¿A qué fue Pedro Sánchez el pasado miércoles a Bruselas? A hacer lobby, como ya contó este periódico. A "defender los intereses de los españoles", decían oficialmente en Moncloa. ¿Y las presiones en qué consistieron? En espantar todo lo posible nuevas condiciones para el fondo de recuperación. "Que el reglamento aún por escribir no obstaculice la llegada del dinero", aclaraban en Presidencia.
¿Y todo eso de quién depende? Pues según una fuente del Parlamento Europeo, "de nosotros ya menos, aunque también, pero sobre todo de la Comisión y del Consejo"... precisamente, el único presidente con el que no pudo verse el jefe del Ejecutivo español.
Por desgracia, porque otro primer ministro que se sienta en ese órgano junto a él puede ser el que tenga la llave de los 750.000 millones que prometen sacar a la UE de la crisis provocada por el coronavirus. Y no uno cualquiera: Viktor Orbán, líder populista del partido de derecha extrema Fidesz y primer ministro de Hungría en 14 de los últimos 22 años.
Curiosamente, Sánchez querrá que al menos, esta vez a la extrema derecha le vaya bien.
Sesión de control
Y es que este miércoles 30 de septiembre, el presidente español se levantará pronto de nuevo. Esta vez, se supone que sí, para ir camino del Congreso a responder la pregunta que dejó colgando en la boca de Pablo Casado la semana anterior:"¿Está protegiendo el futuro de los españoles?" Probablemente, el presidente le diría la verdad si le explicase que eso es, precisamente, lo que trató de hacer en Bruselas el día 23...
Pero Sánchez no estará tan atento a triunfar en su duelo semanal con el líder del PP como de la suerte que corra el líder de la derecha extrema de Hungría. La Comisión presenta su primer informe sobre el Estado de derecho en Hungría, tal como recordaba Politico está semana. El país gobernado por Viktor Orbán, ex líder democrático contra el comunismo hace décadas y hoy plenipotenciario primer ministro, fue el primero al que se le sometió a un expediente a través del artículo 7 del Tratado de la Unión Europea.
Luego le siguió Polonia, pero será el húngaro el primero en comenzar el examen. La sanción a la que se enfrentaría podría llevar a Hungría a perder su derecho de voto en el Consejo Europeo.
Informe sobre Hungría
¿Y qué le importa a Pedro Sánchez ese informe, esa fecha, y la suerte de Orbán? Pues que antes de caer, el primer ministro húngaro ya ha advertido de que se llevaría consigo en la derrota el fondo de recuperación Next Generation EU. Ése por el que España espera recibir 140.000 millones que deben pagar reformas, financiar puestos de trabajo, y levantar sectores hundidos.
Sánchez estará pues, mirando a Bruselas este miércoles para si va a poder seguir pagando todo eso.
Ni la protección de los trabajadores ni la de los más vulnerables, ni la pregunta de Casado serán lo primero en lo que piense el presidente al sonar el despertador. Lo que acaparará su atención será el informe que debe presentarse en Bruselas sobre el cumplimiento de los derechos humanos en Hungría.
"En esta crisis también están en juego los valores europeos", recuerda Esteban González Pons, vicepresidente del Grupo Popular, pendiente del buen uso de los fondos, "y la Eurocámara los va a defender".
Cuando el Parlamento Europeo revisó el proyecto presentado por Ursula von der Leyen para arbitrar un fondo de recuperación, sus líderes populares, socialista y liberales añadieron por iniciativa propia una cláusula: el cumplimiento estricto del Estado de derecho.
El texto original ponía como condiciones para el uso de los fondos el cumplimiento de dos principios: la lucha contra el cambio climático y el fomento de la digitalización. Pero la Eurocámara quiso asegurarse de que los valores de la UE también se salvaguardaban, como explicaba el político valenciano más arriba.
Así, durante los casi cinco días, del 16 al 21 de julio, en los que Pedro Sánchez estuvo negociando los términos del fondo no sólo se peleó con los frugales Austria, Países Bajos y Dinamarca. También hubo de lidiar con las soflamas de Orbán y de su colega polaco, Mateusz Morawiecki, que forzaron hasta que consiguieron una nueva redacción para ese añadido del Parlamento.
El dominó
Y aquí empieza un juego de piezas de dominó que se empujan una a otra si las presiones de Sánchez -y otros socialistas europeos como él- no logran su objetivo:
Este jueves y viernes está convocado Consejo extraordinario en Bruselas, cuando el presidente Charles Michel salga de su cuarentena. Justo un día después de que Budapest pase el primer examen de su cumplimiento de los derechos humanos y las libertades públicas.
Y como el reglamento aún tiene que pasar por el Consejo para ser validado, si la nota que recibe Orbán no le gusta es más que probable que Hungría y (su socio en esto) Polinia veten esa clausula para no quedarse sin el dinero que les corresponde, 15.069 millones y 63.838 millones respectivamente.
Pero grandes líderes del Parlamento ya han advertido de que aún dispone de una bala de plata para defender los valores europeos. De todos los colores, menos socialistas, explican las fuentes.
"El PPE, los liberales de Renew, la izquierda radical de la GUE y los Verdes están comprometidos a que si eso pasa, no aprobaremos el Presupuesto Financiero Plurianual", explica una fuente de la Eurocámara implicada en esa negociación. "Y sin las cuentás públicas europeas de 2021-2027 no hay soporte financiero para el fondo", concluye.
Así, y a falta de reglamento para los fondos, todavía queda mucho por cerrar. Y como decían las fuentes de Moncloa, esos "intereses de los españoles" defendía Sánchez en Bruselas el miércoles pasado. Porque no sólo serán las condiciones económicas impuestas por la Comisión. Sino que por la vía del bloqueo de la derecha extrema húngara y polaca en el Consejo o por las argucias legales del Parlamento Europeo, aún peligran los 140.000 millones y la salida de nuestra profunda crisis.