"Justo lo que yo proponía". Este fue el mensaje que un crítico de Ciudadanos envió a otro poco después de que Albert Rivera anunciara en rueda de prensa su renuncia al "no es no". El candidato liberal se abrió a la abstención cuando el reloj de arena estaba a punto de vaciarse. Con este gesto, podrá decir en campaña que dio una oportunidad a Pedro Sánchez para ser investido sin las ataduras de Podemos y los nacionalistas.
Rivera sólo reveló a José Manuel Villegas -su secretario general- el plan que iba a detallar este lunes en la Ejecutiva del partido. Aquel lugar del que -por goteo- fueron desapareciendo quienes le conminaban a explorar la investidura de Sánchez. "Fue una sorpresa, pero cayó como agua de mayo", relata uno de los presentes.
Según ha contrastado este periódico de varios dirigentes liberales, eran muchos en Ciudadanos los que veían las próximas elecciones como una "amenaza" debido al concepto de la "utilidad". "Ahora sí que hemos hecho todo lo que está en nuestras manos", confiesan aliviados.
El golpe de efecto de Rivera -arrebató la iniciativa al PP para descolocar, al mismo tiempo, a Casado y a Sánchez- ha terminado de cicatrizar las discrepancias. "Hemos tardado, pero hemos llegado", arguye un mandatario liberal que pide conservar el anonimato. Francisco Igea y Luis Garicano, que votaron hace meses para conseguir este extremo, han celebrado el movimiento de Rivera en sus cuentas de Twitter.
El aparato se niega a aceptar que el partido haya adoptado la estrategia que exigían los críticos. Fuentes oficiales aseguran que quienes dieron la batalla querían "negociar con el PSOE" e incluso "planteaban una coalición". Este era el caso de Toni Roldán, pero no el de, por ejemplo, Garicano, Igea o Pericay.
La solución de pactar una abstención con el PP y luego dirigirse al PSOE ya estuvo sobre la mesa de la Ejecutiva, pero Rivera la desdeñó. En el entorno del líder explican así su cambio de opinión: "No queríamos interferir en las negociaciones de Sánchez e Iglesias. Nos hemos movido cuando ya era evidente que no alcanzaban un acuerdo".
Y es verdad. La profecía autocumplida de Rivera no funcionó en este caso. "Él siempre nos decía que estaba seguro de que PSOE y Podemos pactarían, que estaba hecho", narra uno de los que se opuso al líder.
"Veremos... No sabemos si llegamos tarde"
Rivera, desgranan los críticos consultados, estaba convencido de que la coherencia que implica el "no es no" iba a evitar una fuga de votos por la derecha: "Temía que ofrecer la abstención fuera aprovechado por el PP para asegurarse el liderazgo de la oposición a Sánchez".
Ahora, tanto los otrora detractores como el propio Rivera insisten en que la propuesta está redactada para que Sánchez acepte y que no se trata de una mera maniobra propagandística: "Por eso en el 155 hablamos de planificación y nos limitamos a pedir que no suban los impuestos. No exigimos su bajada". Los más escépticos apostillan: "Veremos. No sabemos si esto llega tarde".
La propuesta de Rivera también generó sorpresa en el PP. Cuando Casado contó a los suyos la llamada que había recibido del liberal, la mayoría ironizó: "Está pidiendo lo mismo que le reclamaban sus críticos".
Detrás de la estocada de Génova, también estaba el haber perdido la iniciativa en detrimento de Ciudadanos. Los populares salieron al paso diciendo que ellos ya habían hecho a Sánchez esas propuestas, pero nunca plantearon en público ir de la mano con Rivera para negociar la abstención.
Moncloa no tardó ni una hora en responder: "No". En Alcalá 253 celebran haber cercado a Sánchez. "Irá a las elecciones habiendo negado todas las posibilidades que se le ofrecieron para formar gobierno".