"La democracia es incompatible con el monopolio de la violencia por parte del Estado". Era Pablo Iglesias en 2012. Cierto que aún era un simple presentador de programas marginales en televisiones de corto alcance, buscando algún titular que le diera entrada -como le dio, finalmente- en las tertulias políticas de más largo radio.
Santiago Abascal ya era líder de un partido emergente al que le colgaban la etiqueta de "extrema derecha" por mucho que a él le escociera cuando tomó postura en este debate. Y terminó de darle argumentos a sus enemigos el día en que, a poco más de un mes de las elecciones en las que partía como candidato a presidente del Gobierno, reclamó "un cambio radical urgente en la ley, no sólo para que los españoles sin antecedentes y en pleno uso de sus facultades mentales puedan disponer de un arma en su casa, sino para que puedan usarla en situaciones de amenaza real para su vida".
Pero, ¿cómo vivirían el líder de Podemos y su némesis en Vox una jornada como la que ha tenido que superar Donald Trump en la Casa Blanca? Han sido 30 muertos en dos matanzas en menos de 12 horas. Dos jóvenes asesinos en El Paso (Texas) y Dayton (Ohio) ejerciendo el derecho constitucional que defiende la Asociación del Rifle, que pagó 30 millones de dólares de su campaña en 2015... El silencio del presidente de EEUU ante las motivaciones supremacistas del tirador de El Paso, Patrick Crusius, confeso admirador del mandatario y de "sus esfuerzos por construir el muro de la frontera con México", es muy revelador: una cosa es pronunciar palabras gruesas para llamar la atención y otra verlas puestas en boca de quien empuña un fusil de asalto. Y lo usa.
Lo cierto es que el hombre que soñó con el sorpasso al PSOE en 2016 y el fundador de la escisión por la derecha del PP, ambos, defendieron en su momento el "derecho" de los ciudadanos a "tener armas", cada uno con sus motivaciones. Y la verdad es que los dos trataron luego de matizarse o desdecirse, ante el revuelo causado en un país como el nuestro, que jamás ha colocado la preocupación por acceder a las armas entre las principales de los españoles, según el CIS.
Para Podemos, hoy es "descabellado" identificar al partido con estas frases: "La democracia es tal si el poder está repartido y si la base del poder es la violencia, el pueblo no puede delegar el fundamento de la soberanía", defendía Iglesias en un monólogo en la primigenia Tuerka que aún se puede ver en Youtube. El discurso luego lo ha matizado mil veces, claro, porque ahora ya no tendría necesidad de decir esas cosas para llamar la atención. Y es cierto que abría su speech aclarando que iba a defender la Segunda Enmienda a la Constitución de EEUU "al menos de manera teórica"...
Pero nadie desconoce la habilidad de Iglesias para decir una cosa sin decirla o incluso para pronunciar unas palabras fácilmente desmentibles por las prevenciones retóricas que las acompañan. Así, si hoy Podemos se puede amparar en esa "defensa teórica" para poder argumentar que el líder morado no apoya la "soberanía del pueblo" para portar armas que lo defiendan "del monopolio del Estado", también se le puede replicar que él mismo pasaba de la teoría a la práctica al final de su intervención: "Cómo cambiaron las cosas en California cuando el partido de los Panteras Negras, amparándose en la Constitución, empezó a defender a sus comunidades patrullando armados los barrios".
Pasados los años, el departamento de prensa de la formación morada trató de parar la polémica respondiendo a las preguntas de los periodistas que "el compromiso de Podemos con la no violencia es claro. Podemos no apoya la opinión o la frase pronunciada por Pablo Iglesias".
Vox matizó la posición... y calló
Cuando en marzo Santiago Abascal decidió romper su silencio autoimpuesto reapareciendo como entrevistado en la revista digital armas.es, tampoco esperaría probablemente que le recordaran que él paseaba las calles de España con un revólver en la sobaquera.
Lo había explicado en otra entrevista, esta vez en EL ESPAÑOL, un par de años antes: "Llevo siempre la Smith & Wesson. Empecé por la amenaza de ETA contra mi padre, que dos comandos se metieron en su tienda de ropa de Amurrio". Entonces, ante la amenaza terrorista de quien era concejal del PP en los años del plomo del País Vasco, Abascal quería proteger a su padre, "y ahora tengo que pensar que tengo cuatro hijos".
Pero no es lo mismo ser un líder político marginal, como eran Iglesias o Abascal al tomar sus primeras posturas públicas sobre la Segunda Enmienda a la Constitución estadounidense que ser candidato a presidente del Gobierno. Así que el revuelo obligó a Vox a matizar: "Lo que quería decir el presidente del partido es que los españoles deberían tener el derecho a poder tener un arma en casa para defenderse si son atacados, y nada más".
Desde entonces, lo que vino fueron confesiones bajo cuerda de algunos de sus miembros lamentando "el lío" en el que se habían metido, una intervención del ex boina verde Javier Ortega Smith marcando el terreno -"si tienes los papeles, ya seas policía o ya sea una licencia de caza, deberías poder usar el arma para defenderte en tu propiedad"- y luego, silencio absoluto.
El tema salió del argumentario de Vox, no se volvió a utilizar en la campaña, y nunca más se le dio vuelo al asunto. Ni la matanza de El Paso, ni la de Dayton hicieron salir este fin de semana a sus líderes a decir algo, siquiera a su propio Twitter, en el que sí llegaron a comentar entrevistas al Dalai Lama o tuits sobre otros temas del propio Trump.
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