Pedro Sánchez no quiere que Estados Unidos, Bélgica y Alemania desayunen la exhumación de Franco con un periódico que inmortalice la intervención de los antidisturbios junto a la tumba del dictador. Decenas de los partidarios del régimen que se manifestaron en el Valle de los Caídos el pasado julio amenazaron con volver a presentarse allí -a modo de resistencia organizada- para evitar el traslado del féretro. Moncloa lo sabe y, para evitar el conflicto, actuará con "discreción". La portavoz del PSOE en el Congreso ha reconocido que se plantean "no anunciar el día en concreto".
Un extremo que, según las fuentes consultadas por este diario, ya quedó acordado cuando el partido todavía estaba en la oposición y era la Ejecutiva quien se encargaba de diseñar la operación. "Se sugirió en los grupos de trabajo y la aceptación fue prácticamente unánime", relata uno de los impulsores.
El Gobierno, también por boca del presidente, ha mencionado en más de una ocasión la voluntad de "no abrir viejas heridas" y trabajar con "respeto", pero esta tercera variable -la más pragmática- preocupa mucho al ministerio de Justicia, que será el encargado de llevar a cabo el trabajo administrativo que cristalice en la exhumación.
"Somos conscientes de que pueden plantarse allí varios defensores de Franco. Ellos van a ser los primeros en buscar la foto del conflicto. Hablamos de la posibilidad de impedir, por supuesto, el acceso a la Basílica. Probablemente también sea inevitable la presencia de varios furgones de la Policía", desgrana este miembro de la antigua Ejecutiva socialista.
Una filtración inevitable
En cualquier caso, el PSOE es consciente de que la filtración de la fecha será inevitable: "Una cosa es que no vayamos a permitir los reportajes fotográficos, pero que nadie se entere es una fantasía. La exhumación requerirá el trabajo de mucha gente. Ya sólo con la grúa... Nosotros no anunciaremos la fecha, sería contradictorio con la proclamada discreción, pero estamos seguros de que no podremos ocultarlo".
El Gobierno ha decidido modificar la ley de la Memoria Histórica para restringir los féretros del Valle a los de aquellos que fallecieron en la Guerra Civil, como es el caso de Franco, único de los allí enterrados que murió en la cama. Esta reforma, suscrita este viernes en el Consejo de Ministros, otorgará a Sánchez la facultad de iniciar el proceso administrativo correspondiente que concluirá con el traslado del dictador.
A día de hoy, el único obstáculo que deberá salvar Moncloa es la abadía benedictina que rige el Valle desde 1958, un año antes de su inauguración al público. Los monjes tienen la última palabra en lo que se refiere a la exhumación. Cualquier movimiento en la Basílica requiere el "sí" de la orden de San Benito.
¿Publicidad o no?
La ausencia de publicidad genera una división de opiniones entre los historiadores, antropólogos y distintos expertos. La "nocturnidad" no está bien vista por todos. Octavio Ruiz Manjón, historiador que ha centrado sus investigaciones en el republicanismo español y la Guerra Civil, lo considera una mera "opción táctica". No cree que el PSOE lo haga por cuestión de "respeto", sino porque la no exhibición les compensa en términos electorales: "Es un caramelo de conciliación en un proceder que en absoluto lo ha sido. Si tanto quieren hacerlo, ¿por qué no con tambores y timbales? ¿No se trataba de un símbolo importantísimo?".
El antropólogo social del CSIC, Francisco Ferrándiz, no considera perjudicial la decisión del Ejecutivo: “Es lógico que se quieran evitar los incidentes. Además, no perdamos de vista la infraestructura del Valle. Es un cuello de botella. Una sola puerta. Si se publicitara la convocatoria, podrían generarse muchos problemas”.
En cualquier caso, aunque la fotografía del tumulto existiera, Ferrándiz la consideraría “perniciosa” para la extrema derecha: “Tumbaría el discurso enarbolado por el franquismo, que ha venido diciendo que Cuelgamuros ya tenía como significado la reconciliación. Eso cargaría de más razones al PSOE”. La manera, concluye Ferrándiz, “no es tan importante como que la exhumación sea irreversible”.
Zira Box, profesora de la Universidad de Valencia y autora de La construcción simbólica del franquismo, apunta: "Cuando el PSOE entona aquello de 'no abrir viejas heridas' repite un mantra que, en mi opinión, no tiene mucho sentido. No se pueden abrir heridas que nunca cicatrizaron. La exhumación tiene un alto componente emocional. Todo aquello que suponga un símbolo destinado a superar ese pasado será bueno".
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica también lamenta la decisión del Gobierno. "Habría que exhumarlo con la misma luz y los mismos taquígrafos con los que fue enterrado", opina su presidente, Emilio Silva. Recurre a lo que sucedió con la estatua ecuestre de Franco en la zona de Nuevos Ministerios, en Madrid: "Se hizo un día entre semana y por la noche para que la gente no lo viera". En palabras de Silva, debería "hacerse mucha pedagogía" y no "recurrir a la oscuridad, como si fuera algo malo o diera vergüenza".
El precedente Mola y Sanjurjo
El precedente más cercano y similar a lo que ocurrirá con el féretro de Franco tuvo lugar en Pamplona. Fue en octubre de 2016. Los generales sublevados Emilio Mola y José Sanjurjo yacían en la cripta de un mausoleo construido en honor a los "caídos por Dios y por España".
Aunque las circunstancias fueran distintas -principalmente porque las tumbas eran de acceso privado y no permitían la exaltación-, el Ayuntamiento logró el "sí" del arzobispado navarro y exhumó a los militares. Ocurrió por la noche, también en señal de "respeto", dijo el Ejecutivo pamplonés. Aquella nocturnidad evitó posibles enfrentamientos, que el Consistorio no descartaba, teniendo en cuenta las pintadas que aparecieron en la ciudad, a veces teniendo por objeto incluso al antropólogo forense que dirigió el proceso, Francisco Etxeberría.