La comparecencia de Sánchez: compendio de los 13 fallos de comunicación que lastran al Gobierno
Nerviosismo, bandazos, improvisación, unilateralidad y exceso de propaganda han sido habituales en la política comunicativa del Gobierno durante la crisis del Covid-19.
5 abril, 2020 03:06Noticias relacionadas
La ya habitual comparecencia de los sábados de Pedro Sánchez ha acabado convirtiéndose en un compendio de los principales errores de comunicación que el Gobierno ha cometido durante esta crisis. Mensajes vagos, retórica motivacional, teatralidad exagerada, improvisación y unilateralidad son sólo algunos de esos errores.
Hace hoy ocho días, Felipe Gónzález daba la voz de alarma: "La comunicación debe ser lo más directa posible, lo más breve posible y lo más empática posible con el estado de ánimo de los ciudadanos. Como regla general, austeridad en la información". El expresidente recogía así lo que era ya un clamor en la opinión pública.
Dice el tópico que el PP gestiona bien, pero comunica mal, y que el PSOE gestiona mal, pero comunica bien. La epidemia de Covid-19 está, sin embargo, poniendo a prueba ese lugar común del periodismo. También está demostrando que incluso los mejores comunicadores políticos pueden verse sobrepasados por las circunstancias en una crisis como la actual.
O lo que es peor, que una mala comunicación política puede generar incertidumbre entre los ciudadanos, además de una avalancha de críticas por parte de los profesionales del ramo.
1. Mensajes inconcretos de optimismo
El presidente dijo ayer sábado que la salida del confinamiento será "paulatina, como por un pasillo". Pero apenas atinó a concretar una sola de las medidas de esa salida gradual: tras la Semana Santa, el presidente levantará el cierre de las industrias no esenciales.
Los ciudadanos se quedaron sin saber cuándo podrán volver a las calles, a reunirse en espacios públicos o a hacer su vida normal. Y, sobre todo, en qué condiciones deberán hacerlo. Los mensajes de optimismo del presidente fueron, una vez más, poco más que declaraciones huecas lanzadas al viento para regalar el oído de los ciudadanos.
2. Amenazas inconcretas de prolongar el estado de alarma
Nadie sabe cuándo acabará el estado de alarma ni cuántas prórrogas más habrá. Y, de hecho, la impresión tras la rueda de prensa del presidente es que ni siquiera él mismo lo sabe. "Lógicamente, las medidas van a durar más que 15 días. ¿Por qué no solicitamos más? Porque estaríamos sentando un precedente".
La incertidumbre es tal que incluso la Comunidad de Madrid trabaja a partir de elucubraciones sobre la fecha del fin del estado de alarma. "Este periódico pudo saber que Isabel Díaz Ayuso trabaja ya con la idea de que las medidas de confinamiento se prolongarán hasta, como mínimo, el 4 de mayo" hemos escrito en EL ESPAÑOL.
"Anuncio que vendrán más días de estado de alarma, pero no los mismos, empezaremos a hacer esa transición y a recuperar algo de nuestra vida económica y social" ha dicho el presidente. Es probable que no haya dos ciudadanos españoles que coincidan en su idea de en qué consiste ese "algo de recuperación" del que habla Pedro Sánchez.
3. Censura previa de las preguntas de los periodistas.
El sistema de filtrado de preguntas incómodas impuesto por el secretario de Estado de Comunicación Miguel Ángel Oliver durante las ruedas de prensa de Moncloa ha acabado logrando lo imposible: poner de acuerdo a 500 periodistas de todas las tendencias políticas en un manifiesto de protesta titulado La libertad de preguntar.
El manifiesto pide el fin de la censura previa por parte de Miguel Ángel Oliver y la instauración de un sistema que permita preguntar libremente a todo tipo de medios y no sólo a los afines al Gobierno. Una petición que no debería ni siquiera haberse planteado en una democracia como la española.
La censura previa por parte de Oliver ha permitido seleccionar las preguntas más mullidas para el Gobierno y redactar con antelación sus respuestas. El secretario de Estado de Comunicación ha llegado incluso a seleccionar preguntas en las que medios de estricta obediencia socialista atacaban a los partidos de la oposición con bulos.
El secretario de Estado, Miguel Ángel Oliver, castiga a los periodistas que firmaron el manifiesto #LaLibertadDePreguntar y no concede ninguna pregunta a los habituales de Moncloa. También ha vetado las 16 veces que se ha hecho esta pregunta
— Ketty Garat (@KettyGarat) April 1, 2020
El resultado de dicha estrategia ha sido el contrario al deseado. Porque el Gobierno no sólo no ha logrado esquivar las críticas por los errores en la gestión de la epidemia, sino que ha transmitido la sensación de ser un Gobierno temeroso y poco respetuoso con derechos constitucionales como el de la libertad de prensa.
4. El Gobierno dice que hay que llevar mascarillas, pero no las hay
Después de que el Gobierno, los medios más cercanos a Moncloa y no pocos expertos hayan insistido durante semanas en la idea de que las mascarillas no son necesarias, el Ejecutivo ha dado un giro de 180 grados y anunciado que, muy probablemente, acabará exigiendo el uso de mascarillas a todos los ciudadanos.
El problema es evidente. Esas mascarillas, a día de hoy, no existen.
De nuevo una incertidumbre generada por el propio Gobierno. Si las mascarillas son obligatorias para poder circular por la calle, pero es imposible encontrar mascarillas en los comercios, ¿significa eso que los ciudadanos no podrán salir de sus casas hasta conseguir una?
¿Y cuándo ocurrirá eso? ¿Proporcionará el Gobierno las mascarillas a los ciudadanos? ¿Con qué logística? ¿O dependerá el ciudadano de que estas no se agoten en su comercio local? ¿A qué precio se venderán esas mascarillas que a día de hoy alcanzan en el mercado –casi– negro precios de porcelanas de Lladró?
Que la orden de uso de la mascarilla se haya anunciado después del aterrizaje de los primeros cargamentos procedentes del extranjero hace sospechar que el Gobierno ha actuado en este tema con un criterio que no era precisamente el de la protección de la salud pública, sino el de la protección de los propios ministros.
5. ¿Qué imagen está intentando transmitir Pedro Sánchez?
"Lo primero que un comunicador político ha de pensar cuando se plantea una estrategia de comunicación es qué idea pretende transmitir", dice un conocido asesor de comunicación en conversación con EL ESPAÑOL. "Es decir, qué idea quiere que quede en la cabeza del espectador. Y eso es una cuestión de fondo y también de forma".
"¿Con qué sensación quieres que se quede el votante?", dice este experto. "¿Quiero que piense que soy carismático? ¿Que piense que estoy muy preparado? ¿Quiero que piense que soy una persona empática? ¿Que soy un líder? ¿Quiero que piense que soy muy gris? Porque a veces, ser gris es una estrategia".
Los analistas de comunicación de Moncloa no parecen haber reflexionado sobre la imagen que debía transmitir el presidente durante una crisis como esta. En consecuencia, la sensación que ha transmitido Pedro Sánchez es caótica.
A ratos, Sánchez parecía estar al borde de las lágrimas durante su comparecencia de ayer. A ratos, parecía más un asesor emocional que un líder político. A ratos, parecía querer sepultar la gravedad de la crisis bajo una montaña de frases irrelevantes e introducidas con calzador en su discurso, como la cita de Kennedy.
El resultado ha sido, en el mejor de los casos, desconcertante.
6. Mensajes irrelevantes
Las comparecencias del presidente han abundado en datos irrelevantes, como el del descenso en el consumo de keroseno, el del incremento en el uso de internet o, ayer, el de que los niños han aprendido a lavarse las manos.
En algunos casos, esos mensajes estaban destinados a centrar la atención del ciudadano en las, por así decirlo, ventajas sociales del encierro. De ahí, por ejemplo, el dato del keroseno, que buscaba empatizar con ese sector del electorado de izquierdas para el que la disminución de los vuelos comerciales es una preocupación de primer orden en medio de una crisis sanitaria.
En otros casos, esos mensajes han estado destinados a afianzar la confianza en el buen funcionamiento de las industrias esenciales. "Las redes telefónicas no nos han fallado".
La referencia a los niños buscaba, sin embargo, la complicidad con algunos de aquellos a los que más cuesta arriba se les está haciendo el encierro: las familias con niños.
En el mejor de los casos, sin embargo, esos mensajes han sido irrelevantes, o accesorios, o banales, y deberían haber sido descartados en beneficio de un discurso más claro, más breve y más firme. Pero, sobre todo, más centrado en lo esencial.
Los españoles no necesitan un amigo que le busque ventajas al encierro, sino un presidente que haga todo lo posible para que este no se alargue más de lo estrictamente necesario.
7. Un lenguaje verbal y no verbal manifiestamente mejorable
Las risas y los "a ver si somos capaces de explicarlo" de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz mientras trataba de argumentar qué es un ERTE hicieron saltar este jueves la válvula de la paciencia de los medios que atienden las ruedas de prensa de Moncloa.
A su lado, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, reía con las ocurrencias de Yolanda Díaz mientras esta dibujaba columnas imaginarias en el aire y se dirigía –a periodistas especializados en economía– con el lenguaje de un niño.
La superficialidad con la que Díaz y Escrivá hablaron de esos cientos de miles de españoles que se han quedado sin trabajo ni siquiera logró ocultar la sospecha de que la que tenía serias dificultades para explicar lo que es un ERTE es la propia ministra de Trabajo.
Me van a disculpar, pero yo no entiendo ese tono de la ministra de trabajo el día más más negro de la historia de España en destrucción de empleo. pic.twitter.com/tVjGUsC3t7
— César Calderón (@CesarCalderon) April 2, 2020
Ha sido un problema habitual. José Luis Ábalos ha sido fotografiado riendo a carcajadas en el Congreso. Fernando Simón ha bromeado con los periodistas durante una rueda de prensa. Pedro Duque ha afirmado que los españoles tienen suerte de vivir en España porque "si vivieran en otro país ya habrían fallecido hace tiempo".
El Gobierno, en fin, ha confundido la cercanía con la frivolidad.
8. Unos Pactos de la Moncloa de los que no se avisa a la oposición
Nadie entre los partidos de la oposición, probablemente ni siquiera entre sus propios socios de Podemos, sabía que el presidente iba a improvisar una oferta para unos nuevos pactos de la Moncloa.
La idea ni siquiera era del propio presidente, sino de Inés Arrimadas, que se la había propuesto a Pedro Sánchez esa misma mañana. Unos pactos que, con otro nombre, también había ofrecido Pablo Casado por la vía de una oferta de apoyo total del PP para cualquier medida de contención del coronavirus que el Gobierno desee adoptar.
No deja de ser irónico que Pedro Sánchez, que ha reiterado una y mil veces sus peticiones de "lealtad y unidad institucional" a la oposición, haya anunciado unos pactos de la Moncloa sin hablarlo antes con sus hipotéticos futuros socios.
La sensación que queda es doble. En primer lugar, la de que el presidente ha querido atribuirse el mérito de una idea que no es suya, sino de Ciudadanos. La segunda, que el presidente ha buscado dejar fuera de juego a PP y Ciudadanos obligándoles a actuar a remolque de sus improvisaciones.
La impresión de que el presidente está poniendo la propaganda por delante de esa unidad y lealtad institucional que tanto exige a la oposición es, en definitiva, algo más que una sospecha a día de hoy.
9. Podemos va por libre
Los ministros de Podemos parecen enfrascados en una batalla particular contra Amancio Ortega, la Corona, el PP y el capitalismo. Es decir, en una cruzada que nada tiene que ver con la lucha contra el Covid-19.
Pablo Iglesias, en concreto, ha desobedecido a placer las instrucciones que él mismo daba desde el atril de Moncloa saltándose la cuarentena cuando lo ha considerado necesario por razones de tipo propagandístico. Por ejemplo, para capitalizar los réditos por la cacerolada contra el rey emérito.
La justificación dada por Fernando Simón –Pablo Iglesias es "la excepción" a la regla general de la cuarentena– ha consolidado además la idea de que los miembros del Gobierno están exonerados de cumplir las órdenes que sí debe cumplir el resto de los ciudadanos.
Eso cuando los ministros de Podemos no han comparecido frente a la prensa, como ha sido el caso de Alberto Garzón, para anunciar la buena noticia de que la suspensión de los partidos de fútbol ha provocado una sensible disminución de las apuestas futbolísticas.
Podemos no sólo ha pretendido atribuirse en exclusiva las medidas sociales aprobadas por el Gobierno, sino que ha aprovechado el caos generado por la epidemia para avanzar en la implantación de su programa político.
Pablo Iglesias se salta la cuarentena otra vez para darnos un mitin político en La Moncloa. Irene Montero daba positivo por coronavirus de nuevo hace unos días y este tipo se pasa la cuarentena por la entrepierna. Es un delito grave en otros países. pic.twitter.com/aKoTdj6aX2
— Naranjito (@PedroOtamendi) March 31, 2020
La sensación generada entre los ciudadanos es que en este Gobierno conviven en realidad dos Gobiernos distintos. Uno del PSOE, institucional. Y otro de Podemos, antisistema. Y lo que es más grave. Que el único pegamento que une a ambos es el hecho de que los dos se necesitan mútuamente para seguir en la Moncloa.
10. Un Gobierno desbordado
"La política de comunicación del Gobierno ha generado una imagen de desbordamiento", dice el mismo asesor, con experiencia en varias de las campañas electorales más exitosas de los últimos años.
"Un solo ejemplo. En las charlas a lo Aló, presidente que hace Pedro Sánchez los sábados, su lenguaje verbal no coincide con su lenguaje no verbal, con su gestualidad y con su expresión facial", añade luego.
Las pistas son obvias para el ojo entrenado. El ceño fruncido, los labios en arco hacia abajo, su forma de leer el teleprompter. "Todo eso denota un nerviosismo y una falta de control de la situación que dista mucho de la imagen de seriedad que pretende dar", afirma este experto.
"Cuando un líder está diciendo a la ciudadanía que llega lo peor, lo que está intentando transmitir es la idea de que, aunque vengan momentos duros, nadie debe preocuparse porque hay un líder al frente", añade. "Esa es la sensación que un buen comunicador querría transmitir. Pero lo que se está transmitiendo es sensación de improvisación".
11. La batalla de Twitter
"El Gobierno está intentando adelantarse a los hechos en Twitter, cuando esto es una batalla a medio y largo plazo", dice este asesor.
"Lo que importa es el poso que queda cuando acaba el día", añade luego. "Desde el punto de vista comunicativo, no importa tanto si ha llegado un avión o no ha llegado, o si los test son falsos o no lo son, como el poso que todos esos hechos van dejando en la ciudadanía".
"El caso de los tests falsos genera sensación de improvisación, de incapacidad", sentencia. "¿Cuál es el problema de todo esto? Que PSOE y Podemos han acumulado ya muchas noticias que han generado ese poso de incompetencia y falta de preparación. Incluso entre los propios medios de comunicación afines al Gobierno".
El Gobierno sabe que uno de sus talones de Aquiles es la tardanza en reaccionar frente a la epidemia. De ahí que haya pretendido ganar la batalla de Twitter anunciando medidas –como la de la proclamación del estado de alarma– mucho antes de que sus detalles estuvieran concretados.
"El Gobierno ha intentado dar el titular rápido para adelantarse a las críticas", añade. "Pero luego, cuando ha intentado pulir los flecos, han surgido muchas discrepancias. Así que la noticia no acababa siendo la medida gubernamental, sino la pelea en el seno del Gobierno por los detalles de esas medidas".
12. Salvar al soldado Sánchez… a costa del Gobierno
A pesar de la insistencia del PSOE, y especialmente de Podemos, en la idea de que este es un Gobierno de profesionales, lo cierto es que ni siquiera los más afines a Pedro Sánchez albergan dudas de que este Ejecutivo ha sido diseñado para la propaganda y no para la gestión.
Los sondeos parecen, sin embargo, ofrecer una paradoja. La valoración del Gobierno se ha desplomado con estrépito mientras la de Pedro Sánchez parece haber resistido, de momento, el embate. ¿A qué se debe?
"Hay mucho socialista de corazón, e incluso mucho no socialista que tiende al PSOE por rechazo hacia la derecha, que entiende que la gestión está siendo desastrosa", dice este asesor de comunicación. "Esa gente valora muy negativamente al Gobierno y eso es lo que aparece en los sondeos".
"Pero la forma de seguir manteniendo ese sesgo ideológico esquivando al mismo tiempo las contradicciones que conlleva criticar a 'los suyos' es darle una buena valoración al líder", continúa luego. "Dicho lo cual, hay una cosa que ha hecho bien Pedro Sánchez y es haber ordenado ruedas de prensa corales".
Las ruedas de prensa corales, en efecto, permiten diluir la responsabilidad de la gestión entre todos los responsables, evitando que esta recaiga en exclusiva sobre el presidente. Lo que está haciendo el Gobierno, en resumen, es escenificar una gestión compartida.
"El resultado", añade este asesor, "es que la gente está diciendo 'qué incompetente es el ministro de Sanidad' y no 'qué incompetente es Pedro Sánchez'. Por un lado se genera esa mala sensación general. Pero, por otro lado, se libra a Pedro Sánchez de la debacle".
La contrapartida de esta estrategia es obvia. Pedro Sánchez salva la cara, pero calcina la de los ministros de su Gobierno.
13. Confusión, ocultación y borrado de tuits
Los bandazos en el relato del Gobierno han sido prácticamente diarios. También lo ha sido la ocultación de detalles clave, como el nombre del intermediario que gestionó la compra de cientos de miles de test de Covid-19 no homologados.
Que el ministerio de Sanidad haya borrado, por ejemplo, un tuit de principios de marzo en el que recomendaba no llevar mascarilla es, asimismo, la mejor prueba de que el propio Gobierno es consciente de que esos bandazos en la comunicación pueden ser utilizados como prueba de su irresponsabilidad en la gestión de la crisis.
El tuit del Ministerio de Sanidad del 5 de marzo donde decían que la población no debía de usar mascarillas lo han borrado. El Ministerio de Sanidad está eliminando publicaciones, en vista a las próximas demandas contra la administración, por negligencia. pic.twitter.com/xSCXFHYxKn
— Pedro Torres Romero (@PedroTorresRome) April 3, 2020
El borrado de tuits previos al 8-M ha sido, en cualquier caso, habitual entre miembros del PSOE y de Podemos, así como entre sus periodistas afines.
O lo que es lo mismo. Del "es sólo una gripe, sólo habrá unos pocos contagios y no hace falta mascarilla", hemos pasado sin solución de continuidad al encierro estricto, el estado de alarma, la obligatoriedad de usar mascarilla y el liderazgo mundial en infecciones y muertes.
Y ese cambio de rumbo no hay profesional de la comunicación que lo borde sin que revienten las costuras de su coherencia.