Jamal Khashoggi entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul el pasado 2 de octubre. No volvió a salir. Antes de franquear la puerta, sincronizó su reloj con un teléfono móvil que dejó en manos de su novia. En el interior, el dispositivo grabó y envió a la nube las conversaciones que rodearon su supuesto asesinato. "El periodista y disidente saudí fue torturado y descuartizado con una sierra". Esta escena, según el New York Times, es la conclusión de la investigación auspiciada por las autoridades turcas.
El suceso ha sacudido el mundo entero. Canadá y Francia han tachado de "horrible" lo sucedido y Donald Trump ha prometido "un castigo" a la monarquía absolutista saudí si se confirma el descuartizamiento de Khashoggi. ¿Qué piensa Pedro Sánchez?
El mes pasado, el Gobierno socialista dio marcha atrás y afianzó la venta de cuatrocientas bombas a Arabia Saudí. La ministra de Defensa, Margarita Robles, apostó por desbaratar el compromiso adquirido en su día por Rajoy, pero el presidente la desautorizó y decidió seguir adelante. "No ha visto el impacto que podría tener esa medida", corrigió Sánchez a Robles en una entrevista con Ana Pastor en LaSexta.
Podemos se dividió. La dirección nacional presionó a Sánchez para que rompiera lazos con un país que viola los Derechos Humanos -así lo estipula la comunidad internacional a tenor de la participación de Arabia Saudí en la guerra de Yemen-, pero Kichi, alcalde de Cádiz, expresó lo contrario: 6.000 puestos de trabajo peligraban en la bahía andaluza.
Se aseguró que si las bombas españolas no llegaban a Riad, el príncipe Mohamed bin Salman retiraría la inversión en las corbetas pendientes de construcción en los astilleros gaditanos. En un resbalón, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ironizó: "Las bombas son láser de alta precisión y no se van a equivocar matando yemenís".
Riad niega el asesinato
El Ejecutivo de Arabia Saudí niega la mayor, exige respeto a la presunción de inocencia en toda esta polémica y reitera que el periodista Khashogghi abandonó el edificio por su propio pie. Turquía, por su parte, no ha aportado hasta el momento el material que habría recopilado el Apple Watch del periodista.
A día de hoy, Arabia Saudí es el tercer cliente más importante de España en términos de Defensa. Sólo entre 2015 y 2018, nuestro país ingresó de Riad más de 932 millones de euros -datos del SIPRI, principal medidor internacional del comercio de armas-. Si se filtran las grabaciones del reloj de Khashoggi, Sánchez deberá responder a la siguiente pregunta: ¿cómo puede una democracia hacer negocios con un país que ampara el asesinato y, por ende, la violación de los Derechos Humanos? Arabia Saudí es uno de los clientes preferentes para España.
La polémica por la muerte de Khashoggi, que tardará muy poco en contagiarse a España, ya ha convulsionado Wall Street y Silicon Valley. En dos semanas, Arabia Saudí celebrará el foro de inversión popularmente conocido como "Davos del desierto". Algunos de sus partners más renombrados ya han cancelado su participación. Véase Uber, el New York Times, Los Angeles Times o el propio presidente del Banco Mundial, que arguye un "conflicto de agenda" para borrarse de la cita.
En Estados Unidos, tanto demócratas como republicanos presionan a Trump para que rompa lazos con Arabia Saudí: "Seguirán asesinando civiles mientras continuemos dándoles armas". El presidente no quiere renunciar al comercio con Mohamed bin Salman hasta que no vea evidencias del asesinato de Khashoggi. El líder de la Casa Blanca ha explicitado el siguiente temor: si Estados Unidos renuncia a ese dinero, se lo llevarán China y Rusia.
Si se confirma la tortura de Khashoggi, la imagen "reformista" que el príncipe Bin Salman ha pretendido trasladar al mundo con sus viajes -entre ellos a España- se vendría abajo. El editorial del New York Times lo dibuja como un gobernante "sin escrúpulos" que ha permitido conducir a las mujeres para "encubrir su verdadera esencia, la del hombre capaz de amparar el asesinato de un periodista".