"Cualquiera diría que están nerviosos, ¿no?". La dirección de Podemos se pregunta a qué viene la repentina profusión de mensajes de Moncloa y Ferraz. La sede de la Presidencia del Gobierno y la del PSOE hierven estos días con declaraciones y filtraciones que se lanzan y se responden casi sin solución de continuidad: que si el presidente es "receptivo" a "independientes de reconocido prestigio" que pueda proponer Pablo Iglesias, que si "todos los escenarios están abiertos", que si se pueden aceptar miembros de Podemos, pero que sean "ministros técnicos, no políticos"...
La conclusión a la que llegan en la formación morada es que cada una de las vueltas y revueltas, los circunloquios y las pequeñas y grandes "traiciones" que en forma de filtraciones interesadas vienen del lado socialista persiguen un solo objetivo: que el secretario general de Podemos no tenga una cartera, ni citas todos los viernes en Moncloa ni una tarjeta de visita que ponga "ministro de...".
En Podemos aseguran que ese veto tiene dos motivos. El primero, es "un problema de ego: Pedro Sánchez teme que Pablo Iglesias le haga sombra desde el Consejo de Ministros". El segundo tiene que ver con que Sánchez quiere jugar a ser estadista y para eso debe ser un líder homologable en Europa. Fuentes del Parlamento Europeo confirman a EL ESPAÑOL que el presidente del Gobierno "tendría muy difícil seguir siendo invitado a esas pequeñas reuniones con Macron y Merkel si llega de la mano de la izquierda radical de Iglesias". De hecho, aún se recuerda en Estrasburgo el "¡adelante Alexis, que ya llegamos!" que gritaba el líder de Podemos para a poyar a Tsipras, el mismo que acaba de ser derrotado sin remisión en las legislativas griegas.
El flanco izquierdo
"Pero ese personaje de presidente de toda la vida le deja a Sánchez el flanco izquierdo abierto en canal", opinan desde el entorno de Iglesias. "Y eso lo sabe aprovechar Pablo...".
Fuentes de la dirección de Podemos explican que en Moncloa prefieren a Iglesias de outsider en el Congreso y "concedernos cositas sociales de vez en cuando" mientras pactan las políticas principales "con las derechas". Y dicen que Sánchez quiere lejos a Iglesias, porque el mensaje de izquierdas de Iglesias "es mucho más creíble" y "desde dentro del Gobierno ellos temen que se coma al presidente".
El paralelismo más cercano -aunque provoca rechazo en Podemos, dado el cariz xenófobo del personaje- sería el de Giuseppe Conte, primer ministro de Italia, al que no se le conoce ni se le ve, dada la ubicuidad y el poderoso discurso de Matteo Salvini. Su vicepresidente y ministro del Interior -líder de la Liga Norte- ha hecho desaparecer a Conte, un tecnócrata de consenso, y a la formación con la que pactaron su nombre, el Movimiento 5 Estrellas de Luigi Di Maio, también vicepresidente aunque nadie lo sepa.
Relato contra programa
En estas últimas jornadas se ha dado una circunstancia nueva: el entorno más cercano a Pablo Iglesias es el que sondea a los periodistas, en lugar de ocurrir al revés. "Mira, desde hace tiempo todo está pasando en los titulares, no en las reuniones", explican. Y, como haría un grupo de exploradores, tratan de despejar la maleza de palabrería que rodea la supuesta negociación. Supuesta porque "nunca ha empezado", afirman, a pesar de las presuntas "prisas por tener un Gobierno cuanto antes, en julio, no en septiembre", según palabras de Sánchez.
El equipo de Iglesias pulsa la opinión de reporteros y analistas para tratar de averiguar si de verdad está calando "el márketing político" que achacan a los socialistas. O si, por el contrario, "se está entendiendo nuestro empeño en mantenernos firmes en que hay que negociar un Gobierno de coalición con programas claros y lealtades selladas". Por lo pronto, ya están abiertas la votaciones de su consulta a los inscritos, que tanto ha molestado en el Gobierno. "Sabían que la haríamos, Podemos no puede votar una investidura sin saber lo que dicen las bases".
Así, en Podemos tienen la sensación de que, con tanto ruido, "le están dando cancha al Iglesias que se vio en los debates". En medio de la enorme crispación con la que Pablo Casado y, sobre todo, Albert Rivera, atacaron a Pedro Sánchez en las dos citas televisivas previas al 28-A, emergió un líder de Podemos muy alejado del de la "cal viva", el "tic-tac" o las "cloacas". Se le vio cabecear mostrando exasperación, pidiendo calma e incluso invadiendo el papel del moderador.
"Iglesias sabe de esto"
"Aquél fue el gran éxito de la campaña", recuerdan en Podemos. Hay que recordar que Iglesias acababa de regresar de tres meses largos de baja paternal, con su partido hundido en las encuestas, que lo colocaban como quinta fuerza, por detrás incluso de Vox. Y que su regreso a las plazas lo revistió de un discurso muy agresivo contra los medios de comunicación, las empresas del Ibex-35 y un supuesto gobierno en la sombra "con más poder que los diputados".
Pero es que "las campañas sí son puro relato, hay que colocar mensajes, ocupar espacios y crear marcos de discusión", explican las citadas fuentes. Y una vez hecho eso, recuperando la iniciativa y marcando en parte la agenda, a Iglesias se le abrió una ventana de oportunidad mientras Rivera sacaba gadgets de su atril y Casado recrudecía sus críticas. "El caso es que en el PSOE creen que Iglesias sabe de esto, de política y de comunicación, y que su personaje se come al que ahora quiere crear Sánchez, de hombre centrista y gobernante europeo".
Por eso, concluyen, el Gobierno trata de darle la vuelta al argumento: "Que salga la ministra Celaá diciendo que no lo reduzcamos todo a un asunto de egos personales, porque es una cuestión de Estado... es axactamente lo que lleva diciendo Pablo desde el primer día: un Gobierno es una cosa muy seria".