Partido Popular y Ciudadanos visten las elecciones andaluzas como una victoria. Pablo Casado presume de encabezar el centro derecha en España y Albert Rivera celebra haber duplicado sus escaños en la región. Conservadores y liberales han cumplido sus objetivos sobre el papel. Los primeros restan importancia a la pérdida de siete escaños respecto a los anteriores comicios -qué lejos queda la victoria sin Gobierno de Javier Arenas en 2015- y los segundos quitan hierro al inexistente sorpasso.
El descalabro del Partido Popular arroja una gruesa ganancia en su derrota. Juanma Moreno Bonilla, a pesar de su raquítico resultado, podría exigir el apoyo de Vox y Ciudadanos, con los que lograría mayoría absoluta y echaría al PSOE de la Junta, que abandonaría el Palacio de San Telmo por primera vez en cuarenta años. Tras conocer los resultados, el candidato popular ha hablado de "jornada histórica" y se ha comprometido a facilitar el cambio: "Voy a presentarme a la investidura".
Los militantes de Ciudadanos, no obstante, han arropado a Juan Marín al grito de "¡presidente, presidente!". En una entrevista con este diario, el líder naranja en Andalucía calificó al PP como un partido "incapaz" de dirigir ese cambio. Entonces, ¿qué hará Rivera con sus escaños?
Pablo Casado, tras más de 20.000 kilómetros y toda una campaña instalado en Andalucía, ha seguido el escrutinio en Génova. Igual que Moreno Bonilla, ha descrito al PP como el partido que debe gobernar la Junta: "El mandato de los andaluces es claro".
Rivera, en Sevilla y junto a su candidato, ha esgrimido su centrismo para exigir apoyos a ambos lados de cara a investir a Juan Marín. "Nosotros ya lo hicimos con Rajoy y con Susana Díaz". Este lunes, Ciudadanos reunirá a su Ejecutiva y ofrecerá una rueda de prensa en la que desmigará la táctica de la formación.
La suma de PP, Cs y Vox permitiría la investidura en primera instancia, pero la formación de centro, aunque todavía no lo ha explicitado, no quiere saber nada de Vox, que representa en términos europeos lo que Rivera quiere combatir: populismo y nacionalismo. Durante la campaña, Juan Marín aseveró en relación a los de Santiago Abascal: "Somos antagónicos".
Partido Popular y Ciudadanos podrían sellar el pacto al que hasta ahora se han mostrado dispuestos y dejar fuera a Vox para buscar una abstención negociada con el PSOE, que de momento no es posible. Susana Díaz insiste en gobernar por su condición de candidata más votada: "Hemos ganado las elecciones y sacamos siete puntos de voto al segundo".
Vox ha desbaratado los planes del socialismo, pero también supone un quebradero de cabeza en las sedes de PP y Ciudadanos. Los populares no ven con malos ojos abrazar a Abascal porque son muchos los dirigentes conservadores que los consideran una escisión de su partido, pero los de centro pondrían en peligro la coherencia de su discurso si se sentaran a la mesa con Vox.
Juan Marín también podría dar un giro al relato y erigirse como el presidente necesario de Andalucía. Si se postulara a la investidura, Moreno Bonilla podría recriminarle disponer de menos escaños que él, pero sin el acuerdo entre ambas formaciones no es siquiera explorable el "cambio" en Andalucía.