Pablo Casado ya maniobra para recuperar lo que tan sólo considera una costilla de su partido: Vox. Albert Rivera, en cambio, ignora a Santiago Abascal para aferrarse al centro, consciente de que esa pelea podría colocarle definitivamente en el imaginario de la derecha. El candidato popular aprovechó un mitin este domingo en Málaga para recuperar algunas de las esencias que Vox incluye en su argumentario.
Los tres líderes fueron amigos hace una década, cuando la "pelea contra el nacionalismo" les unió en tertulias y televisiones. Casado decía admirar la batalla contra ETA de "Santi" y Rivera reconocía la posibilidad de alcanzar un acuerdo programático con Vox. Ahora, el PP afronta la carrera hacia las europeas con el objetivo de absorber a los de Abascal. De ahí que Casado apueste por la mímesis y la seducción. Ciudadanos, en cambio, ha optado por lo contrario: enfriar el trato hasta congelarlo.
Casado trabaja sibilinamente para que sus gestos sean tan sólo eso: gestos y maneras. No quiere oír hablar de la "extrema derecha". De puertas hacia fuera, asegura que la irrupción de Vox no le preocupa y que el PP "no se ha movido del centro". También menciona unos sondeos internos que les sitúan como "primer partido".
1. La identidad de España
La identidad de España como "gran nación en peligro" vertebró gran parte del último alegato de Casado. El tono fue épico, belicoso; similar al empleado por Abascal en sus arengas. El presidente del PP fue incluso un paso más allá: alabó la "Hispanidad" como el mayor hito de la Historia de la humanidad junto al Imperio Romano.
Como si tuviera en la cabeza ese "amor a España políticamente incorrecto" mentado por los de Vox en Vistalegre, Casado aseveró: "La unidad del país está en peligro". Luego presumió: "Nunca antes el hombre había conseguido trasladar la cultura, la Historia y la religión de una nación a tantos sitios a la vez".
Aunque Pablo Casado siempre ha sido más expresivo que Mariano Rajoy, el dibujar España como un gran proyecto histórico atacado por los traidores casa más con el discurso de Vox que con el que ha venido manteniendo él mismo hasta ahora. El recién elegido presidente popular abrazó el puesto con la idea de abandonar la tecnocracia de su predecesor, pero la entrada en escena de Abascal podría obligarle a recurrir al estilo épico que ofreció en Málaga.
2. Cataluña
El hundimiento del PP, además de la corrupción, lo apuntaló el conflicto catalán. La inactividad y la ineficacia de Rajoy permitió a Ciudadanos encontrar un hueco para sus políticas. En apenas veinte años, los de Rivera se han convertido en el partido más votado del Parlament y los populares han pasado a jugar un papel residual en la oposición al nacionalismo.
Consciente de su debilidad, Casado ha endurecido su discurso en Cataluña. Tanto en los apelativos a los dirigentes separatistas como en la exigencia de aplicar un 155 que arrebate a la Generalitat más competencias que la última vez. En concreto, educación, policía autonómica e instituciones penitenciarias.
Aunque en este punto, el candidato del PP no puede coquetear más con el argumentario de Vox: Abascal exige la supresión de las autonomías, lo que supondría enmendar la Constitución que Casado pide cumplir a los independentistas.
3. La bandera
Hubo tantas banderas españolas al aire en el mitin de Vox en Vistalegre que varias televisiones chinas se pusieron en contacto con los de Abascal para recopilar las imágenes. Ahí Casado sí puede competir y ya lo está intentando. La escenografía de Málaga fue cuidada y el PP procuró abarrotar el local con enseñas nacionales.
En redes sociales -adonde Vox dedica todos sus esfuerzos obligado por la carencia de representación parlamentaria- los de Casado lanzaron una campaña enfocada en el 12-O: "España en tu balcón". El PP animó a sus afiliados y simpatizantes a colgar la bandera y concluyó: "Los símbolos son importantes". Un eslogan que no compartió Rajoy y que permitió a Abascal salir de su travesía por el desierto.
4. El aborto
En varias entrevistas, Santiago Abascal ha agradecido irónicamente a Casado haber "legitimado su discurso": "Dicen que defenderán nuestras posiciones y luego las abandonan". Aquí, además de Cataluña, cabe el aborto.
Entre las cien medidas que Vox propone como embrión de su programa electoral se encuentra la supresión del aborto de la sanidad pública. Casado también juega esta partida, aunque de forma ligeramente distinta. En una entrevista con Intereconomía afirmó: "Siempre lo he dicho. El aborto no es un derecho, sino un fracaso. No podemos permitir que una ley lo consagre como tal". El proyecto del actual PP -no lo fue para el anterior- pasa por una ley que "apoye a la mujer embarazada". "En este país se da más dinero para interrumpir la gestación que para defenderla", destacó Casado.
5. La inmigración
La inmigración abre un abismo programático entre PP y Vox. Abascal, sin ambages, propone expulsar del país a todos aquellos que alcancen tierra española de modo irregular. Incluso apuesta por echar a quienes, a pesar de reunir los papeles necesarios, cometan un delito. Sin ir más lejos, el candidato de Vox aireó la posibilidad de deportar a Pablo Echenique, secretario de Organización de Podemos nacido en Argentina, por "atacar el Estado de Derecho".
Casado no llega tan lejos, pero ha dado un paso más que Rajoy. Lo expuso tanto en su discurso como en redes sociales. Su postura es esta: "España necesita tener una política de inmigración regular, legal, vinculada a un contrato de trabajo, que no ataque a la Policía y a la Guardia Civil, que defienden nuestras fronteras, y no provoque efecto llamada".