Dentro de siete días, en Manresa, se celebrará la convención fundacional de la Crida. Posteriormente, en una fecha todavía por concretar (pero que podría ser la del 6 de diciembre), la Crida celebrará su congreso constituyente en Barcelona. "Pero… ¿qué es la Crida?". Esa es la pregunta que, a día de hoy, sigue sin respuesta en Cataluña. ¿Un partido? ¿Un movimiento? ¿Una federación de partidos? ¿La nueva Convergència i Unió?
Asistimos al nacimiento de un movimiento de corte peronista con el que Carles Puigdemont pretende controlar todo el espectro independentista, desde la extrema izquierda de la CUP, Arran y los CDR, e incluso de los comunes afines a Podemos, hasta la democracia cristiana de la vieja Unión Democrática de Cataluña.
Pero el proyecto ha empezado a perder gas antes de su puesta de largo. ERC tiene planes propios para los próximos meses y, al menos por ahora, su marcha parece ir por senderos que no son los de la unidad del separatismo: atenuamiento de la tensión, negociación con el PSOE, indultos y futuro tripartito autonomista junto al PSC y Podemos. Es el plan que del que empezó a hablarse desde aquella ya famosa cena del 26 de agosto de 2017, en la que compartieron mesa y mantel Pablo Iglesias, Oriol Junqueras y Xavier Domènech, con el empresario Jaume Roures en el papel de maestro de ceremonias.
Reticencias en el PDeCAT
No son los de ERC los únicos reticentes a la Crida. Dirigentes de la vieja Convergència, reacios a incorporarse al proyecto, han empezado a mostrar sus reservas. "Formamos parte de un partido que estamos convencidos de que tendrá larga duración, no tenemos ninguna intención de disolvernos en la Crida", ha dicho David Bonheví.
Bonheví es el presidente del PDeCAT, partido heredero de Convergència, escindido hoy en dos mitades prácticamente simétricas: la afín y la menos afín a Carles Puigdemont. Eso sí, está por ver que esa afirmación soporte sin derrumbarse el rigor de los vaivenes políticos que se avecinan durante los próximos meses.
Los que sí se integrarán con toda seguridad en la Crida Nacional de Puigdemont son los simpatizantes de Junts per la república (JxRep), la marca política impulsada por el expresidente huido a principios de este año, formada por independientes de JxCAT, presidida de forma honorífica por el preso Jordi Sánchez —también presidente del grupo parlamentario de JxCAT— e inscrita en el registro de partidos políticos el pasado 10 de julio.
También estarán con la Crida los promotores del manifiesto Gent d'esquerres amb la Crida Nacional per la República (Gente de izquierdas con la Crida Nacional per la República), promovido por el arqueólogo Eudald Carbonell y la exdiputada de Catalunya sí que es pot (CSQP) Àngels Castells. Castells es la diputada que retiró las banderas españolas que los diputados del PP dejaron en sus escaños del Parlamento catalán antes de abandonar el hemiciclo en protesta por la votación de las leyes de desconexión el día 6 de septiembre del año pasado.
La Crida cuenta de momento con 50.000 adheridos. Todos han pagado 10 euros a través de la web cridanacional.cat por su derecho a ser considerados "fundadores" del movimiento.
Las sentencias del TS serán clave
El primer objetivo de la Crida es propiciar la presentación de candidaturas independentistas unitarias de cara a las elecciones municipales de mayo de 2019. En realidad un subterfugio con el que la Crida pretende absorber a buena parte de los votantes y simpatizantes de ERC y la CUP. O, dicho de otra manera, el chantaje emocional que le permitirá a Puigdemont presentar como "traidores a la república" a aquellas asociaciones, partidos y fuerzas independentistas que no acepten diluirse en las candidaturas transversales, populares y teóricamente apartidistas promovidas por la Crida.
"El momento de la Crida no es ahora, sino después de las sentencias del Tribunal Supremo", me cuenta un buen conocedor de lo que se cocina en los fogones del procés. Será en ese momento, tras unas sentencias del Supremo que se prevén especialmente duras, cuando la emocionalidad entre el independentismo alcance cotas máximas y la Crida haga su aparición como movimiento aglutinador de todas las sensibilidades independentistas. Espoleada por la indignación popular y el clamor por la unidad del separatismo, "la Crida intentará entonces superar las divisiones partidistas para avanzar hacia la independencia", añade.
Algo así ya se anuncia en el documento fundacional del movimiento, donde se habla de superar "las viejas maneras del autonomismo" y donde se llama a "sumar esfuerzos para superar los conflictos partidistas que han impedido la unidad soberanista de verdad". Una alusión nada velada a una ERC que no está dispuesta a entrar por el aro.
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