En los momentos previos a la inauguración de la XIV legislatura, la composición de la Mesa del Congreso, el órgano que regula la actividad de la Cámara baja, es una incógnita. Todo ha ido de blanco a negro según avanzaba el día. Al menos, para los partidos de centro y derecha. Si la jornada amaneció con un panorama bastante encarrilado, a última hora todo voló por los aires.
Cuestión de horas: al mediodía, Pablo Casado glosaba la importancia de que el centroderecha fuera de la mano en pos del constitucionalismo y la defensa de la unidad nacional. Los protagonistas, según la lógica popular, siempre son los mismos: la tríada PP-Vox-Ciudadanos. Todos para uno y uno para todos, que podría decirse.
Era el escollo a salvar, el movimiento que despertaba recelos en sectores populares: acordar con Vox y prestarles votos para que pudieran obtener presencia en la Mesa. Los de Santiago Abascal no aspirarían a nada sin ese trasvase, puesto que necesitan que su candidato sea el más votado. Sus 52 papeletas se quedarían cortas, siguiendo la aritmética parlamentaria, y precisarían de 16 votos de otras formaciones. La única que se había prestado a hacerlo era el PP.
La propuesta popular, siempre a 3
Porque, a diferencia de otros mecanismos parlamentarios como el poder gozar de grupo parlamentario propio, la composición de la presidencia del Congreso es fruto del acuerdo entre partidos, independiente del resultado electoral. Es decir: ninguna formación tiene derecho por sí misma a verse representada. De ahí, la importancia de la negociación.
Las condiciones planteadas por Pablo Casado eran claras: “Aquellos partidos que puedan tener representación en la mesa del Congreso o del Senado, de acuerdo con la tradición de ambas Cámaras, si depende de nuestros votos, tendrán nuestro apoyo”, adujo en una reunión con sus grupos parlamentarios.
Y ahondó en el mensaje para ser inequívoco: “Ciudadanos también debe entrar en esa negociación para tener representación en la Mesa de las Cortes Generales. No estamos ante un debate sólo cuantitativo, por número de escaños, estamos en un debate cualitativo en el que el PP siempre tenderá la mano a un partido socio que ha tenido un papel fundamental en esta Cámara y que estamos convencidos de que seguirá teniendo nuestra colaboración para llevar a cabo iniciativas legislativas fundamentales y urgentes”.
Negociación o autoexclusión
El motivo de meter a la formación capitaneada ahora por Inés Arrimadas en la ecuación es que, al final del día, a lo que aspira el presidente del PP es a refundar el espacio político del centroderecha. Eso pasa por atraer tanto a Ciudadanos como a Vox a su espectro. Y no pensaba, según comentan fuentes de su entorno en conversación con este diario, dejar a ninguno de los dos atrás sin motivo aparente.
La consigna para los populares era la negociación. La Mesa del Congreso está compuesta de nueve miembros: la presidencia, cuatro vicepresidencias y cuatro secretarías-. Así, y tal y como dejó claro el PSOE con Unidas Podemos, la mayoría de los asientos, cinco, caerían en el bloque de la izquierda. Para que todos salieran beneficiados, los populares apostaban por la fórmula “2-1-1”: dos puestos para el PP, uno para Vox y otro para Cs.
Todo dependía de que los de Abascal y los de Arrimadas se pusieran de acuerdo. Pero no fue así: Vox se niega a que entre Ciudadanos. La formación de extrema derecha prefiere jugársela al todo o nada. Si se niega a algún tipo de acuerdo, se autoexcluirá.
Dos escenarios posibles
Pero el PP no se ha quedado de brazos cruzados. “Vamos a intentarlo [el acuerdo a tres] hasta el final”, cuentan desde Génova. “Vox se está pegando un tiro en el pie”. Si no hubiera acuerdo, sólo cabrían dos posibilidades. Una, que el PP se quedara con dos puestos y Cs y Vox, con ninguno.
O dos, que, en la línea del cordón sanitario sugerido por el PSOE, los populares obtuvieran tres representantes y los naranjas, con uno, siempre y cuando cuenten con el apoyo de otras fuerzas parlamentarias de ámbito regionalista, nacionalista o incluso de izquierda o independentistas. No sería del todo raro, puesto que existen antecedentes parlamentarios.
El límite es claro: este martes, a partir de las 10 de la mañana, se constituyen las Cortes. El reloj continúa inexorable… y la fumata blanca no se prevé hasta el minuto de descuento. Si es que finalmente se da.