente consigue disuadirlos y no respaldan a Sánchez, Rajoy se asegura mantenerse un tiempo más en Moncloa e intentará agotar la legislatura si ningún otro rival vuelve a presentar una moción de censura instrumental para convocar elecciones.
Para evitar que el Congreso refrende a Sánchez, el presidente tiene otra opción que de momento su equipo descarta: presentar su dimisión antes de que la presidenta de la Cámara, Ana Pastor, inicie la votación de la moción de censura. La renuncia in extremis dejaría automáticamente sin efecto la moción y activaría de forma inmediata el mecanismo para elegir a otro presidente del Gobierno sin poner todavía las urnas.
La dimisión del presidente
En este caso, el Ejecutivo se mantendría en funciones y el Rey iniciaría una ronda de contactos con todas las formaciones políticas para proponer un candidato alternativo que sería investido si consigue los 176 votos afirmativos en una primera votación o mayoría simple 48 horas después. Fuentes del Gobierno piensan que sería una fórmula beneficiosa para Sánchez, por eso la mayoría descarta que Rajoy se decante por esta vía.
A priori, los conservadores descartan que su líder vaya a dar un paso atrás para frenar las intenciones del líder del PSOE porque Sánchez podría proponerse ante Felipe VI y conseguir ser investido en segunda votación, con más síes que noes. Pero es una decisión personal que el presidente puede tomar hasta el último segundo antes de que los 350 diputados sean llamados a la votación. Si finalmente Rajoy opta por presentar su dimisión irrefutable, el PP podría algo de tiempo e intentar, por ejemplo, investir a Soraya Sáenz de Santamaría.
Si ningún candidato obtiene la confianza de la Cámara, las Cortes se disolverían dos meses después de la primera votación de investidura y 54 días después se convocarían elecciones. Si esta fórmula se impone a que prospere la moción, Rajoy no sería el primer presidente del Gobierno que presente su dimisión antes de que lo tumben. Adolfo Suárez dimitió el 29 de enero de 1981 antes de ser derribado.
El caso de Adolfo Suárez
"No quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España". Con estas palabras, el entonces jefe del Ejecutivo se despidió del Congreso para que los españoles no sufrieran el desgaste de mantenerse como presidente del Gobierno sin contar ya con el apoyo mayoritario de la Cámara, como le pasa ahora a Mariano Rajoy. El jefe del Ejecutivo puede vender su dimisión como un sacrificio personal a cambio de que los españoles sigan teniendo estabilidad.
Nadie sabe a ciencia cierta qué pasará este jueves y viernes en el Congreso de los Diputados. Sánchez cree que puede conseguir ser presidente del Gobierno y Rajoy todavía confía en que el PNV no brindará sus cinco diputados para echarlo de La Moncloa. Quién ganará la partida de ajedrez es todavía un misterio que ni siquiera sus protagonistas conocen.