Un día, José Manuel García-Margallo se encontró con Íñigo Errejón en Alicante. Le dijo: "He visto en la página 10 de tu tesis que la 'voluntad bolchevique' te unió a Pablo Iglesias". Al exministro, que deambula por su despacho a punto de conceder esta entrevista, le divierte leer al adversario para sorprenderle con sus propios entrecomillados. Por eso, en el escritorio reposan tres libros con la cara del líder de Podemos en la portada.
Margallo no está conforme con esta definición de "Margallada": "Hablar sin filtro sobre los pliegues más oscuros del poder". Pero lo reconoce de esta otra manera: "Cuando hablo con los periodistas, siempre doy permiso para que me citen, jamás empleo el off the récord".
Su domicilio se ha convertido esta mañana en una noria de medios, a los que atiende con fruición debido a la publicación de sus Memorias heterodoxas. Esa "heterodoxia" es, principalmente, pedirle a Casado que sitúe al PP en el "extremo centro" y que no se deje "enredar por Vox". "A veces me he sentido un menchevique en el partido por decir lo que pienso", describe.
Esta habitación, conectada con un luminoso salón, es muy de ministro. Hay retratos suyos y de sus antepasados, portadas de periódicos antiguos, libros viejos, tratados de otro siglo... Y un atril negro, como de capilla benedictina, en el que luce una Biblia enorme. Hay que leerla de pie, como predicando, porque se antoja imposible de pesar en brazos.
"Es la Biblia de la Casa de Alba", desvela Margallo. "También se conoce como Biblia de Arragel. Es la traducción a la lengua romance o castellano de la Biblia hebrea, con comentario igualmente en romance, llevada a cabo en el siglo XV por el judío Rabí Mose Arragel", completa Wikipedia.
-Oiga, pero eso es un escaño, ¿no? -en una esquina del despacho, hay un butacón como los del Congreso-.
-¡Sí, sí! Es el que usé el 23-F -cuando era diputado por UCD-. Lo compré tras la remodelación de la Cámara -cuenta Margallo.
-¿Y lo usa con frecuencia?
-No... Es muy incómodo.
A Margallo tampoco le convence que se describa el índice onomástico de su libro como una suerte de "paredón". Allí aparecen algunos nombres, como por ejemplo el de Soraya Sáenz de Santamaría, con la que ajusta cuentas. Él dice, armado de datos, que no son demasiadas páginas. Pero... ¡qué páginas!
Con precisión quirúrgica, describe cómo la exvicepresidenta fue acabando uno a uno con los ministros que no eran de su confianza.
-Vaya pasaje...
-La protagonista del libro es España.
-No, disculpe, el protagonista es usted, que son sus memorias.
-Bueno, es la Historia de España tal y como yo la he visto. En cualquier caso, es un libro democristiano, en la línea de la caridad, como en Corintios, 13. Esa caridad creo que también la he practicado con quienes más discrepé.
-¿Y la penitencia?
-No la hay, puesto que no existió pecado.
En las memorias de Margallo, son tan cristalinas las rencillas internas que el tono es, a ratos, el de un reportaje periodístico. Las reuniones en casa de unos en las que se hablaba de otros, las campañas de la prensa, los odios africanos...
"Yo ya sabía que mi esquela estaba en imprenta", llega a escribir el exministro sobre su salida del Gobierno. Su última reunión con Rajoy "olía a degollina".
-¿Entiende que esa realidad puede ser muy descorazonadora para el votante?
-¿Por qué?
-Hombre, repercutía -de algún modo- en la acción del Gobierno.
-Yo no estuve en la lucha por el poder, era perfectamente consciente de mi edad y de mi posición. Dicho esto... Es la vida misma, también ocurre en las empresas. No creo que nadie se escandalice. Si en el PP todos opinásemos igual, seríamos el PC de la URSS.
-No me refería a la discrepancia, sino a que, por ejemplo, un ministro conspire con la prensa para montarle una campaña a otro.
-Yo jamás lo he hecho. Pero sí, ocurrió. Soy heterodoxo, pero también transparente. Las diferencias internas también hay que mostrarlas. Uno de los problemas más graves de los partidos españoles es el cesarismo, que la gente no desvele su opinión hasta conocer la de su líder. Otra cosa es que luego acates por una cuestión de lealtad, pero guardar silencio es tremendamente empobrecedor.
-Dígame, entonces, cuál es su principal discrepancia con Casado.
-En la campaña de las generales, me pareció que adoptamos un tono que podía mimetizarnos con Vox.
-¿Y hoy el PP está en el "centro"?
-Creo que sí, a pesar de que nos hayamos dejar enredar por algunos debates que no tienen que ver con nuestros intereses. Para tranquilidad de todos los que conformamos el PP, diré que no hemos aceptado ninguna de las señas de identidad exigidas por Vox.
-¿A qué se refiere?
-A la igualdad de género y al respeto de la pluralidad de las orientaciones sexuales.
-Entiendo que quiere una coalición PP-Cs.
-Si PP y Cs no se unen, se suicidarán.
-¿Qué es lo peor que ha conocido en el PP?
-Los casos de corrupción.
-¿Y lo mejor?
-El patriotismo de toda esa gente que se pone al servicio de España.
La confesión
-Antes ha dicho que su libro es "democristiano". Le invito a que confiese sus pecados.
-La verdad es que, cuando escribes, haces un repaso de tu vida y... no tengo grandes pecados que confesar. En cada momento he dicho y hecho lo que creía. A pesar de los riesgos que corría. Por ejemplo, en 2014 hablé de implantar el 155 en Cataluña. Y Fernández Díaz -ministro del Interior- me hizo, por decirlo en términos de la Obra, una corrección fraterna: "Nadie ha hablado de eso".
-¿Qué obra?
-El Opus Dei.
-¡Ah! ¿Qué influencia tuvo el Opus Dei en los gobiernos de Rajoy?
-Creo que muy poca. En mi acción concreta, no vi esas influencias.
-Rajoy, al comunicarle que le cesaba, le dijo: "José Manuel, tienes un ego estratosférico". ¿Lo comparte?
-Nunca he tenido problemas de autoestima. Si creo que no voy a poder hacer algo, lo asumo y no lo intento. Si no estoy a la altura, me voy. ¿Tengo un ego estratosférico? La gente dice que sí, pues debe de ser verdad. Aunque Santa Teresa decía que la humildad es la verdad y yo siempre he dicho la verdad.