Inés Arrimadas ya ha confeccionado su modelo de partido. Lo hará valer en las primarias que se celebrarán el fin de semana del 7 de marzo, donde se enfrentará a Paco Igea, vicepresidente de Castilla y León.
Desde que la jerezena anunció sus intenciones de encabezar la organización liberal, se ha enfrentado a esta pregunta: ¿ruptura o continuismo? ¿reforma o riverismo? Aunque ya ha enmendado al exlíder -de forma muy mesurada y cautelosa- levantando el veto al PSOE, el modelo de Arrimadas entraña fuertes similitudes con el anterior. Pero también algunas diferencias notables.
Las tres diferencias
Más allá de la vía 221 -Arrimadas se ha abierto a negociar con Sánchez desde el primer momento para unir también a Casado-, la armadura recién apuntalada por la portavoz en el Congreso aúna tres diferencias clave con el proyecto que dirigió Rivera.
En aquel Ciudadanos, aunque varias mujeres encarnaban puestos en la Ejecutiva y eran rostros visibles en los mítines, ninguna de ellas tenía una influencia decisiva en el rumbo del partido. Ni siquiera Arrimadas. El propio Rivera, Villegas, De Páramo, Hervías y Cuadrado eran quienes dilucidaban el camino a recorrer.
Ahora, serán principalmente mujeres las que lo hagan. Arrimadas, a la cabeza, ha nombrado secretaria general a Marina Bravo, actual diputada en el Parlament. La explicación del mensaje será trasladada a través de Melisa Rodríguez, que será la portavoz.
Otra de las desemejanzas tiene que ver con el auge de los nuevos poderosos. Habiendo dado un paso atrás los dirigentes mencionados, Arrimadas ha encumbrado a sus recambios. Cobrará protagonismo Joan Mesquida -exdirector de la Policía y la Guardia Civil durante el Gobierno de Zapatero-, que jugará un papel importante en términos de estrategia, al lado de Marina Bravo.
Brillará más que antes Carlos Cuadrado, el único superviviente del sanedrín de Rivera, que como responsable de finanzas trabajaba en el backstage. En este nuevo tiempo, será uno de los directores de la fontanería. Una labor en la que le acompañará José María Espejo, también militante de la primera hora y amigo personal del expresidente.
El resto de la Ejecutiva es muy similar a la anterior, pero el buque de mando será, como ha quedado de manifiesto, algo distinto.
La última diferencia notable tiene que ver con el esqueleto. Arrimadas gusta de llamar "paraguas" a lo que antes era una pirámide. Con Rivera al frente, el líder dirigía y, por debajo, se colocaban a la misma altura todas las secretarías temáticas, aunque algunos mandaran más que otros.
En el "paraguas" de la jerezana, según las fuentes consultadas por este diario, habrá dos vicesecretarías por encima de las secretarías, que serán una especie de enlace entre la base y la presidencia.
Los tres parecidos
Igual que en la Ejecutiva de Rivera, habrá en la de Arrimadas un núcleo duro catalán. Serán los que han crecido en la lucha directa contra el nacionalismo quienes tomen las principales decisiones: Inés Arrimadas -excandidata a la Generalitat-, Marina Bravo -diputada en el Parlament-, Carlos Cuadrado -en Cs Cataluña desde 2006-, José María Espejo -exmiembro de la Mesa del Parlament-...
Arrimadas, como Rivera, cree que los pata negra deben seguir manteniendo una posición preeminente. Se trata de un asunto delicado. Algunos dirigentes, en privado y tras el descalabro del 10-N, manifestaron esta inquietud: "Si sólo hablamos de Cataluña, nuestras propuestas para el resto de españoles quedan en un segundo plano".
Dimitido Rivera, continúan en la Ejecutiva sus fichajes más reseñables. Marcos de Quinto, además de diputado, ha obtenido la confianza de Arrimadas. Estará más en la estructura orgánica que en la creación de programas. Edmundo Bal, que no integrará este órgano por un tema técnico, lo hará en espíritu. Y ya ha quedado mencionada la importancia cosechada por Mesquida, otra de las apuestas del expresidente de Ciudadanos.
El último gran parecido está relacionado, precisamente, con el motivo que ha desencadenado la candidatura de Igea. Arrimadas no quiere baronías. Apuesta por un modelo centralizado en el que Madrid decida los puntos estratégicos fundamentales de las agrupaciones autonómicas y municipales. El vicepresidente de Castilla y León exige que la militancia nombre a los miembros de las Ejecutivas regionales, algo que no acepta Arrimadas.