El anteproyecto de ley de Irene Montero ha desatado dos tormentas: una jurídica y otra política. La primera se traduce en las críticas de los ponentes del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) encargados de preparar un informe sobre la propuesta. Se postulan contra el sólo 'sí es sí' de la ministra de Igualdad al considerar su redacción "imprecisa", lo que constituye un "riesgo" potencial para las propias víctimas.
Por otro lado, la norma cocinada por Montero no gusta siquiera a la mitad socialista de su Gobierno. Tanto la vicepresidenta Carmen Calvo como el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, airearon en público su discrepancia. Pablo Iglesias se llegó a referir a su compañero como un "machista frustrado".
En la oposición, también se palpa un flagrante desacuerdo. El feminismo de PP y Ciudadanos -que no existe a ojos de Irene Montero- une fuerzas para "desmontar" los argumentos de la dirigente de Unidas Podemos. Cada una a su manera. A lo largo de este texto, Begoña Villacís -vicealcaldesa de Madrid- y Bea Fanjul -diputada por los de Génova- exponen sus reticencias.
¿Cree que hacer del sólo el 'sí es sí' una ley protegerá más a las mujeres?
Begoña Villacís: No. Desde luego que no. Lo digo como mujer y como abogada. Siempre tiene que haber un consentimiento, expreso o tácito. Y eso es lo que ha venido funcionando en los juicios. Con la ley de Montero, me vería obligada a demostrar que el consentimiento se produjo de esa manera rígida y concreta que ella exige -la reforma de la ministra habla de "actos exteriores, concluyentes e inequívocos conforme a las circunstancias concurrentes".
Total, que esa carga acabaría recayendo sobre la víctima. Me parece una chapuza. Es la típica norma que queda muy bien en un despacho, pero que es impracticable en la calle.
Bea Fanjul: No lo creo. El “sí es sí” que han ido pregonando no creo que esté pensado para proteger, sino para castigar. Pero tendremos que esperar al texto del proyecto de ley que finalmente presenten para entrar a valorar su iniciativa. Conviene recordar que el PP ya pidió la modificación del Código Penal para tipificar violaciones sin agresiones. Esta medida no tenía polémicas asociadas.
De estar funcionando esa norma, ¿le habría ayudado en alguna situación delicada?
Villacís: No. Ni a mí ni a nadie. Montero no logra poner un solo ejemplo que pruebe la funcionalidad de la ley. El consentimiento, y la ausencia de él, se puede demostrar de manera amplia. Si impulsan esta reforma al aliento de La Manada, no han podido elegir peor. Los implicados fueron condenados por agresión. La ley actual funciona. No se puede legislar de espaldas a la casuística. La carga de la prueba, la demostración del consentimiento, podría recaer sobre la víctima.
Fanjul: Siempre he marcado mis propios límites y con eso ha sido suficiente. Sin embargo, hay mujeres en nuestro país que padecen y sufren situaciones no deseadas.
¿Cuál ha sido su peor experiencia en este ámbito?
Villacís: El día que más amenazada me sentí fue durante un escrache en la Pradera de San Isidro. Estaba embarazada de nueve meses. Pero para Irene Montero, como no soy de izquierdas, aquello fue un escrache legítimo.
Fanjul: Ser perseguida por las calles de mi ciudad. A plena luz del día. Aunque, si le soy sincera, no creo que fuera por ser mujer. Sino por ser una mujer de derechas. No obstante, sí he pasado miedo, y ese miedo es compartido por muchas mujeres.
El ministerio de Igualdad habla de “actos exteriores, concluyentes e inequívocos”. ¿Qué entiende usted por eso?
Villacís: Para una víctima, es mucho mejor que el consentimiento se entienda de manera amplia, como en la actual ley, y no delimitada. Porque, entonces, en el desarrollo de un juicio tendría que demostrar que no existió el consentimiento que marca la reforma de Montero. ¿Cómo lo haríamos? ¿Con un papel escrito? ¿Con testigos de por medio?
Fanjul: No creo ni que ellas sepan explicarlo. No sé si tendremos que ir al notario cada vez que vayamos a mantener relaciones. Lo sabremos cuando conozcamos el texto definitivo.
Disculpe la indiscreción pero... ¿Usted ha dado alguna vez ese “consentimiento expreso” del que habla la norma?
Villacís: Eso de "actos exteriores". Pues sí, claro. Una vez me preguntaron por el cortejo, a ver si alguna vez había sentido claramente que me entraban. Si no fuera así, ¡no tendría tres hijas! Pero, con la ley que pretende Montero, ¿una sonrisa o una invitación a subir a casa van a poder ser definidas por el agresor como consentimiento expreso? Ese es el problema.
Fanjul: Nunca lo he llevado a esos términos, siempre ha sido cosa de dos.
¿Piensa que es habitual ese "consentimiento expreso" entre los miembros de Unidas Podemos que apoyan esta reforma legal?
Villacís: De puertas hacia dentro no hay partidos. Somos todos iguales. Por mucho que Montero quiera trazar una diferencia. Según ella, la izquierda es feminista; y la derecha, machista.
Fanjul: Esperemos que no.
De aprobarse esta ley, ¿se entorpecerán las relaciones humanas?
Villacís: No va a haber más condenas si se aprueba esa ley. Quieren crear una psicosis que sí entorpecerá las relaciones. ¡Es que lo que dicen no se sostiene! Los hombres no son violadores por naturaleza. Si se dibuja la mujer como objeto de caza, se le coloca en inferioridad de condiciones. Por supuesto que el hombre es más fuerte que la mujer; y que la gran mayoría de agresiones son de hombres a mujeres... Eso no está en cuestión. Pero no se puede trasladar que la mujer siempre es víctima en una relación sexual o sentimental. La mujer sólo es víctima cuando hay un maltrato físico o psicológico.
Fanjul: Tendríamos que salir de casa con papel y bolígrafo. Esperemos no llegar a ello. A ver si el Gobierno escucha al CGPJ y recapacita. Ya lo hicieron en marzo, cuando algunos departamentos ministeriales expresaron sus dudas y se paralizó el anteproyecto. Me gustaría pensar que el Gobierno sabe distinguir entre una ley y un manifiesto. Si finalmente envían el proyecto de ley a la Cámara, esperemos que no sea una aberración jurídica.
¿Qué piensa que lleva a Irene Montero a proponer esa modificación?
Villacís: Quiere patrimonializar el feminismo, pero su ley patrimonializa la ridiculez. Cada vez se aleja más de la realidad. Esto no lleva a ninguna parte. Por cierto, uno de los partidos menos votados por mujeres es Unidas Podemos.
Fanjul: Hay veces que me hago a mí misma esa pregunta. Pocas veces encuentro respuesta. No entiendo su afán por castigar a los hombres. Yo defiendo la igualdad entre personas. ¿Ellas? No lo creo.
¿Qué le diría a Irene Montero?
Villacís: Le pediría que me pusiese un ejemplo según el cual su ley supondría una mejora. No es capaz de poner uno. Un caso que, con su ley, hubiese supuesto la condena; y con la actual, la absolución.