"Evidentemente, todos tendremos que hacer concesiones para que haya un acuerdo". Puede que fuera porque tenía a su lado a su "amigo" Stefan Löfven, el primer ministro sueco, uno de los líderes de los cuatro países frugales que se niegan a que el fondo de recuperación de la UE sea tan generoso. Pero lo cierto es que en el final de su ruta por Europa, Pedro Sánchez ya empieza a mandar mensajes menos optimistas que hace tan solo tres días.
Ahora la pelea ya no se centra tanto en el dinero, sino en evitar que cualquier país miembro de la Unión Europea pueda vetar cada una de las partidas de gasto que presente España como proyecto de reconstrucción financiable por el fondo Next Generation EU.
"La batalla se centra en la eficacia del fondo", explican fuentes del Gobierno. Las cantidades parecen casi inamovibles -Michel las asumió como base negociadora- y el reparto se puede ajustar, según el Ejecutivo. "Pero no vamos a aceptar vetos ni volver al esquema de la troika", es decir, a unos jefes de Estado y de Gobierno decidiendo sobre otros Gobiernos y a los hombres de negro imponiendo políticas.
El Ejecutivo no tiene miedo al asunto de la condicionalidad. "Hasta ahora, nadie ha hablado de otras condiciones que no sean puramente de las inversiones se alineen con las prioridades definidas por la Comisión: digitalización, innovación, transición ecológica, sanidad...". El Ejecutivo español en eso se siente, de hecho, "pionero en Europa, somos reformistas y la Comisión nos ha elogiado nuestros programas".
La baza negociadora
Pero ahora se sabe que habrá que buscar nuestra carta marcada, el triunfo al que renunciar para que los cuatro países del club de los frugales se den por satisfechos.
¿A qué podría renunciar España? "Para empezar, no aceptaremos que nos toquen ni la PAC ni los fondos estructurales?", apuntan desde el Ejecutivo. Y es que al fondo de recuperación se añade otra negociación este fin de semana en la capital belga: el Presupuesto Plurianual de la UE 2021-2027. "Los frugales podrían querer jugar con esos dineros para compensar que el Next Generation EU sea mucho mayor de lo que ellos desearían", apunta esta alta fuente europea.
¿Entonces cuál es la baza española? Otras fuentes del Gobierno explican a EL ESPAÑOL que "lo importante es que llegue el dinero de la recuperación y cuanto antes... importa menos cuánto llegue".
Es decir, que ahora sí hay una posibilidad de que España esté abierta a rebajar sus pretensiones y que sean menos de 140.000 los millones que nos correspondan. "Las cantidades de las que estamos hablando son tan grandes que renunciar a una parte puede importar menos que poner en marcha ya las cuentas públicas de 2021", concluye esta fuente del Ejecutivo.
Las reticencias
En Europa nada está cerrado hasta que todo está cerrado. Y ni Países Bajos, ni Suecia -visitados por el presidente-, ni Austria ni Dinamarca quieren ni ese montante "exagerado" de 750.000 millones.
Rechazan el reparto que beneficia a España, que ven "injusto y basado en criterios que nada tienen que ver con el Covid-19". Se niegan a "la baja condicionalidad propuesta" para acceder a los fondos. Y quieren que su disponibilidad sea más corta en el tiempo: dos años y no cuatro.
Pero como las bases están ya tan marcadas, lo que han logrado, según estas fuentes europeas citadas, es que el presidente del Consejo, Charles Michel, introdujera "un cambio en la gobernanza". Es decir, que todas las decisiones sobre cada partida pasen por el Consejo, el órgano formado por los jefes de Estado y de Gobierno que -y ésta es la clave- decide por unanimidad. Es decir, que todos, los 27 estados miembros, tienen derecho de veto sobre cualquier decisión.
No tan "optimistas"
Hasta el pasado fin de semana, el Gobierno se mostraba "optimista" sobre la negociación, "confiado" en que habría acuerdo en la cumbre de este viernes y sábado "y como mucho el domingo" en Bruselas y decía que el presidente entraría en la sala "con la propuesta de la Comisión como base... y hacia arriba".
Pero tras verse el lunes con Mark Rutte, despachar el martes con Angela Merkel y desayunar este miércoles con Löfven, socialdemócrata como él y para quien hizo campaña en su última carrera en las urnas, el tono ya es otro. El secreto, sobre todo, hay que buscarlo en la última propuesta negociadora puesta sobre la mesa por Michel.
Fuentes europeas explican a este periódico que "la Comisión cometió un grave error al ponerle cifras al montante que proponía para cada país". Y al hacerlo hace ya más de un mes. "Al hacerlo así, con buena voluntad, la presidenta Ursula von der Leyen pretendía marcar una senda clara de negociación, pero ha logrado que sólo se hable de esas cifras... cuando todo está abierto".
Los valores europeos
Hace una semana, España se lamentaba de que "los pequeños se han rebelado contra los grandes y el 15% de la población europea se ha impuesto sobre le 85%" para explicar el fiasco de Nadia Calviño, al perder la presidencia del Eurogrupo. Esto sería lo mismo, pero a lo grande.
Y sin necesidad de alianzas: si Suecia no quiere que España disponga de tantos fondos, le bastaría con vetar, una a una, las propuestas del Gobierno de Sánchez.
Es más, si uno de los proyectos que servirían para "reconstruir el tejido productivo español" entrase en colisión con los intereses particulares de otro país, por ejemplo, Francia, las sonrisas de este miércoles en el Elíseo con Emmanuel Macron se tornarían en malas caras. Porque París, en ese caso, podría vetar por puro interés particular, dejando aparcados el mercado único y los valores comunitarios.
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