Amparo Izquierdo (1969, Las Pedroñeras) lleva más de diez años trabajando en la cafetería del Parlament de Cataluña. Desde que entró a trabajar en la Cámara catalana en 2009, ha vivido cuatro legislaturas: José Montilla, Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra.
Siempre ha atendido a todos los diputados del hemiciclo "con mucha amabilidad y sin importarle el sesgo político de nadie", según confiesa un diputado en conversación con EL ESPAÑOL. Y lo ha hecho en español y en catalán, gracias a su naturaleza bilingüe, pese a haber nacido en un pequeño municipio de Cuenca de apenas 7.000 habitantes.
"Es una chica maja, humilde, trabajadora y con una actitud maravillosa. Siempre está sonriendo, habla con nosotros y tiene un trato súper cercano", abunda esta misma fuente.
La camarera, residente en la comarca de El Maresme (Barcelona), se ha convertido en diana del nacionalismo radical por su participación en un reportaje de TV3 dedicado a los trabajadores del Parlament. En él, Izquierdo atiende a las cámaras de la televisión catalana en castellano.
Un pecado imperdonable para los espectadores nacionalistas, que han linchado a la trabajadora tachándola de "colona", "lerda" o "chusma". Además, han pedido "que la echen a la calle".
"Sirve a los del PP, PSC y Ciudadanos. ¿Cómo queréis que hable catalán?", espetaba un nacionalista catalán en Twitter.
Otra tuitera nacionalista criticaba que la Generalitat no exija un A1 en catalán para trabajar en la cafetería del Parlament: "¿Cómo cojones lograremos la independencia si ni siquiera somos capaces de exigir un A1 básico de la lengua propia del país?".
En conversación con este medio, distintos diputados exigen a la Generalitat de Cataluña que salgan al paso de las críticas del sector más radical del nacionalismo catalán para "mostrar su apoyo explícito a una persona trabajadora, humilde, responsable y que ha trabajado durante más de una década en el Parlament de Cataluña; muchas veces hasta altas horas".
"No se merece un linchamiento, sino un reconocimiento por el trabajo que lleva haciendo en el Parlament una década. Todo el mundo le tiene mucho cariño", sostiene otra diputada del Parlament en conversación con este periódico.
Nacionalistas la defienden
El cariño que el hemiciclo profesa a la camarera Amparo Izquierdo es transversal. No entiende de signos políticos. Así lo atestigua Roger Montañola, exdiputado de Unió entre 2010 y 2012.
"Yo hace años que no soy diputado, pero de vez en cuando sigo yendo al Parlament y me tomo un café con ella", relata Montañola en conversación con EL ESPAÑOL.
Cuando Montañola entró en la Cámara catalana, Amparo ya trabajaba ahí. "Yo llegué con 24 años al Parlament, era un crío, y ella siempre me hacía bromas cuando llegaba con el traje y corbata. Me trataba muy bien", relata el exdiputado catalán.
"Ella habla catalán y castellano, esa es la riqueza de Cataluña", sostiene Montañola, que critica la campaña de hostigamiento sufrida por la camarera en redes sociales. "Es gente aburrida y frustrada. Hay un movimiento populista dentro del procés que no representa al independentismo, que conjuga frustración y que maximiza lo nacional-patriótico", reflexiona Montañola.
El diputado de ERC en el Parlament, Jordi Orobitg, ha calificado de "vergüenza" los ataques a Amparo: "Discreta, educada y eficiente. Yo le he hablado siempre en catalán". "Tanto que criticáis los fascistas españoles y actuáis igual", sentencia el republicano.
Una trabajadora privada
Una de las críticas más recurrentes del sector radical nacionalista es que una trabajadora del Parlament y, como tal, debería hablar catalán. En este sentido, un usuario de Twitter se quejaba amargamente: "¡Esto es demasiado! Una camarera que hace 10 años que trabaja en el Parlamento de Cataluña y no es capaz de decir una sola palabra en catalán". "Mierda de políticos", sentenciaba.
No obstante, ninguna de esas dos premisas es cierta. En primer lugar, Amparo es bilingüe. Además, no es una trabajadora de la administración pública, sino de una empresa privada que recibe una concesión administrativa.
"El bar es una concesión administrativa que se va renovando cada cuatro años", recuerda un diputado de la Cámara, que sentencia: "Llevo desde 2012 y ella ya estaba ahí. La única que queda en ese bar es ella, aunque han pasado varias empresas".
"Es terrible que el nacionalismo se cebe señalando a trabajadoras y personas humildes. Esto pone de relieve los tics clasistas del nacionalismo catalán", sentencia.