Las críticas han llovido este lunes sobre el nuevo Gobierno a raíz de la decisión personal de Pedro Sánchez -ajena al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo- de designar fiscal general a Dolores Delgado, salpicada por el escándalo Villarejo, responsable de la Abogacía de los “gestos” a ERC y que va a pasar sin solución de continuidad del sillón del Ministerio y del escaño socialista a una institución encargada de velar por la aplicación imparcial de la ley.
No hay precedentes de un salto así. Ni siquiera es similar el caso de Javier Moscoso (fiscal de carrera, como Delgado), que fue nombrado responsable del Ministerio Público dos meses después de salir del Ministerio de Presidencia.
La irritación se hacía notar en las filas de Podemos, el socio de gobierno de Sánchez. Dentro del modus operandi de Moncloa, este lunes era el día indicado para un movimiento así. La designación de Delgado se vería envuelta en el maremágnum de fotos, discursos y sonrisas de la llegada de los nuevos ministros. Y así, los dirigentes morados evitarían las críticas.
La ministra a la que vincularon a "las cloacas" y para la que Pablo Iglesias reclamó su destitución fulminante parecía una de las grandes perdedoras del acuerdo de coalición. Y sin embargo, el nuevo vicepresidente amanecía el día de su promesa del cargo con el pago de una nueva novatada en su negociación con el presidente: "Nos la han colado", explicaba uno de los históricos del partido tras aplaudir la entrega de la cartera a Iglesias, "pero esto no ha hecho más que empezar, le daremos la vuelta".
Era el que más claro hablaba, porque lo primero que hacía cada dirigente de la formación morada y de sus confluencias era torcer el gesto cuando se les preguntaba. "Yo es que me dedico a cosas prudentes", respondía un miembro de la Ejecutiva, evitando la pregunta con risas y cachetes cariñosos al periodista. "A mí es que aún no me han nombrado", respondía otra como si influyera en su opinión el hecho de estar a la espera de que el BOE publique que a partir del miércoles serán los Presupuestos Generales los que paguen su sueldo y no el partido.
Y acaso sí que importa que desde este lunes haya cuatro ministros, un vicepresidente y a saber cuántos secretarios de Estado, directores generales, y demás cargos de confianza producto de la llegada de los de Pablo Iglesias al Ejecutivo.
"Afable con la basura"
Y es que fue precisamente el secretario general de Podemos quien, hace apenas 15 meses, pidió que Dolores Delgado cesara al frente de Justicia por su relación amistosa con el excomisario José Villarejo. El que fue todopoderoso policía había sido el inspirador de lo que Podemos bautizó como "la Trama", una suerte de poderes ocultos al servicio de "los poderosos, las oligarquías y los amiguetes del poder" que habrían maniobrado para perjudicar a Iglesias y al partido.
Si por las obras hay que conocer a los responsables públicos, también se ha recordado este lunes en el palacete de la calle Fortuny la anotación D2 (aparentemente, Dolores Delgado) en el llamado proyecto Pit, referido a la extradicion del empresario Pérez Maura y la relación de Delgado con el turbio comisario Villarejo, hoy en prisión.
En septiembre de 2018, el portal Moncloa.com publicó unas cintas con conversaciones amistosas de Delgado, entonces fiscal de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón y Villarejo en una comida informal: "Alguien que se reúne de manera afable con un personaje de la basura de las cloacas de Interior en nuestro país debe alejarse de la vida política porque hace daño a la mayoría que protagonizó la moción de censura", espetó Iglesias en los pasillos del Congreso.
En sólo dos meses, ya habían caído dos ministros: Màxim Huerta por una mala tributación fiscal en sus tiempos de novelista, y Carmen Montón, que cayó cuando se supo que su trabajo fin de máster estaba plagiado en su mayor parte. Sánchez no se podía permitir más escándalos y tanto Pedro Duque -con un caso muy parecido al de Huerta- como Delgado resistieron. Con el primero, Podemos bajó el pistón; no así con la segunda.
Tres veces reprobada
Y es que la titular de Justicia llegó a ser reprobada en el Congreso por el contenido de esas conversaciones con el policía acusado de todo tipo de corrupciones: criticaba por su condición sexual a Marlaska, entonces magistrado en la misma Audiencia en la que ella era fiscal y ahora compañero de gabinete; y celebraba -"¡éxito garantizado!"- la idea de Villarejo para recabar información de personajes influyentes utilizando una "agencia de modelos", lo que él llamaba "información vaginal".
Villarejo está hoy en prisión provisional por sus presuntas corruptelas. Y entretanto, ha sido acusado en innumerables ocasiones por la cúpula de Podemos de haber urdido una trama ilegal de espionaje, de estar detrás del robo del teléfono móvil de una asesora de Iglesias y de haber fabricado "desde las cloacas" todos los "informes falsos" sobre una supuesta financiación ilegal de Podemos.
En los 18 meses que ha sido ministra, Delgado ha sido reprobada hasta tres veces, dos por el Congreso y una por el Senado. De hecho, la primera de ellas lo fue gracias a la abstención de los de Iglesias, precisamente por el caso Villarejo. Pero no sólo levantó ampollas en la oposición política, también entre la judicatura.
Y es que este lunes fue una auténtica sorpresa la reacción generalizada entre jueces y fiscales, con la sola excepción de Jueces y Juezas para la Democracia y Unión Progresista de Fiscales, que pidieron para ella un voto de confianza. Ambas, sin embargo, secundaron la huelga de noviembre de 2018 que las organizaciones de jueces y fiscales convocaron de forma unánime por la inacción de Delgado ante las demandas de la Administración de Justicia.
"Superar la deriva judicial"
“El premio de no haber hecho nada por sus compañeros de la carrera fiscal durante el tiempo en que ha sido ministra es ponerla al frente ellos”, dice un alto cargo del Ministerio Público, donde se teme una vuelta de tuerca a la politización de la institución después de una etapa con María José Segarra en la que se ha respetado el criterio profesional de los fiscales encargados de los casos.
La explicación más extendida a un nombramiento que la mayoría de las fuentes consultadas califica de “incomprensible” es que Sánchez no ha querido “dejar tirada” a Delgado tras prescindir de ella como miembro del Gobierno. Se apunta, incluso, a que fue la propia Delgado la que, muy conmovida por el cese, pidió a Sánchez el cargo.
Pero otras fuentes tienen una interpretación menos naive. Creen que Delgado es “lo suficientemente lanzada” como para intentar imponer el anunciado propósito de “superar la deriva judicial que tanto dolor y tanta fractura ha causado en buena parte de la ciudadanía catalana y española” (Sánchez dixit).
Las fuentes consultadas ven difícil que Delgado logre imponerse a los fiscales del proces, que son, los cuatro, fiscales de Sala. La nueva fiscal general es fiscal de la segunda categoría y no tiene experiencia en el desempeño de jefaturas. Pero hay muchas vertientes aún abiertas en relación con el proceso soberanista catalán en las que -se teme- puede intentar un golpe de timón, empezando por la causa del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en la que está investigado Josep María Jové, uno de los negociadores de la investidura de Sánchez por parte de ERC.
Y está la relevante cuestión de la ejecución de la condena del procés. “Basta con ordenar que no se interpongan recursos contra la concesión de permisos o la clasificación en tercer grado”, señalan las fuentes consultadas, que recuerdan que en la etapa de Delgado al frente de Justicia, la Abogacía del Estado abandonó el cargo de rebelión, fue destituido Edmundo Bal por querer mantener esa acusación y se ha pedido la libertad de Oriol Junqueras para ir a Estrasburgo como eurodiputado.