Pedro Sánchez sólo ha aprobado unos Presupuestos, los de Montoro de 2018. Fue su Gobierno en solitario, producto de la moción de censura, el que defendió y pidió el voto a favor de aquellas cuentas públicas que aún rigen en España y con las que se estrenará 2021, tal como ya admite Moncloa.
Después de arremeter contra esas cuentas, porque "atacan el Estado de bienestar, consolidan los recortes y no defienden a las mujeres", fue la misma María Jesús Montero -recién prometido su cargo de ministra de Hacienda- la que las defendió "por responsabilidad" en el Senado y en el Congreso... y el PSOE, junto a Unidas Podemos, el que rechazó las enmiendas que presentó... el Partido Popular.
Dice la Constitución, en su artículo 134.3) que "el Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior". Es decir, que este miércoles se cumple el plazo y el Consejo de Ministros no ha aprobado las nuevas previsiones macroeconómicas, ni el techo de gasto, ni la senda de déficit ni, claro, el anteproyecto de las cuentas públicas.
Y es que todas las fuentes consultadas, a un lado y al otro del Gobierno de coalición, confirman que la negociación interna aún no está acabada. Fuentes de la oficina del presidente, del lado morado del Gobierno y de Hacienda confirman que este martes no se llevó a la reunión semanal del gabinete ninguno de estos textos "porque hay que seguir los ritmos de Bruselas... y luego terminar la negociación entre los socios".
Echar números
Y todo esto a pesar de que, entretanto, cuando se alcance ese acuerdo entre Montero, ministra de Hacienda, y Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales, habrá que buscar una fecha adecuada -que marque agenda y no tenga alrededor nada que pueda oscurecer el acontecimiento- para que Pablo Iglesias y Pedro Sánchez presenten la cosa el uno junto al otro.
Y también porque hasta este lunes estaban sin cerrar gastos que harán mucha mella en esos Presupuestos. La prolongación descafeinada de eso que se bautizó como "escudo social" y la prórroga de los ERTE. Ambas partidas se llevan "más de 1.000 millones al mes de esfuerzo presupuestario", según fuentes del Ejecutivo... y horas de pelea entre los representantes de PSOE y Unidas Podemos, enfrentados por su distinta aproximación al asunto.
El "escudo social" son todas las medidas de protección de la ciudadanía más vulnerable en la pandemia, que ibandesde los aplazamientos de los alquileres e hipotecas a las mecanismo públicos de sostenimiento de los suministros domésticos -agua, luz y gas, por ejemplo-. Unidas Podemos quería prolongarlo a todo 2021 -"y ya lo corregiremos si la cosa mejora antes"- y el PSOE se impuso recortándolo y manteniéndolo por plazos revisables.
Los ERTE son "un grifo abierto con un caño como el de un gasoducto" -en grafiquísima descripción de una fuente cercana a la negociación- por el que se está sangrando a la Seguridad Social. Por esta razón -y otras muchas heredadas-, el ministro José Luis Escrivá lleva tres semanas de ronda por los medios, presumiendo del "equilibrio fundamental de las cuentas" que alcanzaría su negociado "si no hubiéramos de hacer frente a más de una decena de partidas de gastos impropios que se le han ido asignando a la Seguridad Social en los últimos años".
Los ERTE también son una vía de salida de millones de las cuentas del Ministerio de Trabajo, del SEPE concretamente. Que un trabajador no consuma derechos de desempleo -que no "gaste paro", para entendernos- mientras está acogido a uno de estos expedientes temporales, no es otra cosa que un aplazamiento de unos gastos... mientras ya se está gastando.
"No llegamos"
Así es difícil ponerle números a las partidas que negocian Montero y Álvarez. "Por ahora, estamos en las líneas generales", decían hace dos semanas las fuentes consultadas, antes de que este periódico pudiera comprobar que "el borrador está muy avanzado e incluirá subidas fiscales a las rentas altas y a los grandes patrimonios" un día después.
Pero todavía faltaba abordar la parte más peliaguda: "Luego vienen las discrepancias, en lo que disentimos, veremos cuánto dura esa parte de la negociación", explicaba a EL ESPAÑOL una fuente morada cercana a la negociación.
Y es que el problema no está en la negociación con los grupos políticos, sino en que sin borrador no se va a ir al Congreso ni siquiera con el techo de gasto. "Eso ya está prácticamente hecho", aseguran desde Hacienda y desde Moncloa. "Si el borrador estuviese cerrado, ya estaríamos en el Parlamento con los pasos previos". Pero Sánchez tampoco volvió el miércoles pasado de su viaje a Bruselas con una idea muy clara de cuántos millones de los 140.000 prometidos podrá apuntar a las cuentas de 2021.
La razón por la que desde el departamento de Montero y desde Moncloa dan por hecho que "no llegamos" y que el 1 de enero de 2021 Montoro seguirá siendo el autor de las cuentas públicas por las que se rige España un cuarto curso más, es porque "queremos unos Presupuestos progresistas pero de mayoría amplia". Es decir, que la mano de Podemos se note... pero lo justo, al menos para el lado socialista.
Sánchez, superviviente
Entretanto, se entiende que Sánchez apele a "la unidad" y a que "la oposición arrime el hombro". No en vano afronta la mayor crisis económica de la historia reciente -con una caída del PIB prevista para este año que oscila entre el 12% y el 15%-, sino que lo hace con el Gobierno más débil de la democracia. Otra cosa es que esté poniendo de su parte todo lo posible por lograrlo. En el PP no lo creen.
"Hablaremos con todos. Salvo con Vox, por supuesto, querríamos que se notara la mano de todos los grupos en los Presupuestos", afirma un portavoz de Moncloa. Los populares, por su parte, miran con los ojos muy abiertos: "Ni una línea de números nos han enseñado, y desde que se pusieron en serio a elaborar las cuentas dejaron de contactarnos, ni una llamada informal", explica una fuente parlamentaria cercana a Pablo Casado.
Mientras Iglesias seduce a los separatistas de Bildu y Esquerra, la oficina de Sánchez sigue haciéndole ojitos a Ciudadanos. Las últimas prórrogas del estado de alarma demostraron que había una mayoría alternativa con los liberales y el PNV como socios preferenciales. Y la votación perdida del decreto de los remanentes de los Ayuntamientos, que "no existe eso que llaman 'la mayoría de la investidura', ni de lejos".
Porque Sánchez es un superviviente: empezará su cuarto año en Moncloa sin cuentas propias y ahí sigue. Después de no sacar los de 2019, razón que nos llevó a dos elecciones generales seguidas, y de desechar siquiere presentar las de 2020 porque se vino el coronavirus a romperlo todo, el anteproyecto de 2021 ya va con retraso.
Pero el presidente cuenta con que lo sacará adelante. Y que lo hará como sea, escorándose a la izquierda o a la derecha... o a los dos lados a la vez, con su doble baraja. Eso sí, la "geometría variable" anticipa un retraso que inaugurará 2021 todavía con las cuentas de 2018. "Llevaremos el techo de gasto, la senda déficit y todo eso junto, se puede aprobar en una sola sesión del Congreso", explican desde Hacienda y Moncloa.
"Pero ni forzando mucho la tramitación de los Presupuestos podremos aprobarlos antes del 31 de diciembre". Porque los plazos están muy tasados, admiten en Moncloa, y porque estas cuentas son las de la reconstrucción: tan "importantes", tal como afirman todas las fuentes consultadas, que la negociación de los votos se hará en directo, durante la tramitación parlamentaria.