Hay varias fechas marcadas en un candente rojo en el calendario político, pero quizás una brilla con más lustre que otras: el 3 diciembre. Ahí, cuando el último mes del año apenas acaba de debutar, se celebrará la sesión constituyente de las Cortes. Es el pistoletazo de salida de la legislatura, y, entonces, el reloj echa a andar. Se activa toda la maquinaria parlamentaria y los tiempos comienzan a correr. Y los plazos para la investidura de un presidente del Gobierno, también.
Pero el próximo día 3, martes, no sólo tiene lugar ese acontecimiento: también se trata de la jornada elegida tanto por el PSOE como por ERC para mantener su segunda reunión dentro de las negociaciones para recabar los síes o la abstención de los independentistas y que Pedro Sánchez pueda asumir plenas funciones. El horizonte no es demasiado optimista para los socialistas, o, al menos, así lo ven desde la dirección del Partido Popular.
Desde Génova son claros: no creen que el gobierno de coalición ideado por Sánchez y Pablo Iglesias vaya a ver la luz del sol. “Esa foto del abrazo es tan real y tan efectiva como la de los Presupuestos. A ambas imágenes le pasa lo mismo: que no suman”, deslizan fuentes de la cúpula popular. Por eso, la única opción viable, dado que ellos no apuntalarán ningún Ejecutivo liderado por el socialista, es que España vuelva a tener elecciones. Serían las terceras en apenas un año.
Rufián y Lastra vs. el relato
El por qué es bien sencillo, siguiendo su lógica. Dado el contexto actual, no hay posibilidad alguna de que ERC y PSOE encuentren un punto intermedio en sus pretensiones. En otras palabras: “Lo que diga Rufián y Lastra se tiene que parecer. ¿Existe algo que pueda contar Rufián como doblar el brazo socialista y que el PSOE pueda consentir?”, se preguntan.
El PP piensa que no. Teniendo en cuenta la situación en Cataluña y la aritmética parlamentaria, tanto en el Congreso como en el Parlament catalán, “el peor enemigo de ERC es JuntsxCAT y al revés”, analizan los populares. “Están buscando quién es el españolazo de los dos, quién es el que presta los votos a Sánchez”. Y, ahí, consideran, no hay margen de movimiento para ninguna de las formaciones.
“Tiene que ser algo que sea suficiente para que Rufián diga que sutilmente le ha doblado el brazo al PSOE y que resista al envite de Junts”, comenta en privado un alto dirigente popular. “Y eso no existe”, zanja.
El no del PP es “hasta el final”
Esto abocaría, inexorablemente, a unos nuevos comicios generales. Porque si hay algo claro para todas las fuentes de la dirección del PP consultadas, es que Génova mantendrá su no a Sánchez “hasta el final”. No cabe otra posibilidad, aducen.
El malestar es palpable y evidente en las filas populares. Cada vez notan más la presión que antes recaía sobre Albert Rivera y Ciudadanos para facilitar la gobernabilidad del país, pero ahora, con la formación liberal reducida a su mínima expresión, el foco se posa en Pablo Casado.
Aunque para el presidente del PP no hay dudas. En juego está, alega, la coherencia de su discurso político. Lo suele resumir, según apuntan desde su entorno, en una frase clara, rotunda: “Si lo hiciera —cuentan, reproduciendo la textualidad—, no podría mirar a la gente a la cara”.
Nadie niega que en el seno del partido haya debate sobre esta postura. Sobre todo, con las afirmaciones y las dudas que sostienen en público algunos de sus más sonoros miembros, desde la portavoz del partido en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, al barón y presidente de Galicia Alberto Núñez Feijóo. “Va a decidir el presidente escuchados a todos. Hay opiniones varias”, opina en privado un destacado dirigente, muy próximo a Casado.
Sánchez va “sin plan B”
El quid de toda la cuestión y, especialmente, su enfado, según deslizan, es que “ningún miembro del comité federal del PSOE ha pedido formalmente o públicamente al PP la abstención. Ni mucho menos el candidato”. “Todo el mundo habla de la abstención del PP, pero es que no nos lo han pedido. Si hubiese habido algo por parte ya no digo Sánchez, sino alguien que le represente, habría donde poder empezar a discutir”.
Quizás el rompecabezas tendría una solución más sencilla, indican desde Génova, si la agenda de Sánchez no fuera “derogar todas las reformas del PP y negociar una Mesa con ERC y Bildu como si fuera Coalición Canaria”. “¿A ese Sánchez vas a hacer presidente? ¿Cómo vas a hacer presidente a una persona que sabes que no es la que tendría que estar ahí? El problema es Sánchez”, zanjan.
Porque el problema, según todas las fuentes consultadas, no es que el PP “ponga alguien del PSOE: el problema es a quién y para qué”. “Pedro Sánchez es incompatible con el apoyo del PP”. No así otros líderes socialistas, comentan, y vuelven al precedente Patxi López.
“¿Es que acaso estamos en el escenario en el que PSOE ha pedido al PP que vayamos juntos a salvar España? No. Nada que ver a lo que hizo Rajoy. Fue un hecho cierto, de frente. Te he pedido que te abstengas, te he llamado, eres mi primera opción”, completan. “Pero Sánchez no tiene plan B, no tiene red. Lo que está haciendo es suicida”.