Cada vez es más estrecha la distancia que separa el puñal de la pared. Inés Arrimadas afronta un corto-medio plazo escabroso. En el seno de su partido, el núcleo duro la apoya en su estrategia de negociar los Presupuestos hasta el final, pero cada vez son más los miembros de la Ejecutiva que se muestran "consternados" y apuestan por un cambio de rumbo.
Esa es la tesitura que caracterizará la próxima cumbre de Ciudadanos. Participarán alrededor de cuarenta dirigentes, pero será de carácter telemático. La presidenta liberal razonará el porqué de su buena sintonía con Moncloa pese a, por ejemplo, la eliminación del castellano como lengua vehicular en la nueva Ley de Educación.
Marina Bravo -secretaria general-, Carlos Cuadrado -vicesecretario-, José María Espejo -vicesecretario-, Melisa Rodríguez -portavoz de la Ejecutiva- y Edmundo Bal -portavoz adjunto en el Congreso- encarnan ese "núcleo duro" que trabaja codo a codo con Arrimadas.
Los críticos sitúan en Cuadrado y Espejo el "control absoluto" de la estrategia de Ciudadanos y lamentan la "falta de democracia interna". Así lo confiesan varios de ellos en conversación con este periódico. También mencionan el "apartamiento" de los líderes autonómicos.
Al inicio del giro respecto a las posiciones de Albert Rivera, Arrimadas contaba con el apoyo de una amplísima mayoría de los suyos. Pero esa cuota de confianza, en términos internos, se ha ido reduciendo a medida que Sánchez e Iglesias llevan a cabo su programa.
La tesis de Arrimadas y sus colaboradores más cercanos es la siguiente: "Este Gobierno no nos gusta, pero debemos estar cerca para laminar la influencia de los populistas y los nacionalistas. Conseguiremos que ERC se levante de la mesa".
Eso se traduce -indica un miembro del aparato- en "logros" como "impedir que se suba el IVA de la sanidad privada y de la educación concertada". Sin embargo, rebaten los dirigentes críticos, "eso no es suficiente" como para "tragar" con el pacto educativo PSOE-Podemos-ERC o la orden ministerial que situará al Gobierno como un perseguidor de noticias falsas.
Posturas encontradas
Arrimadas aduce que irá al Tribunal Constitucional y a Europa por la marginación del castellano, pero carece de diputados suficientes para presentar un recurso de inconstitucionalidad. Los descontentos le reclaman tensar la cuerda de los Presupuestos. "Ni siquiera hemos amagado con ello", se lamentan.
El núcleo duro, por otra parte, sostiene que las cuentas públicas con sello naranja son, al mismo tiempo, lo mejor para el país y para el partido. Mientras, los detractores razonan: "Claro que no queremos que se suban los impuestos, pero no podemos tolerar tales ataques al sistema. Nos utilizan como sello de calidad ante Europa".
Esos son los dos frentes que encierran a Arrimadas. Ella tiene claro el rumbo escogido y cree que esas "líneas naranjas" que está "respetando" el Gobierno terminarán por obligar a Esquerra Republicana a abandonar la negociación.
Sánchez, mientras tanto, sigue haciendo de croupier. Por un lado, habla con Ciudadanos; pero por el otro lo hace con los de Rufián, el PNV y EH Bildu. "Somos francamente incompatibles, no vamos a estar en la misma foto", reseñan fuentes oficiales del partido.
El camino de Arrimadas hacia los Presupuestos es ciertamente tortuoso: deberá conseguir que el Gobierno le brinde "medidas liberales" en las cuentas públicas y que los suyos no conviertan su oposición interna en dimisiones.