A Julio Anguita le gusta definir la política como "un arte agrario". Roturar la tierra, sembrar, regar, el sol, la luna... Con esa premisa colgada de las gafas de sol, pasea por las calles estrechas de su barrio. En la Córdoba que gobernó en los ochenta, el "Califa rojo" discurre los detalles de una plataforma a punto de nacer. Su última vuelta a la carretera tendrá un objetivo claro: impulsar la III República española.
Esta asociación trascenderá a Podemos e Izquierda Unida. Según ha sabido este periódico, podrá incluir a sus miembros, pero no se incrustará en ninguna de las dos estructuras. Su nombre no figurará en las papeletas electorales. En todo caso será "movimiento", pero no partido. Tal es la pretensión de independencia, que Anguita -el más conocido de sus fundadores- abandonaría su propia plataforma si fuera absorbida por una matriz que compitiera en las elecciones.
Julio Anguita, primer alcalde comunista -y todavía único- de una capital de provincia española estará acompañado, entre otros, por Héctor Illueca -doctor en Derecho e Inspector de Trabajo- y Manolo Monereo -histórico de IU y ahora diputado en el Congreso-.
El que fuera candidato más votado de Izquierda Unida -logró 21 diputados en 1996- prepara el terreno "por abajo". Sólo lanzará el anuncio cuando haya conseguido "cierta organización". Le gustaría hacerlo en octubre. En conversación con este diario, Anguita asegura que, por supuesto, la "deseada" III República "debe ser transversal": "Ni de izquierdas ni de derechas".
En una crítica velada a muchos políticos en activo, Anguita aclara su pretensión de construir con la vista puesta en el futuro: "Los republicanos no pueden estar todo el día hablando del pasado. La tercera república no debe ser en absoluto una repetición de la segunda. Habrá que coger lo bueno de la primera, que se cita muy poco, y algunos valores de la de 1931". Anguita, en definitiva, no concibe cimentar su proyecto con dejes pretéritos.
Hace un tiempo, se le acercó una mujer que había leído uno de sus libros acerca de la III República. Le dijo: "¡Y yo que creía que en la segunda eran todos rojos!". Anguita se deslinda de eso y apuesta por hacer pedagogía en un país que tiene "miedo a pensar".
En su retiro de Córdoba, Anguita hace tiempo que logró escapar de la guerra declarativa en la que se vio inmerso, sin quererlo, cuando fue diputado: "No estoy de acuerdo en que aparecer un par de días seguidos en los medios signifique haber logrado una transformación". Con un análisis trazado durante décadas, Anguita y sus acompañantes buscarán la participación del militante de base y de los pueblos.
¿Fusionar Podemos e Izquierda Unida?
Julio Anguita mantiene una buena relación con Pablo Iglesias, que ha ido a visitarle a Córdoba en varias ocasiones. La última, junto a Irene Montero, el pasado mayo. El exlíder de IU rechaza el papel de consejero aúlico, pero reconoce haber brindado su opinión, "junto a la de otros", al dirigente de Podemos. "Que me lleve bien con él no significa que yo participe en el organigrama. Nada de eso", reitera. Con Errejón, en cambio, no ha cruzado palabra, aunque asegura que es "coincidencia" porque "nunca" se han visto.
El excalcalde de Córdoba percibe "suyos" a los de Podemos como a los de IU, pero "no en sentido de propiedad", sino de "pertenencia". De ahí que no sea osado vislumbrar que la plataforma a punto de nacer incluirá rostros de ambas organizaciones.
¿Y qué piensa Anguita de fusionar Podemos e Izquierda Unida más allá de una coalición electoral? "O eso se da desde abajo o será un fracaso", responde a este diario. El comunista sólo la vería posible si los militantes de uno y otro partido rozaran, se sentaran y discutieran acerca de los problemas de sus localidades. "La unidad por decreto nunca funciona bien. Debe crearse un acerbo común de identidad", piensa.
El conjunto que aunaría Podemos, IU y Equo tendría también más de "movimiento" que de partido. La confluencia, a ojos de Anguita, no debe ser sólo el abrazo entre Alberto Garzón, Pablo Iglesias y López de Uralde, sino el trabajo común de los militantes. "Si no se hace eso, siempre será una cuestión puramente electoral".