Cuando Mariano Rajoy apareció este miércoles, a eso de las siete de la tarde, andando rápido, rehuyendo de los flashes, sin detenerse ante los que le aclamaban, parecía, por momentos, que no se trataba de un acto convocado por él mismo. El último presidente del PP presentaba su propio libro, Una España mejor (Plaza y Janés), en el que narra cómo vivió sus años en la Moncloa, y, a ratos, se le intuía tímido, extraño, fuera de lugar.
No sería por los asistentes: el último presidente del PP hizo gala de su poder de convocatoria y se arropó con de la plana mayor del partido en la actualidad, encabezados por el líder de la formación, Pablo Casado —"El presidente de mi partido"—, y de sus fieles colaboradores de siempre. En el madrileño auditorio de la Fundación Rafael del Pino se reunieron numerosos exministros, de Soraya Sáenz de Santamaría o Dolores de Cospedal a Ana Pastor, pasando por Cristóbal Soria, José Ignacio Wert o Ana Mato.
También acompañaron a Rajoy barones populares como Alberto Núñez Feijóo o Alfonso Alonso; actuales vicesecretarios de Génova o el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, asistieron a un acto en el que dos grandes ausencias brillaban sobre todas las demás: la del expresidente del PP, José María Aznar, y la de la actual portavoz popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo.
Quien rompa el consenso es "un irresponsable"
Allí, poco a poco, tras una introducción de calentamiento a cargo del periodista Carlos Herrera, Rajoy volvió a su ser, a su verbo de siempre. Sus frases podían haberse estancado en junio de 2018, cuando abandonó la política, tal y como sucede con su libro, pero el expresidente del Gobierno fue netamente actual en sus mensajes.
Alertó sobre el riesgo que podría correr la unidad de España si se inviste a un Pedro Sánchez "condicionado" por partidos independentistas catalanes "que nada tienen que ver con la soberanía nacional" ni respaldan la Constitución. "Quien rompa el consenso es un irresponsable".
"El gobernante tiene que mirar siempre al interés general de su país, le da tranquilidad a su conciencia.. y también votos", bromeó el expresidente. Pero rápidamente se mostró tajante, casi institucional, cuando proclamó que "el consenso en asuntos de Estado es imprescindible. Cambiar la Constitución por mayorías es un disparate. Hay cosas que no se deben hacer por mayorías, aunque se pueda".
Ibarretxe y el estatuto catalán
A ojos de Rajoy, las grandes cuestiones —como la Carta Magna, el modelo territorial, los estatutos de autonomía, según enumeró— "cuando se hacen por consenso salen bien". "Por consenso se dio la batalla contra el plan Ibarretxe. La primera vez que se rompió el consenso fue con el estatuto de Cataluña y de aquellos polvos esos lodos", analizó.
El expresidente del PP pidió que su partido y el PSOE, "los dos grandes", vayan "de la mano". Y para muestra, un botón: la aplicación del artículo 155. "Lo más importante del 155 es el mensaje: la nación española tiene instrumentos para defenderse. Cuando se ataca la soberanía y la unidad nacional, España se puede defender", adujo, lo que despertó el aplauso del auditorio. "Los partidos lo saben muy bien", continuó, con una timidez sobrevenida.
Rajoy, citando a Ortega, sin querer apuntar directamente a Sánchez ni a Rodríguez Zapatero, cuyas alusiones flotaban en el aire, quiso dejar claro que "toda realidad ignorada prepara su venganza". "Lo que de ninguna manera puede hacer un gobernante es obviar la realidad", ahondó.
"No le hagan caso a los doctrinarios"
"Siempre he tratado de huir de no tener sustancia y de cotillear. No hay ni chismes ni críticas personales ni maldades en el libro", bromeó. "Si alguien viere aunque no las hubiere, es que somos distintos. El que las viere y yo, no sabría decirle quién es mejor".
También utilizó una frase de Cánovas del Castillo —"La política es el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible"— para explicar el porqué de algunas de sus decisiones al frente del Gobierno de España. Cuando llegó a la Moncloa, lo primero que aprobó fue una subida de impuestos, la nacionalización de la banca o una "gigantesca" operación de deuda pública.
"Nadie pensaba que nuestras primeras acciones fueran esas, pero era lo que demandaba la realidad en ese momento. Luego pudimos bajar impuestos, privatizar banca, intentar reducir la deuda", argumentó. "No le hagan caso a los doctrinarios, y acertarán siempre. En caso de duda, [acudan] a mí, no a los doctrinarios", deslizó, haciendo uso de su mitificada retranca gallega.
El PP, un partido "de centro"
Finalmente, sobre el libro, Rajoy quiso hacer una mención especial a la empresa editora por ficharle "como escritor amateur". "No me han pagado lo que merecía, intentaré en el futuro portarme mejor", sonrió.
Así, manifestó que en este proyecto ha intentado "atender a lo esencial, ser riguroso pero entendible, y escribir con seriedad. He puesto en el empeño toda mi voluntad. El libro no es narrar lo que pasó, sino mis opiniones y conclusiones".
"Va sobre la última etapa, de momento, del PP en el gobierno de la nación", recalcó, mirando directamente a Pablo Casado. Y, frente a él, hizo su mayor reivindicación, proclamar, por activa y por pasiva, que el Partido Popular es una formación "de centro". Rajoy comienza este libro recordando sus palabras en el Congreso del PP de Valencia de 2008 y así lo leyó, de nuevo, en su presentación. "Somos un partido de centro, no arrastramos doctrinas ni orejeras y huimos de cualquier radicalismo".